Coincidencias

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Salí a la calle y un frío viento me recibió a pesar de que eran las 2:40 p.m. y en el cielo había un sol brillante. Me ajusté un poco más el blazer y caminé por las calles de aquel barrio de Bogotá. Tenía en la bolsa una camisa más para cambiarme si en algún momento no me sentía cómoda. No me había dado tiempo de avisarle a nadie que hoy empezaría mi primer trabajo independiente. De todas formas, no había alguien que de alegrara sinceramente. Carla, mi mejor amiga, me había dejado ver entre los mensajes que me había mandado al whatsapp que también creía que estaba loca. "¿Cómo vas a dejar derecho para irte a probar suerte?". Pero a pesar de todo, acá estaba, de camino al pub donde les demostraría a todos que podía hacer cosas lejos de mi vida hecha por alguien más.

El pub quedaba en una zona un poco más movida. Había unos cuantos restaurantes, cafés, bares y al final de la calle una licorera. Algo así como la zona rosa de la ciudad. Sin embargo, a esta hora del día lo que predominaba eran familias y jóvenes que tenían pinta de tener entre 14-15 años entrando y saliendo de los bares y cafés. El pub estaba casi al final de la calle. Me dirigí hasta allá pero la puerta estaba cerrada. Di unos cuantos toques pero nadie venía. Puse mis manos a ambos lados de mis ojos y mire por el cristal. Habían unas cuantas personas organizando el lugar y una chica de aproximadamente 27 años se dirigía a abrirme. Me enderecé rápidamente y alisé mi ropa. Unos segundos después me estaban abriendo la puerta:

- ¡Daniela! Que bueno que hayas llegado, ven pasa - entré al lugar y cerraron la puerta tras de mí. El pub era muy bonito. Las paredes de ladrillos, suelos de madera pufs azules y anaranjados en todas partes, una barra de ladrillos y marmol, una repisa llena de licores, máquinas de café, algunos snacks, mesas negras y una zona amplia que supongo que era la pista de baile. Las paredes estaban llenas de cuadros y fotografías de artistas. La vez que había traído la hoja de vida de los nervios no había mirado nada - ¿te gusta?

- Sí, es muy bonito y acogedor. Invita a quedarse - dije sonriéndole.

- Si, esa es la idea del lugar. Funciona como café desde las 4 y a eso de las 8 ofrecemos servicio de bar hasta las 12 más o menos. Solo abrimos jueves, viernes y sábado. Así que este es más o menos tu horario - dijo mientras me sonreía y nos dirigiamos a donde estaban los otros. Eran 2 chicos, uno de la misma estatura que yo, con el pelo mono revuelto, ojos azules y delgado, otro un poco más alto, el pelo negro corto, inicios de barba y ojos negros. Entre ellos había una chica delgada, un poco más baja que yo, con el pelo castaño ondulado y las facciones finas. Dejaron de hacer sus cosas y nos miraron a ambas.

- Está muy bien el horario.

-Mira, este es nuestro grupo de trabajo. Mario -el chico rubio-, Andrés - el del pelo negro-, Sofía y yo soy Camila. Somos pocos y lo mantuvimos así por un tiempo, pero el negocio ha crecido. Se ha vuelto más famoso el pub y necesitábamos a alguien más.

- Pues vaya, muchas gracias por confiar en mí. - les dije y cada uno de ellos me sonrió.

- Tu trabajo es simple. A veces vas a estar en la barra, a veces como mesera, otras viendo que todo marche bien con la música. Nos vamos a estar rotando. Y este es nuestro uniforme -  me entregó una camisa morada clara - bueno, ¿qué te parece?

- Estupendo, ¿con qué empiezo?

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Estaba detrás de la barra. La verdad es que el pub estaba muy bien. Habían tantas personas que era difícil distinguir entre la multitud a la gente. Cuando dijeron que se había vuelto famoso no exageraban. Habían personas sentadas en los pufs, unas cuantas bailando, otras en las barras con sus bebidad, unas en la puerta paradas manteniendo conversaciones y fumando. Apenas había podido mantener alguna conversación con mis compañeros de trabajo porque después de las 5 el lugar estaba lleno y no paraban los pedidos. Ahora estaba sirviendo unas bebidas junto con Mario, mientras los demás estaban de un lado a otro.

Confía en mí - CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora