- Qué desafortunado para ti, Araxys, y sin embargo tan afortunado para nosotros, el momento en que te atacaron en nuestro pueblo.
- Han cambiado mucho. En aquellos momentos casi me odiaban, no creían afortunado viajar conmigo.
- Es cierto, pero todavía éramos niños, y padre no nos había instruido en las prácticas vahelyrs, que tanto deseábamos- A Axell se le nubla la cara por un momento-, en especial yo. Muchos de los habitantes no podían evitar mirarme decepcionados.
- Hablando de padre, a él si que lo odiamos cuando decidió enviarnos contigo a tu aldea.
-Sí, recuerdo que en el viaje me ignoraban cada vez que les hablaba, y empezaban a planear venganzas contra su padre casi gritando para evitar escucharme.
A pesar del gran control de Emma no puede evitar ruborizarse, pensando en lo infantil que fue en esos momentos, a pesar de que ella siempre se estaba quejando de la inmadurez de su hermano en aquella edad. Sin embargo Axell no pudo evitar que se le asomara una pequeña sonrisa. Debe ser porque él todavía se creía un niño, a pesar de que era capaz de analizar cualquier situación, y pensar a veces mejor que un adulto, aunque decía que eso era propio de considerarse un niño. Un niño curioso que sólo buscaba un sin fin de experiencias con las cuales madurar, así se definía el propio Axell.
- Sin embargo para mí no resultó después de todo un hecho tan desafortunado, pues para traer a Emma también tuvo que venir Nathaly.
- Creo que ella tampoco te habló en el viaje- Emma se ríe de todos los intentos de Araxys para acercarse a Nathaly-.
- Muy graciosa Emma, pero ya se te acabó el tiempo de descansar, la energía alrededor de ti es voluminosa, ya puedes empezar a hecharme aire.
- Ahora el gracioso eres tú. ¿Acaso quieres volar?
- Inténtalo.
Araxys se pone de pie con su acostumbrada pero impresionante velocidad y adopta posición de combate. Emma con despreocupación sacude su vestido y en grácil movimiento desprende de un par de argollas ceñidas al vestido dos relucientes y magníficos abanicos hechos con plumas de Namya. Viendo a su contrincante lista, Araxys emprende una veloz embestida, frenada por la repentina corriente de aire producida por un fuerte movimiento de los abanicos de Emma.
Un segundo ataque se produce desde las emplumadas armas de la chica, una potente ráfaga de viento que despeina a Araxys.
- Lo he evitado por los pelos, literalmente.
- Seguramente tardaste en evadirlo solo pora hacer el chiste- la chica ataca sin cesar, si se le acerca tiene pocas posibilidades de vencerlo-.
- Pudiera ser- las peligrosas ráfagas siguen fallando su blanco por poco, sin embargo Araxys parece estar disfrutándolo-.
Cualquier persona que hubiera pasado por aquella zona sentiría como el aire se agitaba ferozmente. Y si hubiera paseado la vista por aquellos solitarios y apartados árboles que adornaban la pradera contigua a Marryn, encontrarían bajo la sombra del más grande ejemplar de estos árboles de troncos gemelos, la causa de este fenómeno. Un hombre y una chica se desafiaban constantemente, y día tras día desde hace dos años y medio, luchaban bajo la sombra de aquel árbol en lo que ellos llamaban entrenamiento. Un joven casi siempre los miraba con aspecto divertido, a veces tendido en el césped, otras recostado a uno de los dos troncos del árbol y algunas otras sentado en alguna gruesa rama entre el espeso follaje. Sólo en contadas ocasiones el joven intervenía en alguna de esas batallas.
- Ya esta agotada, esta es mi oportunidad- piensa Araxys alegremente.
Desde hace mucho tiempo sabía esperar pacientemente hasta que su presa cayera agotada, y con Emma siempre lo había hecho. Ciertamente, de vez en cuando ella le sorprendía con un ataque sorpresa, pero sus reflejos son magníficos, y lo esquivaba con gran habilidad.
- Es el momento, la última embestida y vuelvo a ganar- piensa y al instante corre con una rapidez increíble hacia Emma, que parece haber aceptado ya su derrota-. ¡Ya está, vencida! ¿Pero qué...?
Araxys cae incapaz de moverse. Axell abre los ojos sin creerlo todavía, su hermana había ganado. ¿Pero cómo? De repente una pluma plateada destella y se explica todo.
- Buen trabajo hermanita. Por fin lograste vencerlo.
- He tardado mucho para derrotarlo pero aquí está mi victoria.
- ¿Desde cuándo las plumas de tus abanicos tienen veneno? - pregunta Axell examinando la pluma que acaba de quitarle a Araxys.
- ¿Recuerdas hace tres días, cuando entramos en el pueblo y se me cayó el abanico dentro del barril frente al taller de medicinas? Pues cuando lo estaba limpiando me pinché el dedo, y no lo sentí durante un tiempo, entonces se me ocurrió la idea.
- Sí, muy buena tu idea la de paralizarme- se queja Araxys intentando levantarse del suelo-. Espero que hayas consultado bien los efectos del veneno, no quiero que luego me empiecen a salir ampollas por toda la piel o que me den ganas de vomitar durante el resto del día.
- Tranquilo, lo único malo que tiene este veneno es que si se aplica demasiado puede llegar a paralizar algún órgano.
- Como si eso no fuese suficiente- replica Araxys que se incorpora con ayuda de Axell-.
- Lo que más me sorprende hermana, ¿en qué momento desprendiste la pluma de tu abanico?
- En ningún momento, esa pluma la había dejado aquí desde ayer en un pequeño nido abandonado.
- Oh, yo pensaba que cuando lanzaste ese ataque al árbol era porque querías que te ayudara.
- Yo voy a necesitar tu ayuda cuando seas capaz de controlar la energía que los espíritus te brindan.
- Gracias por tu comprensión hermanita, sabía que si alguien me iba a apoyar y a darme ánimos serías tú.
- Tu hermana tiene razón Axell, hasta que no seas capaz de utilizar correctamente la energía de los espíritus no creo que seas muy útil en el campo de batalla, no importa lo habilidoso que seas con las flechas.
- ¿En serio creen que yo no quiero hacer eso? Pero, es que, yo no lo siento como ustedes lo dicen.
- Yo creo que eso es capricho tuyo hermano.
- Mejor hablemos de otra cosa, ya me saldrá en algún momento, de todos modos, los planes del culto Craxys fracasaron cuando te dejaron con vida- Axell y Araxys se sostienen la mirada seriamente durante unos segundos-, y no pueden atacarnos ahora, si no quedaría claro que lo único que quieren es imponerse ante todos y obligarlos a seguir sus creencias a cualquier precio, eso les daría muy mala imagen.
- Sin embargo ellos ya controlan a demasiadas personas, muchas de las cuales gozan de gran poder e influencia en los distintos pueblos, incluso, según últimos informes, ya están ganando fama entre los Ulden.
- ¿¡Los habitantes de las Tierras del Fin!?- la cara de incredulidad de Emma le saca una sonrisa a su hermano- Pero si son unos salvajes.
- Ya no son las Tierras del Fin, el tercer día de viaje de vuestro pueblo al mío fueron descubiertas nuevas tierras, 8 días al sureste de Costa Profunda, desde entonces se utiliza el nombre con que ellos se refieren a esas tierras, Ultamirga.
- ¿Qué significa?- Pregunta interesado Axell, que siempre había mostrado admiración por los distintos idiomas-.
- Ni lo sé ni me interesa. Como dijo tu hermana, son unos salvajes. Nunca han reconocido que hayan personas más fuertes que ellos, ni siquiera tenían dioses.
- Eso es lo que no entiendo- exclama indignada Emma-. ¿Por qué aceptan los nuevos dioses si nunca han aprobado nuestras creencias?
- Quizá es porque los del Culto Craxys realizan sus acciones bajo el nombre de sus dioses, creo que los Ulder piensan que los nombres de los dioses le dan una identidad más real que la de nuestros espíritus.
- ¡Eso es absurdo!
- No todos opinan así. De cualquier forma, nosotros nos mantendremos firme en nuestras creencias- afirma con seguridad Araxys-. Ahora deberíamos volver al pueblo antes de que empiece a llover.
- ¿A llover? Pero si el cielo está despejado.
- Tus ojos- responde Emma mirándolo fijamente-, están azul oscuros, y la línea amarilla está más ancha, eso quiere decir que habrán truenos.
- Ah, si, mis ojos... Quizá ese fue el gran poder que me otorgaron los espíritus, predecir el clima- Axell habla en un susurro y con la cabeza baja-.
- Vamos hermanito- dice mirando el cielo-, sabes que eso se debe a que eres un Delae.
- Tú también eres Delae y tus ojos no cambian de color.
- Sabes que padre no sabe mucho acerca de nuestra raza, pero dice que en la mayoría de los Delae solo varía la intensidad del color dependiendo del estado de ánimo. Según él, los ojos de nuestra madre no cambiaban el color, sin embargo los de abuela Demia se tornaban carmelitas al hacer calor y verdes al hacer frío.
- Y los de abuelo Remell son negros excepto cuando está cerca de piedras preciosas y se vuelven grises.
- He oído hablar de él- interviene Araxys con una sonrisa-, aparte de ser un gran minero también es un excelente comerciante, creo que una vez estafó a mi abuelo- Araxys siempre se divertía con cualquier hecho que perjudicara un poco a su abuelo casi loco y su supuesta reputación como el más temido de los guerreros-.
- Como sea- dice Emma mientras le extiende la mano para ayudar a su hermano a levantarse-, estoy segura de que algún día nos sorprenderás a todos con una enorme y poderosa habilidad.
- Pues creo que preferiría no tener que impresionar a nadie, que nadie espere nada de mí- agarra la mano que le ofrece Emma-. Así evitaría muchas miradas molestas y decepcionadas- dice ya de pie-.
- Pues, nadie esperaba que fueras buen arquero- dice Araxys mientras empieza a caminar-, y creo que eres el mejor que he visto, teniendo en cuenta tu juventud.
Con un poco de su ánimo habitual de regreso, Axell camina junto a su hermana detrás de Araxys, pensando en qué regalar a Xander por su 3er año de vida.
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El Ascenso de los Dioses
FantasyEn una tierra de guerras surge un Imperio, unificando a los pueblos bajo su poder con un idioma común. Miles de años después, una nueva doctrina comienza a ganar poder y fama dentro del Imperio, amenazando con eliminar las antiguas creencias de los...