Amanecer

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Abrí los ojos y miré al lado. Ramón estaba aún dormido en mi almohada pero no habían rastros de Poché. Me estiré un poco y cogí mi celular. Eran las 6 a.m. bostecé y me coloqué los zapatos para buscarla. La vi parada en el balcón. Traía la ropa que le había prestado anoche y el pelo recogido en una cola alta. Recuerdos cortos llegaron a mi cabeza del beso y las palabras que intercambiamos.

Ella me besó de vuelta, así que seguramente yo también la atraía. Miré desde atrás fijamente su figura y no podía creer que yo le gustara. Pero ¿ahora qué diría? Si me preguntaba qué era lo que buscaba ¿cuál era la respuesta? Ni yo lo sabía. Di unos pasos más para acercarme a ella y notó mi presencia. Se giró y me sonrió

-Qué linda vista tienes en la mañana desde acá. - miré y el cielo estaba naranjado y los pájaros volaban de un lado a otro.

- La verdad no lo veo mucho, soy mala para despertarme temprano - asintió y miró fijamente al cielo.

- Esta es una de las cosas que más me gustan. Los amaneceres. Es un momento para pensar y dedicar tiempo solo para ti.

- ¿Hace cuánto estás despierta?

- Media hora.

- Y ¿por qué no me despertaste? -la miré y seguía concentrada en el horizonte

- Estabas muy tranquila. Y Ramón estaba cómodo a tu lado.

- Es tan irreal todo... - esta vez se giró y me miró fijamente - esta ciudad, esta vida, tú... la verdad es que no sé qué quiero o qué espero...

- ¿Y por qué estás tan apurada por resolverlo?

- Porque dejé atrás a gente Poché...

- Sí, pero algunas veces hay que soltar cosas para ganar otras. Cada momento cuenta, cada cosa es diferente y te enseña algo Calle.

- Sí, pero...- suspiré- es que me siento un poco incómoda. Después de lo de anoche, es que no sé que somos...

- ¿Quién necesita etiquetas? - me miró a los ojos y sonrió - además, no va a pasar nada que tú no quieras. Si quieres olvidarlo, bien. No necesitas darme explicaciones ni nada. - hubo un silencio y al final no respondí. ¿Eso era lo que quería? - ven, preparo yo café.

Y entró a la cocina. Sacó las cosas y empezó a preparar el desayuno, luego de darme una taza de café. La bebí y me acosté en el sofá mientras veía la gracia con la que se movía por la cocina. Al principio pensé que sabía lo que hacía, pero después vi cómo regaba algunas cosas y renegaba porque otras se habían pasado de cocción. Yo solo me reía. Al final, decidió hacer avena y mientras esperaba, Ramón se acostó encima de mí.

- ¿Por qué te fuiste Dani? Pero la verdadera razón - la miré. Era la primera vez que me hacía una pregunta tan personal.

- Supongo que me cansé de vivir según lo que mis padres querían. Estudié derecho en la universidad que quisieron, mi novio era el chico que ellos aprobaban, los viajes que podía hacer era los que ellos planeaban. Al principio parecía fácil. Vivir una vida diseñada. Pero siempre quise hacer cosas. Aprender a hablar Francés en París. Viajar por senderos naturales. Hacerme un tatuaje. Cosas así. Pero para ellos salirse de los moldes y hacer algo sin planes era muy malo. Así que después de estar comprometida con un hombre que no amaba, me di cuenta que ya no podía seguir ahí.

- Vaya. Suena agotador. Hiciste mucho esfuerzo para aguantar.

-Fue en especial por mi papá. Él quería que siguiera la empresa. Que contactara con clientes, para dejar todo en mano de conocidos y familia. Pero no sé si eso quiero.

- Estás muy perdida - se sentó a mi lado y me entregó la taza de avena. Estaba rica.

Comimos en silencio y me paré a lavar los platos. Ella mientras tanto se puso su ropa y Ramón daba brinquitos de felicidad a su alrededor. Le dio un poco de agua y le puso su collar. Giré y estaba recogiendo sus cosas

- Oye Dani. Al final las cosas mejoran, ¿sabes? Todo se aclara. Y yo, mientras, tengo planes, para que vivas un poco. Esta semana voy a estar muy ocupada. Pero el próximo lunes reserva la mañana para mí, ¿vale?

Asentí y se acercó a mí. Pensé que iba a besarme. Lo deseé. Pero en su lugar me abrazó y me dio un beso en la mejilla. Me despedí de Ramón y minutos después los vi alejarse por la calle desde el balcón. Podía jurar que un chico en una bici había perdido un poco el equilibrio por verla. Y no lo culpaba. Con esa ropa parecía una modelo.

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-¿Que pasó qué? - dijo Mario casi en un grito mientras estaba limpiando la barra. Había esperado 3 días para contárselo y ahora sospechaba que el lugar no era el mejor.

- Shhh. Mario, por favor.

- Lo siento. Pero cuéntame bien, ¿cómo pasó?

- Bueno, simplemente le dije que quería hacer algo y la besé. Y luego ella a mí.

- ¡Vaya! - se pasó la mano por el pelo, haciendo ese gesto de desordenar su cabello - pero ¿te gustó?

- Sí. Es que es muy complicado Mario. Yo nunca pensé que me iba a atraer una mujer. Y ahora no sé qué quiero hacer. Es complicado...

- Claro Dani. Pero no te cierres a eso por favor. Poché es... uff. Genial. Pero tú también. Y quizás ella sea la persona que de verdad es la indicada...

- Bueno, hasta allá no sé. Eso es mucho decir. Primero tengo que averiguar qué me pasa con las mujeres, o bueno, con ella...

- Y ¿de qué hablamos que estamos susurrando así todos agachados? - Camila se había acercado a nosotros. Mario se enderezó y fingió limpiar - chicos, yo los quiero mucho. Pero Andrés y sofía ya no pueden con todos los clientes.

Miré para atrás y habían mesas llenas que aún no habían sido atendidas. Me disculpé con Camila y fui a tomar el pedido. Y mientras lo hacía me quedé pensando en qué significaba todo esto para mí. El lunes quería tenerlo claro.

Confía en mí - CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora