Te cubro

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Estaba parada limpiando la barra, pero mi mente no estaba ahí. Hoy Poché habían ido al pub con unos amigos de Fernando y estaban parados en el fondo del lugar bailando lentamente al ritmo de una canción. Yo no podía apartar la mirada de ella por más que quisiera y por más que mis compañeros me preguntaran que por qué estaba tan elevada. Las sospechas sobre mi atracción por Fernando aumentaron, porque me veían con la vista fija en ellos. Solamente Mario sabía que si estaba así, no era ni por asomo por aquel chico alto y barbado. Llevaba más o menos un mes desde que le dije que no quería olvidar lo que pasó. Nos habíamos visto casi todos los días de la semana y siempre nos estábamos escribiendo. Aunque no era claro qué éramos, porque ella decía que no había necesidad de las etiquetas.

Adicionalmente, aunque ninguna de las dos había dicho eso en voz alta, aún no queríamos que fuera público. No por miedo al qué dirán, porque nos valía, sino porque queríamos averiguar que pasaba antes de que los demás supieran. Y allí estaba, embobada mirándola a lo lejos mientras bailaba. Hoy traía una pinta relajada porque no quería organizarse mucho. Tenía una sudadera gris, una camisa blanca de tiras y un gorro azul con blanco. Tenía algunos accesorios y su pelo suelo, tan negro y tan sedoso, hacía que se viera tan jodidamente hermosa. Tenía ganas de acercarme por detrás y bailar con ella una de las canciones.  Pasaba a toda hora cerca de donde se encontraba con el pretexto de llevar algún pedido, pero en realidad no había ningún cliente por esa zona.

Y ella por su parte, me miraba mientras bailaba y yo sentía que iba a enloquecer. La manera en la que se movía, sus labios, sus ojos, el maquillaje que traía puesto. De verdad no sabía hasta cuándo iba a aguantar sin darle un beso. Ya a estas alturas no podía negar que me gustaban las mujeres y había decidido abrirle las puertas al descubrimiento sin miramientos e iba a disfrutar cada momento que pudiera. Alguien se aclaró la garganta y me sacó de mi ensoñación. Miré para el lugar de donde procedía el ruido y vi a Mario mirándome fijamente.

-Estás que te mueres por ir allá ¿no?- dijo y sonrió.

- La verdad es que sí Mario. Yo no sé qué me hizo, pero te lo juro que me estoy enloqueciendo – me senté decaída en la silla y lo miré mientras apoyaba la cabeza en mi mano. Él dirigió una mirada a la pista de baile.

- Es que uff. Es muy sexy y bella Calle, cualquiera estaría así – me volvió a mirar - ¿y por qué no vas?

- Primero porque estoy trabajando. Y segundo porque no hemos decidido qué somos.

- ¿Y qué importa saber qué son? Te gusta Calle. Ya sabemos que no es solo tu girl crush.

- Es cierto, pero es que… No sé. No sé si le va a molestar a ella. Tú sabes que no le gustan las etiquetas.

- Pero que vayas y la beses no es una etiqueta.

- Que lo haga frente a todos sus amigos sí lo es – Mario miró nuevamente al lugar donde estaban y se quedó callado un momento.

- Espérame acá. Tengo una idea. Más tarde vuelvo.

Y se fue sin explicarme cuál era su grandiosa idea. Aparté la mirada de donde estaba Poché que ahora bailaba con Fernando y me puse a limpiar nuevamente la barra. Habían llegado nuevos clientes así que me tocó ir a tomar sus pedidos y esperar por sus órdenes. Andrés estaba detrás de la barra sirviendo las bebidas junto con Camila, mientras que Sofía estaba atendiendo otras mesas. No había rastros de Mario. Seguí trabajando, cuando vi a Mario por la mesa del Dj llamándome. Le dije a Sofía que me cubriera un instante y ella accedió.  Me acerqué a él y lo miré a los ojos. Tenía una sonrisa triunfante.

-Resulta que la bodega está desocupada. Traje todas las bebidas y snacks que faltaban y los acabo de poner detrás de la barra. Ya voy a organizar todo.

Confía en mí - CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora