Sonidos y aromas que giran en el aire de la tarde (Moderado)

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Aquella vez, antes de que me diera cuenta, mi huida me tenía sumergida en ese laberinto pantanoso, oscuro y húmedo; el aire de ahí era denso, el ambiente lo acompañaba.

El reflejo de la Luna se acoplaba perfectamente a la simetría de cada aleatorio charco, una vez que mi cansancio fue mucho incluso como para arrastrarme de este cuerpo acuoso en el que me había metido, el cual no debió ser más profundo que la altura de las rodillas y más amplio que una tina grande, yo sentía que me hundía sin oponer resistencia, veía cualquiera de las orillas a una distancia desalentadora.

Ante ello no me quedo de otra más que mantenerme sentada sobre las rodillas y tener ambos brazos bien hundidos en el lodo. Donde mi reflejo era deforme y se mimetizaba con el agua transparente.

Entonces una voz tremendamente pesada me convenció con su palabrería sobre salvar al mundo. Sobre salvarme a mi misma.

-Aquella que este tan perdida como para hundirse en alguno de estos pequeños charcos, será aquella que al levantarse ayude a que nadie más caiga, aún sí se trata del bravo mar. - Dijo esa voz con una epicidad electrizante.

Pero antes de eso, apenas unas horas atrás, mi vida parecía tan radicalmente ordinaria que los párrafos anteriores parecerían un relato diferente.

Preparada para resaltar entre la multitud con mis excelentes pasos de baile, la final regional de tal disciplina era un evento colorido y esperanzador para mi, previo a esos días, destacar era lo que menos me importaba, pero desde que "Él" apareció en mi vida, la forma en la que me envolvía en sus cálidos y fornidos brazos, me hacía sentir tan arropada y segura, que me había convencido de que, a su lado; yo era capaz de brillar aún en los más exigentes escenarios.

Este sentimiento era nuevo, era difícil encajarle una palabra, pero cada vez que caminaba a su lado, todos los problemas desaparecían, cada palabra venida de su boca me hacía sentir una "casi taquicardia", ni siquiera puedo decir que había en "Él" para mantenerme estaferma a tal punto, y creo que esa era la mejor parte.

Lejos de intentar guardar las apariencias cuando yo hacía algo poco femenino, como degustar un elote con los modales de un maleante, "Él" me seguía la corriente, de esa forma podía ser yo, y podía ser especial para alguien siéndolo.

-Bailas muy bien.- Dijo "Él" en cierta ocasión. 

¿Tú crees?- Le contesté con ilusión.

-Veo que no me equivoqué al elegir pareja de baile, eres bonita, coordinada y deslumbrante.

Y como "ese otro tipo de pareja" tampoco fue una mala elección.- Dijo manteniendo un carácter entre coqueto y sarcástico.

En cualquier otra persona eso sonaría desalmado y pretencioso, pero en "Él, no sonaba más autentico, más si como halagos gratuitos que no hacían daño.

Sonriéndonos cada vez que nos dábamos la cara en nuestra colorida danza, nada podía salir mal.

Simplemente fui una de esas personas que "Se dejaron llevar".

Pero el hecho de irme perdiendo ciegamente en sus palabras, a su vez del incremento de nuestra reputación el el gremio de bailarines... Me haría a la larga aprender una lección.


(....) 



Tras la paliza que de seguro me debió de dar "marea", de la cual no me quedaba recuerdo alguno, desperté con la cabeza pegada al pecho de Zaid, podía sentir el ritmo de su latidos, la humedad de su piel y en general, el calor que irradiaba todo su cuerpo, era la misma sensación de cuando "Él" me abrazaba y dada su altura mi cabeza quedaba exactamente en esa misma parte de su cuerpo.

El jardín Después de la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora