Capítulo 1: En negación
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"Ven, Wilkilén, siéntate a mi lado - le había dicho Vieja Kush -. Voy a contarte de una que, a partir de esta noche, será mi hermana y compañera eterna. No te asustes cuando escuches su nombre, ni la culpes por hacer lo que es necesario. ¿Conoces a alguien a quien le agrade comer manzanas que pendan años y años de los árboles? Tampoco lo conozco yo. Y dime, ¿cómo nacerían manzanas nuevas si las que ya cumplieron con lo suyo no dejaran sitio en las ramas? ¿Podríamos tú y yo ser viejas al mismo tiempo? ¿Quién le enseñaría a quién? La hermana Muerte carga con una tarea que todos comprenden pero pocos perdonan. Sin ella, los hombres no mirarían al cielo en las noches claras. Tampoco cantarían. Sin ella, no existirían ni el suspiro ni el deseo. Sin ella nadie en este mundo se ocuparía de ser feliz."
Liliana Bodoc, La Saga de los Confines: los Días de la Sombra
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El mundo ha cambiado. Siempre cambia, tanto para bien como para mal. El universo y sus leyes son un sistema dinámico, siempre renovándose, siempre reconstruyéndose. Algunos seres fueron hechos para sobrevivir a los siglos, mientras que otros... los van saltando de vida en vida, de muerte en muerte.
No era muy usual ver tantos gorriones agrupados en un solo sitio; lo acostumbrado era que hubiera pequeños grupos ubicados en las inmediaciones de algunas casas. Pareciera como si estuvieran esperando algo de la cabaña en el límite del Bosque Everfree. Los demás animales se mantenían a respetuosa distancia de ellos, porque el aura que desprendían así lo demandaba. Cuando alguien tenía que pasar por donde se encontraban los gorriones, éstos se apartaban sin bullicio, siempre generando inquietud con su presencia tan paciente. Y es que ciertamente habían tenido que ser pacientes.
Frente al castillo de Ponyville, la brisa se arremolinó en la calma estrellada de la noche. Luces como fuegos fatuos bailaron en ella cual hojas secas en el viento otoñal, formando un remolino al que se sumó algo de polvo venido de un lugar desconocido. Un extraño ser fue formado de esta manera: tenía rasgos de poni, pero no se podía decir a ciencia cierta que fuese uno, dado su aspecto demacrado y sus ojos grises, casi blancos, que resaltaban en el rostro huesudo. De hecho sus pupilas no eran visibles a simple vista.
Las casas dormían a su alrededor, pero en la puerta del castillo de la no tan reciente princesa coronada, una figura aguardaba en la penumbra. Al dar unos pasos hacia adelante, la tenue luz de la luna iluminó sus colores violáceos.
"Vamos" dijo el cadavérico ser, y la alicornio lo siguió obedientemente. Aún estaba algo... pues, un poco... confundida por la visita de aquel ser la noche anterior, pero ella comprendía bien el motivo que lo había traído allí, no una sino varias veces. Y hasta ese momento, ella aún no sabía la inevitable verdad que aprendería aquella noche, al igual que el amigo al que tenía que... ayudar, de alguna forma.
Caminaron por la soledad del pueblo, ese Ponyville que ya quedaba distante del que la princesa lavanda había conocido al llegar por primera vez. Pero seguía siendo bonito y afable, y los ponis que lo habitaban, las generaciones que engendraron las anteriores, mantenían las buenas costumbres, ese buen carácter del pueblo.
—Sé que tienes muchas preguntas para hacerme, pero no tengo tiempo de responderlas — dijo de repente la criatura, y Twilight se estremeció.
—¿Cómo...?
—Es algo muy obvio. Sabes de dónde vengo y a quién represento, ¿quién no tendría curiosidad de preguntar?
—Oh... es cierto — admitió la poni color lavanda.

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No es un adiós... [MLP:FIM]
FanfictionMuchas veces es difícil decir adiós, pero los duelos nos ayudan a crecer.