Crónicas "Bell Cranell" [20].

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– Aiz se levantó. Habían pasado un par de horas desde que se había desmayado, por lo que Bell la trajo de regreso a Rivira para que descansase. Bell estaba en un lado de la cama acostado a los pies de Aiz, con los brazos como almohada. Cuando Aiz miro hacia Bell, él se levantó lentamente. –


"¿Cómo te sientes?".


"Uh. Me duele la espalda".


– Aiz estaba haciendo una expresión algo dolorosa mientras sobaba con delicadeza. –


"Lo siento Aiz. Fue demasiado poco concreto lo que te dije".


"No te disculpes. Yo lo entendí, pero cometí un error".


"No. Definitivamente fue mi culpa. Cuando Albert me enseño esto, me explico a detalle. Yo no lo hice, y ese fue el error".


– Aiz bajo la mirada hacia abajo. Mirando hacia arriba casi al mismo instante, las miradas empezaron. Bell empezó a sentirse algo incomodo por las miradas tan dirigidas, y a la vez tan poco estables. –


"Eh escuchado que cuando un humano mira así, es porque está por declarar su amor".


"¿Que...?" – La voz de Bell hizo eco en la mente de Shuko. –


"¿El maestro... tampoco sabe sobre estas cosas?".


"Es conocimiento que jamás había pensado que fuera útil... como para adquirir. Además de eso, te lo repito. Has estado leyendo demasiadas novelas de ese armario".


– Shuko se calló cuando la voz de Bell en su mente estaba haciendo un sonido como decepcionado. Cuando Shuko volvió la cabeza hacia adelante, lo que vio fue a Aiz tratando de sacar algo de una pequeña bolsa que habían traído. –


"Traje esto". – Un pomo de plástico fue mostrado en las manos. –


– Aiz se agacho, diciendo con voz suave. ["¿Puedes ponerme un poco?"] Se puso de espaldas, y empezó a desvestirse. Comenzando por su maya que tenía sobre el cuerpo, para luego continuar con el vestido blanco. La tela de los hombros fue removida hacia los costados, para que los delgados brasos de Aiz salieran hacia arriba. La piel de Aiz, expuesta, mostraba una marca roja. Parecía que alguien la había azotado. –


– Girando la mirada, sus ojos se encontraron. Aiz esperaba ver rubor en las mejillas de Bell, pero lo que vio fue a él con la crema aun en las manos, detenido en su lugar, con una mirada complicada. –


"¿No puedes... ponérmelo?" – Pregunto. La voz de Aiz sonaba medio avergonzada. –


"Y yo... . Nunca eh hecho esto".


– La boca de Aiz se abrió mientras que sus ojos quedaron abiertos. Dándose vuelta para tomar el ungüento mientras con el otro brazo tapaba su modesto busto de 12 años, y luego ella empezó a hacer una serie de cosas para mostrar cómo hacerlo correctamente. Ella abrió la tapa mientras giraba la mano en forma de círculos pequeños. –

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