Donut go ━━ [Finalizado] 《4》

III

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Eres para mí
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—Katakuri, te amo. —Gimió (Tn) mientras se iba de sí misma con esas palpitaciones que se apoderaban de su ser.

Ella creyó que lo había pensado, pero el mencionado pelirrojo la escuchó claramente.

«Yo también te amo». Pensó. Estaba deseoso por decírselo, pero por alguna razón... no pudo.

Katakuri sintió como ella lo presionaba en su interior al llegar al orgasmo. Sonrió aliviado por estarla complaciendo ya que esa también era su primera vez, de modo que había estado luchando con muchas inseguridades debido a su inexperiencia.

Salió de (Tn) muy despacio, y con delicadeza la acomodó boca abajo. Le besó el cuello, la espalda, y volvió a penetrarla.

Era tan pequeña y estrecha...

Podía observar que ni siquiera la mitad de su miembro cabía dentro de (Tn). Sabía que debía ser cuidadoso para no lastimarla. La diferencia en estaturas era exagerada, así mismo lo era en sus áreas íntimas.

Empezó a embestirla con un poco más de fuerza. Esa sensación que experimentaba era la mejor del mundo, y estaba más que feliz de estarla viviendo con ella.

(Tn) se sentía de la misma manera que Katakuri, pese a que la tristeza la invadía al tener presente que esa sería la primera y última vez que estarían juntos. Ese momento... lo atesoraría por siempre.

A pesar de sentir vergüenza por la posición en la que estaba, dejaría que hiciese con ella lo que él quisiera.

Sentía que la estaba destruyendo por dentro pero no le importaba, porque así de intenso era también lo que gozaba con cada estocada.

Katakuri empezó a liberar gruñidos muy sensuales, entregándose por completo al momento. Presentía que por poco y la rellenaría con su mochi.

—Muy apretado —dijo entre jadeos.

Deseaba durar un poco más pero (Tn) no se lo ponía fácil, mucho menos si articulaba esos gemidos tan eróticos, no mencionando esa temperatura tan elevada en su cavidad. La nalgueó, cosa que la hizo quejarse a la vez que continuaba apretándolo aún más con sus músculos internos.

Sacó su miembro de (Tn) y la tomó en sus brazos. Le abrió las piernas y empezó a penetrarla mientras la miraba fijamente. Notó que ella tenía los ojos llorosos y que estaba muy sonrojada.

Después de un rato, la recostó nuevamente y comenzó a embestirla más rápido y más profundo.

—Mmn... —Gimió ella bastante sonoro, enmarcando un gesto tanto de dolor como placer.