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Esa mañana fue un despertar dulce para ambos, para Horacio amanecer en los brazos del ruso le hizo sentir la persona más afortunada del mundo, pero segundos después sintió como su cara comenzaba a calentarse ya que le vinieron todos los recuerdos de lo que había pasado hace algunas horas de golpe.

Se comenzó a sentir nervioso, ¿Lo habría hecho mal? ¿Le habrá gustado a Volkov? Después de todo suponía que el chico tenía cierta experiencia previa a la suya.

Pero todo ápice de duda se esfumó al sentir unos labios besando su frente.

Levantó la vista para encontrarse con los ojos somnolientos del más alto, era muy tierno verlo de esa forma, se soltó un poco del agarre para sentarse sobre su abdomen, ambos vestían únicamente con el bóxer por lo que no se sentía avergonzado del todo.

—Hola dormilón— dijo en un tono alegre mientras repartía besos por todo su rostro y cuello.

—Buenos días— respondió el peliplata mientras se dejaba mimar con una sonrisa, llevo una mano inconscientemente a la cadera del menor mientras que con la otra busco su mejilla para hacer que se detuviera y así al fin besar sus labios.

La mañana fue relajada para ambos, Volkov tenía el turno nocturno mientras que la clases de Horacio comenzaban a las tres de la tarde, desayunaron con calma para luego ducharse juntos, ducha que duró más del tiempo normal ya que los besos y abrazos requerían de tiempo extra.

Posterior a la acalorada ducha, el menor se tomó una hora para terminar un boceto que tenía pendiente para la siguiente clase, en ese lapso Volkov estaba a su lado llevándole chuches y tomándose el tiempo de observar la dedicación y talento de su pequeño novio.

—¿Y cuando te vas a tatuar?— pregunto Horacio con burla en su voz, sabía que a Volkov no le iban esas cosas, pero le gustaba molestarle.

—No te he visto trabajando en mi "boceto especial y único"— se defendió con el mismo tono de burla aludiendo a las palabras que le había dicho el más bajo en su primera cita.

—Eso es lo que crees— dijo ya más serio pero sin despegar la mirada de la hoja de papel que estaba bajo sus manos.

—¿De verdad? ¿Puedo verlo?— pregunto el ruso algo sorprendido, pensó que Horacio había olvidado esa conversación, no que se la había tomado enserio.

—No, es una sorpresa— dijo mientras reía  y sacaba la lengua, pero se sorprendió al sentir la boca del mayor chocar con la suya con brusquedad pero sin hacerle daño, enseguida cerró los ojos mientras seguía el ritmo del beso, Dios, como lo amaba.

💫

No había pasado ni media hora de que Volkov lo había dejado en la universidad y ya lo extrañaba, esa era una sensación nueva para él, siempre se sintió bien estando solo, pero ahora se le hacía difícil imaginarse sin el ruso a su lado.

—¿Estás bien jotito?— le preguntó Emilio al verlo tan disperso durante la clase, no esperaba asustarle por lo que las verlo saltar en su asiento le causó gracia.

—¡Joder!— soltó Horacio mientras se llevaba una mano al corazón de manera exagerada.

—No, tu no estás bien, suéltalo.

—Verás...— busco un pretexto para decirle, aún no estaba listo para hablar de su relación, la sabía Gustabo pero quería que la siguiente persona en saber fuera su papá, entonces recordó la salida que tendría esta tarde con él —Hoy cenaré con mi papá, es extraño, ya sabes que no salimos mucho, entonces pienso que me dirá algo malo.

Conway approves? [Volkacio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora