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Sirius y Remus se deleitaron con la compañía del otro, sabiendo que nada estaba asegurado. Porque así fue en la guerra anterior y sabían que esta sería igual.

Se besaron hasta que sus labios quedaron resecos, hablaron y rieron hasta quedarse sin voz, tomaron hasta que el alcohol se terminó. Se disfrutaron más que nunca, temiendo que sea la última vez.

La última noche, se sentía la tristeza en toda la casa. La sonrisa del ojigris se había esfumado y el licántropo estaba más nervioso que nunca.

Estaba acostumbrado a las misiones de La Orden del Fénix le habían tocado muchas, pero nunca tan difíciles. Infiltrarse en la especie que el tanto temía era peor de lo que se podía imaginar.

—Todo estará bien, cariño. —Dijo Sirius. Sabía que su novio comenzaba a dudar y, aunque le dolía profundamente tener que dejarlo ir, era necesario.

—No estoy seguro de esto, Sirius —Respondió Remus preocupado.

El ojigris acuno la cara de su novio entre sus manos y pego sus frentes —Escucha, todo va a salir bien, ¿Si? Vas a infiltrarte, juntaras la información que puedas y se la llevaras a Dumbledore. Y, cuando esto termine, seremos una familia. —El ojigris sonrió cálidamente y Remus también.

Esa era su última noche y ninguno de los dos quería pasarla lamentándose por lo que tenían que hacer.

El licántropo desconfiaba mucho de su capacidad para aguantar tanto tiempo con una de las personas que más odia en todo el mundo.

Quería quedarse en Grimmauld Place, entre las sabanas de la cómoda cama de su novio y disfrutar de su compañía. Deseaba dormirse y despertarse cuando la guerra termine pero sabía que no podía.

Luego de comer y tomar más whisky de fuego ambos se pararon en la puerta de aquella casa y se miraron por lo que pareció una eternidad. Cuando las cosas están dichas y el amor es tan fuerte, las palabras sobran.

—Y cuando te sientas solo y perdido —Comenzó Remus, sonriendo tristemente.

—Solo mira la estrella más brillante —Sirius continuó por su novio, con lágrimas en los ojos.

—Y sabrás que estoy junto a ti —Termino el ojimiel. Se besaron con pasión, una última vez y el ojigris vio partir al amor de su vida mientras las lágrimas caían por sus mejillas.

Las cartas que nunca te envíeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora