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Me hallaba caminando por el campo, en aquel sofocante atardecer de Septiembre, un jueves verdaderamente espantoso como casi todos los días deambulando hacia el no muy lejano cementerio del pueblo, era inmenso, con una desmedida capilla y árboles por doquier, aunque el lugar estaba un poco abandonado ya que los cuerpos inertes eran depositados en los montes o basureros y a veces, arrojados a las viejas lagunas.

Unos metros más alejados de donde había comenzado mi recorrido llegué por fin y atravesé un grupo de antiguas lápidas, todas muy unidas donde en el centro había un camino de piedras planas que daban camino a la gran fuente -que por cierto, había dejado de funcionar hace muchos años- e ir a sentarme en el borde para pensar.

Podía sonar loco pero, en ese lugar habitaban cuerpos sin vida pero con almas vivas, aunque yo sentía lo contrario. Era un alma muerta viviendo en un cuerpo inanimado que sólo respiraba por voluntad propia o alguna obligación, como todo en mi vida. Ya era costumbre ir a aquel lugar, y desde que comencé a acudir allí, había pensado lo mismo de mí desde que pisaba ese sitio.
Desde hace mucho tiempo me había gustado ir allí, despejaba mi mente y observaba las lápidas de las personas que abandonaron a sus familiares hace años, y habían dejado un gran vacío en ellos.
Seguía pensado que era algo loco, aunque realmente era un lugar tranquilo pero en ocasiones era tenebroso.
Era un adolescente inocente y que tenía temor a ciertas cosas, pero esto era un cuento aparte.

Saqué mi vieja libreta y comencé a escribir lo que había sucedido los últimos días, sacando en conclusión que mi vida iba a dar un giro completamente inesperado en ese período.
No me sentía bien, me encontraba en un lugar que irradiaba tristeza pero me gustaba estar allí. Irónico. Esas almas se encontraban igual de solas que yo en esos momentos.

Pensaba en aquel tormentoso sufrimiento de sus seres queridos por cualquier circunstancia ocurrida.
¿Qué tal si la persona fue atacada por un cáncer? ¿Cualquier otra enfermedad? ¿Tuvo muerte natural? ¿Si fue asesinada? ¿Si decidió matarse por cuenta propia? Tantas situaciones que pudieron haber ocurrido, pero sin marcha atrás alguna. Sus familias, amigos y conocidos llorando por algo que no tiene remedio, por algo que en cualquier momento puede sucederle a ellos, a cualquier persona. Personas que pudieron haber caído en una fuerte depresión, otras que pudieron haberse quitado la vida por volver a estar con esa dichosa persona, aquellos que no logran asimilarlo aún...

Pero si yo muriera, ¿quién lloraría por mí? ¿Quién daría mil y un cosas por volver a estar conmigo? ¿Quién daría sus pésames por mí? ¿Quién me extrañaría? Nadie.
Tal vez la señora que atendía en el súper mercado, ella si era agradable conmigo, pero siendo realista, nadie lo haría. Tal vez un tumulto de gentío hipócrita llevaría a mi puerta un ramo de flores, se entristecería por mí pero en unos días pueda olvidarlo, porque aquel que no se hace cambios, se olvida.

¿Y quién era yo? Un simple y bastardo chico. No sabía nada de mí, escasamente mi nombre. No tengo una historia y sólo soy un habitante más. ¿Quién era Calum Hood para los demás? Ah, el nieto del viejo Douglas Hood, uno de los agricultores del pueblo, nada más. Las personas sí apreciaban a mi abuelo, era una gran persona, en cambio, conmigo todo era lo contrario. Para poder ser reconocido, tenía que ser alguien, pero no tenía meta alguna; caminaba sin rumbo fijo, y si algo se me atravezaba y me llamaba la atención, me esforzaba por ello, pero no siempre le tuve importancia a ello.
Mi único propósito era sacar adelante la vida de mi abuelo, y en cierta forma la mía.

No sabía que hacer con mi vida porque ni dinero tenía, y en este mundo todo se soluciona con la cuestión económica y respecto a eso, no iba para ningún lado.
Sólo esperar hasta donde me llevaba la quebrada, ¿no?
Consideraba que la vida era como un río, vas en una sola dirección mientras la corriente te dirige hacia ciertos lugares, puedes frenar en uno -que sería el lugar donde perteneces- o seguir adelante hasta que Dios y el camino quieran ubicarte en tu debido lugar, y hasta donde yo pensaba, esa corriente iba a llevarme hasta el infinito y más allá.

Y, ¿qué hubiera pasado si estas personas no hubieran sido recibidas por la muerte?
Uno habría sido el presidente del país. No sabes que potencial tenga, pudo haber hecho que el país fuera más justo y mejor pero por un mal momento, todo se haya perdido.
Alguna mujer podría ser una buena abogada, también creando justicia o algún niño que pudo haber muerto a tan temprana edad tenía la mentalidad y la capacidad para hacer varios cambios en nuestra sociedad actual.
Una familia podría triunfar y seguir adelante felices con la presencia de su padre o madre, pero de la manera menos justa murió, y con ellos, todos los planes de vida de su familia.
Un adolescente perseguiría sus sueños sin importar qué pero algún asesino de esperanzas le arrebató las suyas, provocándolo a terminar de acabar con las sobras; su vida.
El mundo pudo haber sido mejor si no hubieran perdido la vida, o tal vez al perderla hicieron algún cambio bueno en el entorno. No solo las personas buenas son las que mueren, y nunca me gustó cuando expresaban aquel "era tan buena persona" porque sonaba tan hipócrita. Además no todos merecían esas palabras, o eso pensaba yo. Por lo menos, yo no las merecía.

Muchas situaciones tomaron lugar en mi mente, dando vueltas, corriendo y matando mi pensar poco a poco, pero de una u otra forma apreciaba aquello que mi mente podría recrear, porque esto hacía que mi mente volara y olvidara mis tormentos por un buen rato.

Era hasta contradictorio. ¿Cómo algo triste podía hacerte sentir mejor, y algo feliz ponerte peor?
Porque aquello triste me brindaba cierto apoyo emocional, que no sólo yo estaba sufriendo mientras lo feliz me forzaba a algo que en aquel momento no podía, es como forzar a un ciego a ver el atardecer, a un invalido correr 15 vueltas en un campo y a una muda cantar su canción favorita.

Fumé otro cigarrillo antes de tirar la colilla sobrante bien lejos, y realmente me hubiera gustado que mis sentimientos se hubieran ido junto a él.
Di un suspiro antes de salir de allí, ya se estaba anocheciendo y no quería invadir las calles tan tarde tal y como un alma en pena entre muchas otras.

También era extraño que, camino a casa, la hija de mi jefe se mezcló en mis pensamientos por un largo tiempo.

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h o l a, espero que les guste, bue.

voten y comenten si quieren que la siga, jiji. besos x.

-malu.

Donde no muere el silencio →  c.hDonde viven las historias. Descúbrelo ahora