1Eran las nueve de la mañana del sábado cuando salió de su cuarto para ir al baño. En su camino por el ancho pasillo entre las habitaciones del primer piso, vio a Ali entrar en su cuarto, llevaba puesta la misma ropa que la última vez que la había visto la tarde anterior. Ella pareció no haberla notado, como siempre, pero no le importó, solo siguió su camino. Al final del pasillo, la puerta de la habitación de su madre estaba entreabierta. Se acercó sin hacer ruido, no vio a su madre, pero el olor a alcohol que recibió en su nariz con solo asomarse un poco en la habitación fue suficiente. Cerró la puerta y se metió en el baño.
Tenía un conflicto con los espejos, bueno, más bien, con su reflejo. Nunca se veía su reflejo, veía todas las preguntas que tenía acerca de si misma y que le eran imposibles de responder. Venían a ella como susurros en su mente, pero era demasiado temprano para eso. Solo quería mojarse la cara, comer algo y volver a su cuarto.
Se mojó la cara, el agua estaba fría y en ese momento era reconfortante. Al salir, su destino era la cocina, pero hizo una parada inesperada.
El cuarto de Ali y de su madre eran los únicos con baño propio. El de Ali también tenía una puerta que daba al pasillo, justo entre los cuartos de esta y Pablo. Al pasar junto a esta puerta, escuchó como si su hermana estuviera vomitando. No lo pensó, intentó abrir la puerta pero estaba cerrada con llave, entonces le habló a su hermana a través de esta.
— ¿Te sentís bien? — pegó el oído a la puerta para poder escuchar la respuesta lo más claro posible.
— Si — respondió en un hilo de voz — algo del desayuno me cayó mal. — su voz parecía haber cobrado algo de firmeza entre una frase y otra.
— ¿Necesitas algo? — tal vez podría prepararle un té o algo así.
— No, estoy bien — esta vez respondió con frialdad.
Nuria solo se alejó. Bajo las escaleras y se dirigió a la cocina. Para su sorpresa, en el lugar estaba su hermano. Tenía una botella de agua casi vacía en una de su manos. No era normal ver a Pablo despierto tan temprano un sábado por la mañana, todo se aclaró cuando vio como iba vestido y las bolsas debajo de sus ojos marrones, se dio cuenta que al igual que Ali, a penas iba llegando. No tenía idea de que había salido la noche anterior, era normal que en esa casa ninguno supiera sobre los demás. Eran un montón de extraños viviendo en la misma casa.
— ¿Querés que te prepare el desayuno, Nuna? — evidentemente no estaba en sus cabales, no la llamaba así desde hacía años.
— No, vamos a dormir mejor — si su padre lo veía así sería el fin de la paz, tenía que llevarlo a su cuarto.
Para su suerte Pablo se mostró sumiso ante su comentario y con su ayuda pudo subir las escaleras, tambaleándose un poco por el pasillo llegaron su cuarto.
— ¿Cómo está Nati? — le dijo su hermano mientras se perdía en un limbo de su conciencia antes de finalmente dormirse.
2
Se preparó un café y subió de nuevo las escaleras hacia su cuarto, pensó que tuvo suerte de no ver a nadie más aquella mañana. Dos hermanos con resaca eran más de lo que podía soportar con el estómago vacía, cruzarse con su padre hubiera si un abuso del universo.
La casa estaba en silencio, parecía ser la mañana perfecta. No había discusiones ni reclamos, solo silencio. Después de tomar su café anduvo navegando en redes sociales hasta que se aburrió. Su mente se quedó en blanco y de la nada la pregunta de Pablo apareció en su cabeza.
Los ojos marrones se le llenaron de lágrimas. Se frotó los ojos con las palmas de las manos y luego estrujó su pelo casi con demasiada fuerza. Algunos cabellos castaños cayeron de sus manos cuando las puso junto a su torso y se quedó boca arriba viendo el techo. De repente el silencio se llenó de esas preguntas, de culpa, de impotencia, de recuerdos que dolían demasiado.
Si solo pudiera volver atrás una vez, elegiría ese preciso momento en el que decidió seguir sus instintos y todo comenzó a derrumbarse. Se había arrebatado a si misma las únicas cosas que le hacían dejar de pensar en toda la dinámica dentro de esa casa. Ahora no tenía nada y al parecer tampoco a nadie, nunca se había sentido tan sola. Todo lo que quería era borrarlo todo y que fuera como antes. Pero lo hecho, hecho estaba. No podía cambiar el pasado sin importar cuanto lo deseara, ya nada sería igual.
De nuevo la inundaron las preguntas y no importaba cuántas veces aparecieran, nunca podía encontrar un respuesta para todas, siempre había más y más. Ya no estaba tan segura de si no podía o simplemente no quería contestarlas. La única forma de hacerlas desaparecer era dormirse, era la única forma que había encontrado de apagar su cabeza para no recordar.
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Superficial #1
Teen FictionLa mayoría de las veces, las personas no son como las vemos. No son todo lo que vemos o ni siquiera son lo que vemos. Todos tienen secretos.