Parte 1

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Gritos...Dolor... Harry...Voldemort...Cedric

Gabrielle abrió los ojos de golpe, agitada por la pesadilla que la atormentaba cada noche, se frotó los ojos y se sentó. Miró a su alrededor y se encontró nuevamente con el deprimente aspecto del calabozo en el que se encontraba. No sabía dónde estaba, ya que no había ventanas y generalmente estaba bastante oscuro, por lo que también había perdido la noción del tiempo.

Tenía una mano encadenada a una columna, estaba en los huesos (lo máximo que le daban de comer era una ración por día) y se sentía sin esperanza.

La única persona que veía era a Colagusano, que le llevaba la comida. Extrañaba el castillo, extrañaba a los Weasley, a sus amigos, Atenea, Gryffin... ¿Estaría vivo?, extrañaba las clases, el periódico...a Albus. Era increíble pensar que en el curso sus preocupaciones habían sido un baile y entrevistar a unos estudiantes extranjeros. Ahora estaba sola y a punto de morir ¿Volvería a ver el castillo alguna vez?

 Ella ahora solo se limitaba a existir y cada vez que oía el ruido de la puerta abrirse no podía evitar pensar que iba a ser su último día con vida ¿Por qué la tenían encerrada? ¿Por qué no solo la mataban?

Pero podía imaginar una razón... lo que tanto habían temido ella y Albus; que la vayan a usar para chantajearlo, para llegar a él.

Gabrielle pensó en que si iba a seguir así toda su vida... no tenía sentido seguir viviendo. Y si en realidad pensaban usarla para chantajear a Albus, al menos podría evitarlo...

Sus pensamientos se interrumpieron por el familiar sonido de la puerta abriéndose, le faltaba aceite y los chirridos que producía le ponía los pelos de punta a Gabrielle.

Sintió como su muñeca se liberaba del peso de la cadena y abrió los ojos sorprendida ¿Finalmente iban a matarla?

Alguien la jaló del cuello de la túnica para levantarla y oyó una voz muy cerca de su oído.

-No sabes cuánto disfrutaré esto- Reconoció la voz de Lucius Malfoy -A ver si Dumbledore aprende la lección de una vez por todas- Y sin más, la sacó a rastras del sombrío calabozo

Gabrielle caminaba con dificultad, sin energía. Sentía que sus piernas ya no eran capaces de soportar su peso, y la aparente prisa del señor Malfoy no le ayudaba.

Sintió cómo la empujaban y cayó de rodillas contra el suelo, apoyando sus manos en este para evitar golpear su cabeza. Levantó su vista y notó que estaba rodeada por mortífagos, pero no usaban máscaras como la noche del cementerio, logró reconocer una cara entre todos sintiendo esperanza por primera vez en mucho tiempo.

- ¡Profesor Snape! -Exclamó alegre, causando la risa de los mortífagos

El profesor estaba frente a una mesa que parecía tener un montón de ingredientes que rodeaban un caldero del que salía humo y observó a la muchacha sin producir ninguna expresión.

- ¿Profesor? -Preguntó insegura, Snape no había podido traicionado a Albus ¿Verdad?

-Está consciente, como lo pediste Snape -Escuchó la voz de Malfoy

-Perfecto, ¿proseguimos? -Oyó la sombría voz de Voldemort

Se giró para verlo y este se acercaba a ellos, los mortífagos lo recibieron con una reverencia.

-Mi señor- Dijo Snape mientras le reverenciaba con la cabeza, Gabrielle no podía creer lo que veía

-Usted...- Expresó la pelirroja con desprecio

-Crucio- Sentenció Voldemort

Gabrielle sintió como mil chuchillos se incrustaban en su cuerpo, en su alma. Lamentablemente se había llegado a acostumbrar a aquella sensación y por lo menos ahora podía ahogar sus gritos, así su tortura no sería tan satisfactoria.

Colagusano se acercó a ella y le quitó el anillo de su padre y el collar de su madre, ambos le habían dado mucha fuerza en su encierro, pero cuando intentó resistirse le volvieron a lanzar la maldición torturadora.

- ¿Todo listo Severus? -Preguntó Voldemort dirigiéndose al maestro (¿O exmaestro?)

-Sí, mi señor- Contestó el pelinergo mientras introducía un frasquito en la poción, divisando un líquido negro y espeso, que le generó gran desconfianza a Gabrielle

-Lucius- Llamó Voldemort

El peliplateado le quitó el frasco a Snape y se lo entregó a Voldemort y luego, apuntó a Gabrielle con su varita. Ella sintió como se suspendía en el aire, con la cabeza alzada.

-Tres gotas son necesarias, mi señor- Explicó Severus

Voldemort agarró a Gabrielle de las mejillas, era la segunda vez que sentía su piel fría, como si fuera la de un muerto. Intentó zafarse del agarre en vano, pues descubrió que no podía mover su cuerpo en absoluto.

Le abrió la boca y giró el frasco, esperando que su espeso contenido se introdujera en la boca de la pelirroja.

Gabrielle cerró sus ojos con fuerza, intentando concertarse, pero hace semanas (¿o meses?) que no había podido activar sus poderes.

Una. Sintió algo baboso en su boca. 

Dos. Sintió como si tuviera piel de Thestral en la boca. 

Tres. Sabía bastante amargo

 De repente, empezó a sentir que su lengua se quemaba.

Sin poder soportar el dolor, pasó por su garganta aquel extraño líquido y sintió como ese ardor se extendía rápidamente por todo su cuerpo, pero lo que más le dolía era su cabeza. Sentía como si fuera a explotar, una dolorosa presión, unas punzadas. Comenzó a gritar desesperada, ni siquiera la maldición cruciatus la había hecho sentirse así.

Y empezó a divisar imágenes, recuerdos... Albus en la cabaña, ella viviendo con los Weasleys, su selección, su charla con Albus frente al cuadro de Godric, el anillo de su padre, Tom Ryddle, colagusano, el día que conoció a Rachel, a Gryffin, cuando conoció a Sam, cuando compró a Atenea, Hugo, Hermione, la carta de su padre, Nikolay, la foto de la boda de sus padres, Cedric, el espectro de sus padres en el cementerio...

Cada vez veía más y más recuerdos, eran como bombas que caían cada vez más rápido. Sentía que su cabeza iba a explotar, cuando de repente todo se volvió negro y silencioso.

Los gritos de la pelirroja cesaron y los mortífagos la observaron expectantes.

Gabrielle dejó de sostenerse la cabeza y observó confundida a su alrededor, notando a los mortífagos.

- ¿Dónde estoy? -Preguntó la pelirroja asustada - ¿Quiénes son ustedes? -Preguntó al tiempo que se paró angustiada

Voldemort observó complacido a la confundida pelirroja y con una sonrisa en su rostro le apuntó con su varita para pronunciar

-Imperio-

Y los pensamientos de Gabrielle cesaron, siendo remplazados por una extraña calma, como si estuviera en una especie de sueño.

La heredera de Gryffindor [5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora