2

1.1K 76 11
                                    

-No puede entrar, señorita. La hora de visitas ya pasó.

-Son las 4 de la tarde. Aún hay visitas. -Protesté. Este rubio siempre me sacaba de quicio.

-Que no. Entienda. Además ya fue visto, creo que su padre vino hace un rato. Y no puede recibir más atenciones externas como usted. -Insistió él. Sus ojos celestes sacándome con la mirada del lugar.

-Llevo días sin verlo, por favor. -Dije con un tono más pasivo al anterior, no tenía ganas de discutir y menos con este muchacho.

-No me importa. Puede retirarse. Venga mañana más temprano y no tendré que incomodarla.

Suspiré y asentí resignada. -Está bien. Dígale que pasé a saludarlo.

-Como sea. -Respondió de mala gana para girarse en sus talones y adentrarse a alguna habitación.

Salí del lugar con impotencia. Ese chico me odiaba y siempre lo había demostrado desde que Ashton ingresó al hospital. Tarado.

Además de que mi papá lo haya visitado me mataba la cabeza.

¿Cómo era posible que él viniera? Si odiaba a Ashton por haber asesinado a mi madre. Realmente no había lógica en ello.

Camino a casa pensé mucho sobre la situación; Ashton tampoco soportaba a mi padre, y de lo que él nos ha demostrado, jamás volvería a visitarnos. Siempre mandaba a uno de sus ayudantes pero nunca daba su cara cuando nos necesitaba.

Suspiré y seguí mi ruta, hasta que noté que mi amiga vecina se encontraba sentada en su porche fumándose un cigarrillo.

-¡Hey, Iris! -Exclamó al verme. Siempre estaba de buen humor y ya no me sorprendía eso.

-Hola. -Di una leve sonrisa mientras me acercaba más a ella.

-¿Todo bien? -Preguntó soltando el humo proveniente del cigarrillo por su boca.

-Er, sí. Todo bien. ¿Qué tal tú?

-Huh, bien. -Sonrió mientras jugaba con un anillo de su dedo índice.

-Cynthia, yo... debo irme. Te hablo luego. -Le dije mientras me acomodaba la bufanda, sinceramente no quería hablar con nadie en ese momento.

-Dale, dale. No importa. Que te vaya bien.

-Igualmente. -Volví a sonreírle y comencé a caminar hasta que volvió a llamarme.

-¡Iris!

Volteé y la miré. Hice un gesto interrogante y rió.

-Dicen que tu padre está aquí. ¿Es cierto eso? -Preguntó mirándome expectante mientras daba otra bocanada a su cigarro.

-Realmente no sé. -Callé y segundos después volví a susurrar. -Yo... Me iré. Adiós.

Y me fui. No volví a escuchar su voz y caminé hasta llegar a mi casa, a matarme la cabeza otra vez.

Mi padre visitó a Ashton y estaba en la ciudad. No lo había visto en meses y su presencia no la disfrutaría en absoluto.

Dejé mi cartera en una silla y me senté en el sillón. Habían pasado tres días desde la última pesadilla con mamá y aún no salía de mi mente. En ese momento me sentía más sola que nunca y últimamente el mundo conspiraba contra mí. Genial.

Subí a mi dormitorio a tomar una siesta ya que me sentía agotada así no hubiera hecho mucho en el día, pero no importaba porque necesitaba descansar. Más recuerdos abordaron en mi mente y me fue difícil conciliar el sueño, mi padre podría llegar en cualquier momento y no quería verle.

Donde no muere el silencio →  c.hDonde viven las historias. Descúbrelo ahora