Tres: Kellin Quinn, el que niega su menstruación.

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La reacción de Kellin fue inesperada. Menos hiriente, más preferible. Tony guardó los sobres de tomate para una ocasión de mayor privilegio. Permitió que su amigo le insultara con libertad. Le había vendido por noventa euros. Un videojuego no valía la virginidad del moreno.

— ¿¡En qué coño pensabas, estúpido!? ¡Tengo cosas mucho mejores que hacer que fingir ser una mujer! Además, ¿puedes decirme cómo visten las mujeres en las citas?

Tony reactivó sus recuerdos. Visualizo a una bella chica delante de él. Su brazo derecho quedaba cubierto de tatuajes. Sus piernas eran delgadas. Algunas cicatrices eran fáciles de divisar. Probablemente, proveniente de la niñez. Ascendió hacia su entrepierna, encontrando una amplia falda rojiza. El bordado era delicado y artístico.

— ¡Faldas! ¡Vestidos! ¡Y yo no llevo nada de eso! —exclamó Kellin.

Cruzó sus brazos sobre su pecho y admiró a su amigo. Parecía estar situado en una galaxia paralela. Soltó un sonoro bufido. Tomó la mochila de Tony y robó un sobre de kétchup. Procedía de un supermercado cercano a su vivienda. Rodó los ojos antes de arrojárselo a su amigo, incidiendo en su ojo derecho.

Observó la leve reacción de Tony. Parpadeó variadas veces. Visualizó la realidad con disgusto. Posó sus ojos sobre Kellin, analizando su figura. Sus facciones, adoptando una expresión de ira, mostraban una parte de su amigo que le incomodaba. Pero recordó sus acciones pasadas. Él era el causante. Se acomodó en la cama de Kellin y soltó repentinamente: —Oye, oye, ¿no has pensado que podríamos sacar algo bueno de todo esto? —Kellin recogió el sobre de kétchup y lo tiró nuevamente hacia su amigo, quien lo esquivó con dificultades imprevistas—. Oh, vamos, ya te he dicho que lo siento. Además, no es mi culpa que tengas la regla tan rápido.

— ¡Aquí la única que tiene la regla es tu madre, maldito desgraciado!

Tony rodó los ojos. Debía recurrirá una opción extrema para calma a Kellin. Eligió la opción de llamada tras marcar el primer contacto de su agenda. Recibió una respuesta tras cuatro tonos de espera. Su voz estaba ronca, seca. Habían finalizado su siesta. Tony colocó la llamada en manos libres. Recibió una mirada asesina renovada por parte de Kellin.

—Perdona que te moleste, Dios Mike, rey del World Of Warcraft y fiel seguidor de las comedias románticas, pero necesito tu ayuda con urgencia —Kellin admiró la escena con confusión. Nunca descubriría las razones, pero aquellos eran sus mejores amigos. Para su desgracia, eran los únicos que atendían sus necesidades en momentos caóticos—. A Kellina le ha llegado su etapa menstrual. Ya sabes, ha empezado con la negación. Pero, lo más importante aquí es tu hermano.

— ¿Y qué tiene que ver mi hermano aquí, Tony, campeón de baloncesto en la primaria y dependiente en McDonald los fines de semana?

—Le he sobornado. Si me daba noventa euros, le consigo una cita con su amor de la secundaria: Kellina Quinn Bostick —incontables carcajadas se apoderaron de la llamada. Kellin aclaró su garganta, pero fue una acción inútil—. Él ha aceptado. Pero ella no. Porque Kellina es muy refinada y no quiere dañar sus pelotas con telas finas como la lencería. Y tampoco quiere vestir faldas o vestidos. Eso es muy femenino. Ella es más macho. Por eso viste vaqueros de cuero ajustados.

Volvió su cabeza hacia el moreno, quien lo admiraba con el ceño fruncido. Tony mostró su lengua con burla, acompañando posteriormente sus acciones con una inocente sonrisa.

Los pensamientos de Kellin ideaban un plan perfecto para asesinar a Tony. Sería en un ambiente nocturno. El cantar de las cigarras acecharía al chico sin cesar. Serían una muerte lenta, dolorosa. Una tortura carnal. Pero era su mejor amigo, y sería un gran fallo eliminarle.  Abriría los sobres de kétchup, y no los utilizaría. Sería un castigo suficiente para Tony. Él era muy infantil para la mayoría de los asuntos.

—Tengo una idea, jovencitas hormonadas —sentenció Mike. Acomodó su posición, haciendo sollozar a sus muelles, y aclaró su garganta—. Yo, Mike Fuentes, señor todo poderoso de las pizzas de pepperoni y esclavo sexual de Kellin en lencería, he decidido ayudaros en vuestra situación.

— ¿Puedo opinar sobre esto? —interrumpió Kellin. Debido a su amabilidad, Mike cedió la palabra al moreno—. Somos penosos. Me incluyo porque yo soy el tonto que va a ir a la cita con Vic. ¿Y sabéis por qué? Porque serán más de noventa euros. Vamos a exprimirle a ese pringado todo su dinero —Tony señaló la pantalla de su teléfono. Indicando patosamente la presencia del hermano de Vic—. Mike, tú recibirás un 20% más por ser familiar cercano de la víctima.

like a girl ☹ kellicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora