El comienzo

858 75 90
                                    

Las luces del sol comenzaron a ingresar por los ventanales de mi habitación. Nueva mañana, nuevas ocupaciones, nuevas obligaciones. Así solían ser todas mis mañanas, bueno casi todas.

Antes de comenzar a vestirme, tomé una ducha con agua tibia. Una vez que terminé con mi aseo correspondiente comienzo a vestirme. Esta mañana había optado por usar un traje formal y elegante; un blazer con pantalones; un par de zapatos de tacón alto, elegante; una blusa de chifón de manga larga, cuello en "V", elegante; una gabardina cruzada color beige. Por último antes de concluir con mi vestimenta y, salir de la habitación, añado sobre mi cuello un collar hermoso plateado.

-Mamá, date plisa po favo -gritaba mi pequeña hija -llegalemos talde de nuevo, las clases de la maestra Poché son muy impoltantes. -Aún no había terminado de vestirme y ya tenía una Antonia histérica, gritando por toda la habitación. No entendía cuál era el afán de Antonia por salir todas las mañanas a toda prisa. Bueno en realidad sí, ya lo había entendido. La maestra de Antonia; una tal Poché. Antonia no paraba de hablar de aquella profesora. Todo giraba entorno aquella señora, señorita lo que sea, todo era Poché; la había mencionado tanto qué a veces hasta curiosidad tenía por conocerla, por saber quién era.

-Mi amor, podrías calmarte y respirar por un momento por favor. Entiendo perfectamente que la maestra Poché sea tu favorita, pero no tienes por qué apresurarte tanto, llegaremos temprano como siempre. -Le digo mientras me pongo los aretes. Creo que hasta celos ya siento por esa maestra, y es que no era para menos, la mencionaba todo el tiempo.

-Está bien mamá, pelo date plisa. Te espelo pala desayunal. -Afirma mi pequeña hija.

-Ya estoy lista mi amor, bajemos juntas al comedor. -Sugiero.

Una vez que estoy lista nos dirigimos hacía el comedor. Como siempre Antonia toma asiento a mi lado derecho.

-¿Mamá? -pregunta una curiosa Antonia. Curiosa y triste desde hace más de un dos meses.

-Sí, dime mi amor. -respondo.

-¿Po qué yo no tengo un papá cómo todas las niñas? ¿Po qué no tengo una familia? abuelos, helmanos, plimos ¿po qué? -De entre tantas preguntas que puedan existir en el mundo, Antonia opta por preguntarme la pregunta más complicada que puede existir. En ese momento me atoro con el café, a tal punto que casi lo escupo por todo el comedor. Nunca me había puesto a pensar en ello. O sea sí, en algún momento Antonia tenía que preguntar por él, pero este no era el momento, ni la ocasión para responder a su pregunta. Ya que tampoco tenía una.

-¿¡Antonia ya viste la hora!? Llegaremos tarde a tu clase con la maestra Poché. Date prisa por favor. -Trato de evadir su pregunta, no es que no la haya querido responder; simplemente no era el momento, aun no podía decirle la verdad, aún era muy pequeña para saber aquella verdad.

-Vamos vamos vamos mamá, date plisa. -Antonia se levanta como un rayo de su silla para tomar sus cosas juntamente con las mías. -Mamá ya tengo las llaves del carro, date plisa. -Al menos había funcionado mi idea, exitosamente había evadido su pregunta.

-Alabada sea la maestra Poché, Dios bendiga a esa mujer. -Susurro para no poder ser escuchada por mi hija. -Ya voy hija, solo dame un minuto por favor. De verdad que la maestra Poché te trae bien juiciosa.

Una vez deje a Antonia en la escuela, me dirigí hacía mi oficina. Conduje durante 20 minutos, para al fin poder llegar. Seguro Kim ya me tenía todo programado para hoy, sin duda que era la mejor en su trabajo.

Kim es una de mis mejores amigas y también secretaria desde que empecé a trabajar en "Pinilla, González & Prieto Abogados en Bienes Raíces". Uno de los mejores bufetes de Abogados de Colombia. Kim siempre fue muy buena en su trabajo y ofreciendo su amistad. Eficaz, dedicada y sincera hacia su trabajo y mi persona. Desde hace más de cinco años que trabajamos juntas.

Bajo el mismo EfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora