Capítulo 3: Julieta

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Julieta subió al auto de su padre en el asiento del compañante.

— ¿Cómo te fue? — le preguntó su padre, tenía una sonrisa y un ánimo un poco forzados.

— Como siempre — respondió apagada, mientras se ponía el cinturón de seguridad. Cuando se giró hacía él, se dio cuenta de que tal vez había sido una respuesta demasiado seca, así que habló de nuevo cuando se ponía en marcha el auto.

— Mamá va a tener que llevarme a la casa de una compañera a la tarde, — comentó, ese fin de semana iba a quedarse con ella en su nueva casa, el divorcio era todavía bastante reciente y trataba de mantener una relación buena con ella, más por mantener tranquilo a su padre que por interés propio — tengo tarea de literatura.

— ¿Ya se lo dijiste?

— Si, esta mañana, no quería que prepare nada para intentar caerme bien — dijo fría, no podía evitarlo.

— No hables así de tu madre, solo quiere pasar tiempo con vos — dijo sin ánimos de hacer algún reclamo.

Julieta se limitó a mirar por su ventanilla con sus ojos negros vacíos. Era más fácil cuando vivían todos juntos en la misma casa, en ese tiempo no hacía falta que pasara tiempo a solas con su madre, en ese tiempo su propio hermano no la evitaba. Eso último le hacía sentirse muy sola, Lizandro de repente había empezado a ignorar la relación tan cercana que antes tenían, jamás estaba en la misma casa que ella y tampoco se le acercaba en el colegio. Pensaba que quizá podría sentirse mejor al estar con Julián, era su mejor amigo y en esas circunstancias sentía que era lo único que le quedaba, pero con la repartición de los grupos al principio de la semana se dio cuenta de que no tendría tanto tiempo para distraerse con él.

Su papá paró el auto en un semáforo y mientras esperaba que la luz roja pasara por el color amarillo y luego cambiara a verde, le tomó la mano izquierda y la besó. Ella sólo le sonrió sin mucho ánimo. Le encantaba pasar tiempo con él, nadie la entendía como lo hacía su padre y sin embargo ahora todas la relaciones en su familia parecían estar rompiéndose de forma irreparable.

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— ¿A qué hora vengo a buscarte? — le preguntó desde dentro del auto su madre.

— A las 20 — le dijo apoyada en la ventanilla del auto.

Mientras caminaba hacia la entrada de la casa de Victoria, divisó otro auto estacionarse delante del de su madre,  Alahi y Catalina se bajaban de este hablando y riendo. Catalina si estaba en su grupo, pero no Alahi.

En la puerta de la casa de paredes exteriores color ladrillo, las recibió Franco y en ese momento entendió que Alahi no trabajaría con ellas sino con él, le hubiera gustado tener esa suerte. Siempre había tenido la impresión de que a Ali todo lo salía bien, no la conocía tanto, no eran amigas.

Vio como Franco y Alahi se retiraban a otro lugar de la casa y ellas tres se quedaron en el living. La casa era muy bonita pero estaba un poco desordenada. Había juguetes por todos lados y cada tanto podía escucharse a Saphira jugando en el patio trasero y corriendo desde este hasta la cocina.

La madre de Victoria les trajo una merienda y Saphira que la seguía a todas partes saludó con un beso y un abrazo a cada una de las chicas, aunque fue Catalina quien pareció caerle mejor. De nuevo solas, el trío estaba sentado en el piso con los libros y demás cosas sobre la mesa ratona. Ya todas habían avanzado bastante en la lectura, por lo que no les era difícil cumplir con las consignas y en cuanto a las que debían ser individuales acordaron hacerlas cada una por su cuenta y simplemente juntarlo todo antes de la fecha de entrega de dicho trabajo.

Saphira volvió a entrar en la habitación, esta vez estaba corriendo y se la veía más alegre y enérgica que antes. Orgullosa, les entregó un dibujo a cada una y se fue tan rápido como había llegado.

— ¿Es tu hermanita no? — preguntó tímida Catalina.

Julieta notó la duda en los ojos de Victoria antes de responder que si y sonreír. Conocía a Victoria lo suficiente para saber que se limitó a esa respuesta para no explicar que la niña era en realidad hermana de Franco, y es que en cierto modo también era su hermana. Pero Cata, al igual que Franco, era un nuevo integrante en aquel circulo social, no tenía demasiada información previa.

Llegada la hora, Cata fue la primera en irse, su padre la recogió del lugar y luego llegó su turno. Hasta ese momento no vio a Alahi salir de la casa. Para su sorpresa quien había venido por ella no era su madre, sino Linzandro. Al fin podría tener un momento con su hermano.

3

Se subió al auto algo entusiasmada de verlo y tener unos minutos con él como antes, pero Lizandro no parecía estar tan emocionado. No le dirigió a Julieta ni una palabra.

— ¿Me podes decir que hice para que no me hables? — llevaban ya unos minutos de camino recorrido de vuelta a la casa de su madre y Lizandro ni siquiera le había dicho hola.

— No pasa nada Juli — dijo seco.

A Julieta le dolía la separación de sus padres, le dolía ver a su papá sufrir y le dolía que a su mamá no le importase eso en lo más mínimo, le dolía tener que ir y venir entre la casa de uno y otro, pero lo más doloroso era que su hermano la tratase de forma tan indiferente y fría en un momento como ese. Ya había pensado en que todos transitan estas cosas como pueden, pero no solo quería tener a su hermano para ella, quería poder acompañarlo en lo que él necesitara. Ese era el tipo de relación que siempre habían llevado y no había razones para que aquello se acabase.

— Si pasa, antes hablábamos de todo y ahora me evitas — estaba a punto de explotar, ya era demasiado.

— No es así.

— Si es, ni siquiera estás en la misma casa al mismo tiempo que yo, no soy idiota — sintió una lágrima caer de su ojo izquierdo — me estás evitando, Lizandro — giró su cara hacia la ventanilla para que él no viera las demás lágrimas que empezaban a caer.

— Perdón, no quería que te sintieras mal — los ojos verdes de su hermano de repente se pusieron vidriosos — es que... — estacionó el auto frente a un local de ropa femenina que por la hora, ya estaba cerrado. — Hay algo que te tengo que decir, tiene que ver con mamá  y papá...

— ¿Qué? — no entendía lo que estaba pasando.

— Hace un tiempo cuando ella estaba sacando sus cosas de la casa los escuché discutir sobre vos — hizo una pausa para ver la reacción de Julieta a sus palabras.

— ¿Sobre mi? — cada vez entendía menos — ¿hice algo mal?

— No se Juli, no entendí mucho, solo se que hay algo que no te están diciendo — la miro compasivo —, algo que papá no quiere que sepas y es una de las razones del divorcio.

Julieta a penas podía entender lo que su hermano le estaba diciendo ¿qué podría haber hecho ella para que causara el divorcio de sus padres y el derrumbamiento de su vida como la conocía? Se secó las lágrimas y le pidió que pusiera el auto en marcha otra vez.

— Gracias — le dijo a Lizandro casi en un suspiro.

— No quería que te sintieras mal, así que evite hablarte, porque sabía que me lo ibas a sacar de alguna forma — comentó casi para si mismo, porque Julieta estaba volando en sus pensamientos.

Superficial #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora