Antes del secreto

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-Volkov, organiza la malla- Fue lo primero que escucho en la mañana, ni un "Buenos días" o un "¿Que tal? ¿Dormiste bien?", nada y no le extrañaba, hoy era de esos días en los que su jefe andaba de mal humor.

Seguramente Horacio había hecho algo para molestarle.

Es que tener un hijo de diecinueve, el cual siempre fue muy consentido y mimado, solo provoco que su rebeldía aumentará con el pasar de los días.

Jack Conway es un tipo estricto, siempre con el traje pulcro y la corbata bien puesta, con grandes conocimientos en diversos temas, habla varios idiomas y sabe perfectamente como dejar sin palabras a cualquiera, siempre ha pensado que debió dedicarse a la abogacía en vez que a la policía.

Pero también es alguien muy solitario, perdió a su esposa cuando Horacio tenía a penas trece años a causa de una enfermedad, y desde allí ha dedicado su vida a protegerlo y a cuidarle para que nada le pase.

Pero eso provocó que el chico creciera siendo demasiado mimado, lo que quería lo obtenía, todo bien, hasta que llegó a la difícil etapa de la adolescencia y comenzó a pedir cosas que superaban el nivel de paciencia de su padre.

Todo comenzó con la cresta, quería cambiarse el corte de cabello, Jack le prohibió tajantemente que lo hiciera, pero a los dos días llegó con el corte color rojo fuego a casa, Conway puso el grito en el cielo y lo castigo por algunas semanas, cosa que provocó varias discusiones padre e hijo.

Luego quería tatuajes, cada negativa significaba un "hazlo" para Horacio, no tardó ni una semana en llegar con el brazo todo tatuado a casa.

Conway se desmayó.

Esa vez el castigo fue no dejarlo solo en dos semanas para evitar que hiciera otra estupidez, había visto en el historial del móvil de su hijo que la búsqueda "piercing" estaba por todos lados, por lo que le hizo faltar a clases en la universidad solo para que lo acompañase a donde fuera.

Y gracias a eso lo conoció, una mañana llegó con un Horacio somnoliento a la comisaría, todos quedaron boquiabiertos ya que él nunca hablaba de su vida privada por lo que nadie conocía a su hijo, la mayoria se imaginaban una versión de él en mini, pero no se esperaban a alguien como Horacio, era todo lo opuesto y eso le atrajo enormemente.

Ese mismo día tuvo la fortuna de ver a Horacio muchas veces de cerca ya que los tres comenzaron a patrullar juntos, Conway conduciendo y Horacio en los asientos traseros, iba recostado en ellos mientras no despegaba la mirada de su celular y se reía.

-Papi, el viernes hay una fiesta en la casa de Gustabo, ¿Me quitarás el castigo por un día?- le escucho decir de manera tierna, vio como Jack presionaba el volante con fuerza y fruncía el ceño.

-¡Ja! Ni lo sueñes, no te preocupes, tu amiguito se divertirá de todas formas si no vas- dijo con burla, escucho a Horacio rechistar y patalear mientras decía que daba inicio a la ley del hielo.

Sonrió levemente ya que era gracioso, nunca imagino que la relación de Conway con su hijo fuera de esa manera, quien pensaría que un niñato de diecinueve años dominaría de esa forma al hombre más temido de la ciudad.

Llegaron a un atraco en la licorería, por lo que el superintendente se bajó a negociar y le ordeno quedarse en la patrulla para vigilar que su hijo no escapara.

Al principio fue algo incómodo, no estaba en sus planes hablar por lo que se limito a escuchar como Horacio hablaba con sus amigos y se reía de vez en cuando, luego de unos minutos pareció aburrirse y comenzó a sentirse observado, cosa que le puso nervioso.

-Tu... ¿Cómo te llamas?- le escucho decir mientras lo vio reincorporarse para sentarse correctamente en los asientos.

-Volkov, soy el comisario Viktor Volkov- respondió con nerviosismo, por lo que su voz no salió con normalidad, saco una botella de agua y se dispuso a beber para mojar su garganta.

Conway approves? [Volkacio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora