Capítulo 3

931 67 10
                                    

**edité los capítulos anteriores porque no cuadraban con este.

A los doce años, Lorenzo supo de la existencia de Gabo. Las fotografías eran viejas, pero la mujer con el bebé en brazos, no era su mamá. La misma mujer aparecía en bastantes fotos. Había cartas, pero Lorenzo no las leyó, decidió respetar la privacidad de su papá. Lorenzo observó muy bien las fotos donde aparecía un niño pequeño. Era obvio que no era él.

—¿Papá?

Diego alzó el rostro. Dejó el periódico en la mesa. 

—¿Quién es él?

Lorenzo le mostró la foto. Podría recibir un regaño por buscar en el cuarto de su papá, pero como dicen, la curiosidad mató a Lorenzo.

—Él y tú son mi as bajo la manga— su papá sonrió. Los ojos que siempre habían sido frívolos, se oscurecieron aún más— Cuando llegue el momento, vas a ser su guía, pues eres su hermano mayor.

'Mi hermano…'

Desde aquel día, el niño no abandonó su mente. Su papá no le dio más información, enfrascado en la misma respuesta: Todavía no es el momento. Ni siquiera le dijo el nombre. Además, desde muy corta edad, aprendió a callarse cuando debía. Pero, el solo hecho de pensar que tenía un hermano, le quitó la sensación de soledad que el ser hijo único le había dado.

(///)

Lorenzo jamás iba a negar que Diego, en cuestión económica, nunca falló. Lorenzo siempre gozó de los mejores juguetes y de cientos de caprichos cumplidos. Pero, ¿cuál era el punto si no tenía con quién compartirlo? No tenía amigos, pues Lorenzo ni siquiera iba a la escuela, tenía tutores personales que viajaban con él si era necesario. 

Así que, Lorenzo tuvo que crecer rápido, más aún siendo el primogénito (antes de saber de la existencia de Gabriel). Y una de las razones principales por la que Diego lo tomó bajo su ala a corta edad, era porque él sería el heredero universal de los Guevara, el principal sustento del legado que su papá no se cansaba de repetirle, se había ganado a pulso. Título que al pasar el tiempo y tener amplio conocimiento de los 'negocios' de su papá, le parecía insulso. Su único interés era sacar a Gabriel del orfanato. 

A los doce, Lorenzo contrató a Carlos, y el investigador privado junto a Vitto, el abogado argentino, le ayudaron a encontrar a Gabriel.  Además de claro, sacarlo del orfanato. Fue un proceso largo y extenuante. En cuanto cumplió dieciséis y Gabriel pasó a ser un Guevara, Lorenzo tuvo que aguantarse las enormes ganas de tomar un avión y conocer a Gabriel.

Cada paso lo dio a espaldas de su papá, y aunque podría ser descubierto y pagarlo muy caro, Lorenzo aún así lo hizo. Antes de siquiera formar un plan, Lorenzo tenía presente que debía estudiar cada decisión y sus ramas, porque cualquier error lo dejaría fuera. Usó el dinero que su abuela materna le había dejado y como Diego confiaba plenamente en él, su papá no cuestionaba las hojas que Lorenzo le daba a firmar para poder retirar ciertas cantidades de dinero.

Ni muerto le iba a permitir a su papá que tocara la inocencia de Gabriel. Jamás.

(///) 

Lorenzo se quedó quieto cuando arrestaron a Diego. No hizo ni dijo nada, porque esa había sido la instrucción de Diego días antes.

Se suponía que sería un arresto falso para detener las noticias donde se le acusaba de lavar dinero y otros crímenes. El arresto serviría como una cortina de humo y un logro importante para el político del momento. Con lo que Diego no contaba era con una traición. 

—El momento que tanto esperabas llegó. Debes buscar a tu hermano. Van a encargarse ustedes mientras busco la manera de salir de aquí.

Lorenzo asintió. Ver los oscuros ojos de su papá le llenó el alma de miedo, pero estaba lejos de acobardarse. Desde años atrás había trazado todo un camino que debía seguir. Le dolía pensar que él también traicionaría a su papá, sin embargo, desde que conoció a Gabriel mediante una foto, Lorenzo se juró que nadie iba a lastimarlo.

(///)

—No está aquí. Sigue en la escuela.

Lorenzo se apretó el puente de la nariz. Había pasado exactamente un mes desde su llegada. Los mejores treinta días de su vida habían sido gracias a Gabo. Sonrió al recordar que esa mañana había amanecido con el calor de Gabo como compañía.

—¿Ya están en México?

Lorenzo suspiró. Le daba terror pensar en lo que podría ocurrir si Diego se enteraba de que su hijo sería el principal culpable de que pasara gran parte de su vida en una prisión de máxima seguridad. Si la justicia de pacotilla de su país le fallaba, Lorenzo ya tenía escrito un testamento.

—No. Planeo mostrarle lo necesario y darle tiempo a que se vaya haciendo a la idea. 

—No seas suave con él, Lorenzo. ¿Me oyes?

Lorenzo volvió a suspirar. Dijo que no, con los dientes apretados. 

—Quiero hablar con él— Lorenzo notó la orden— Los llamaré después.

Lorenzo estuvo a punto de lanzar el aparato a la pared, más no quiso asustar a Gabo, él estudiaba en su habitación. Lorenzo se quedó en el baño por largos minutos. Debía de inventar algo para apaciguar las demandas de su papá, o lo siguiente que debería hacer es comprar dos boletos de avión con destino al infierno.

---

Gracias por leer ^^

Hermano MayorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora