𝗖𝗢𝗡𝗤𝗨𝗜𝗦𝗧𝗔 𝗜𝗡𝗘𝗦𝗣𝗘𝗥𝗔𝗗𝗔 ☯ ¦ ᴼᴹᴬᴿᴵᴷᴬ [EDITANDO]

⚊𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐈𝐕 ┊ 𝐂𝐄𝐋𝐎𝐒.

–Capítulo 4: Los celos de los Saldaña se disparan | 'Conquista inesperada'

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La fiesta parecía no tener fin, Fernando seguía sentado en el sofá devastado y con la mirada perdida, Óscar se encontraba en la misma situación. Ambos se habían enamorado de aquellas mujeres como dos locos que dependen de algo, pero ¡Oh Sorpresa! Veían a otros hombres. Las dos habían ido a los vestidores a cambiarse para el baile de la fiesta, que sería la cereza del pastel. La epítome de los celos.

Pero los hermanos no se veían muy emocionados con la idea. En el balcón ya estaban algunos invitados ya listos para la celebración (la imagen de referencia*). Salvador entró para avisarles que estaba todo listo con los caballos y Fernando apretó los dientes al verlo entrar.

—Señor...

—¿Qué crees que eres, mi hermano? Te he dicho que avises antes de entrar García —se levantó enojado haciéndole frente.

—Perdón, señor —se quitó el Sombrero avergonzado aunque enojado por su actitud—. Solo quería informarles que ya esta todo listo en los establos.

Salió rápido del lugar muy apenado y evito buscar a Sarah con la mirada, aunque de cualquier forma no lo hubiera logrado porque no estaba ahí. Fernando se levantó y tomó un vaso sirviéndolo de Whisky furibundo con el joven. Los celos le están volando la cabeza. Su hermano se sorprendió por el comportamiento de su hermano, nunca lo había visto comportarse así y mucho menos con Salvador que era uno de sus más fieles.

—¿Qué es lo que te pasa?

—No se de que me hablas —distante y frío. Le da un trago al vaso.

—¿Por qué tratas así a Salvador? sólo estaba haciendo su trabajo.

—Ese tonto. . . Lo vi con Sarah a punto de besarse.

Óscar comprendió todo al instante, recordó lo que había sentido en la mañana al ver a Ricardo y Caro juntos y sin distanciarse, hubiera reaccionado igual o peor que su hermano pero no eran nada. Fernando siguió bebiendo olvidando por completo la fiesta que tenían con todos los activistas, Óscar río por la reacción de su hermano comprendiendo que amaba a Sarah.

—Eres muy noble para insultar, hermanito. Y eso no es otra cosa más que celos.

—¿Es muy obvio? —pregunta preocupado tomándolo de los hombros.

—Bastante. Afortunadamente no ha sido con Sarah aquí.

—¿Qué hago? Me gusta, me enamoré de un momento a otro.

—¿Cómo lo hizo?

—Ni idea... Todo en ella es perfecto, Óscar —dice con una sonrisa apareciendo en su rostro—, su belleza exterior e interior. Ama a los animales tanto como yo, incluso eran fanática de la hípica.