II. LUCY

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“Cariño, fóllame esta noche. Cariño, haremos lo que a ti te gusta.”

—Britney Spears;
If u seek Amy.

Solía fumar cada vez que sentía que la vida era una mierda

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Solía fumar cada vez que sentía que la vida era una mierda.

Lucy prácticamente fumaba todos los días.

Sentada sobre el alféizar de piedra de las paredes que separaban el pasillo de los jardines de Hogwarts, le dio una calada al cigarrillo, sin siquiera molestarse en disimularlo por si algún profesor pasaba por ahí. Quizá ni siquiera le dijeran algo. Todos habían escuchado la howler que su padre le envió.

Lucy y su padre no tenían la mejor relación, cuando ella entró a la adolescencia, sus peleas no hicieron más que aumentar. Se había enterado de la razón a los trece años: no era su hija. Su madre, resignada al hecho de que Percy jamás le daría el divorcio —porque, en el mundo mágico, el divorcio era mal visto—, decidió seguir con su vida como si no estuvieran juntos, empezando su relación con un muggle como ella. Realmente no era sorprendente que, después de dos años de matrimonio, Audrey Rankin quisiera terminar todo con Percy Weasley.

Después de todo, ¿quién querría a su padre? No era más que un hombre severo, adulador cuando le convenía y demasiado pomposo, con una obsesión por las reglas y con fines que solo lo favorecerían a él.

Lucy estaba feliz de solo compartir el apellido con él.

Porque claramente, aunque fuera consciente de que no era su hija, le había reconocido como si lo fuera, no porque la quisiera, sino porque sería humillante admitir que su esposa —ya que, aún seguían casados— había tenido un bebé con otro. Percy había tratado de reconstruir la relación con su madre, Lucy tenía la teoría de que él ya no la amaba, quizá la gota que colmó el vaso fue el que se haya quedado embarazada de otro —no parecía muy preocupado cuando ella le fue infiel—, pero lo había intentado para continuar con la imagen de la familia perfecta que quería vender.

La falla en su plan fue que Audrey se agotó de él y del mundo mágico. Cuando Lucy tenía dos años y su hermana mayor, seis, su madre las dejó en la Madriguera con sus abuelos, pidiéndoles que las cuidaran mientras ella iba a trabajar. No regresó a buscarlas a la hora que prometió y Percy, después de pasarlas a buscar y llevarlas a su casa, notó que su ropa ya no estaba en el armario.

Así que, para el mundo mágico, Percy Weasley era la pobre víctima al que su mujer había abandonado, dejándole con dos hijas que cuidar. Posiblemente, si no supiera que la familia le haría una cruz si lo hubiera hecho, se habría deshecho de Lucy el mismo día en el que Audrey se fue, dejándola en algún orfanato muggle, porque igual estaba convencido que ella era una squib.

La verdad era que Lucy hubiera preferido la opción de ser dada en adopción. Amaba a los Weasley, pero cualquier cosa sería mejor que seguir viviendo con Percy.

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