Ducha nocturna.

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Katara había regresado al palacio, luego de su misión de hace una semana junto con Aang y Toph. Estaba algo agotada, llena de moretones en distintas partes del cuerpo y con una herida en su pierna izquierda. Al bajar de Appa, Aang la ayudó y le pidió a unos guardias y sirvientes que la sostuvieran para equilibrarse. Le costaba mucho moverse pero no quería admitirlo.

–No se preocupen, estoy bien–decía, tratando de calmar a todos.

–Lady Katara tiene una grave herida en su pierna, ¿cómo va a estar "bien"? déjenos ayudarle.

–Lo siento, tienen razón. Pero que mi esposo no se ente–ni había terminado de hablar cuando el Firelord Zuko se presentó.

–Pueden retirarse, yo me ocuparé de ella.–dijo con serenidad Zuko–¿Pensabas ocultármelo?–y la tomó en sus brazos de una manera tierna y cuidadosa.

–Gracias y disculpa por traerla en ese estado, Zuko–dijo Aang con un poco de vergüenza y luego miró a Katara–Gracias por tu ayuda, Toph y yo los vendremos a visitar en otra ocasión.

–Será un placer recibirlos–dijo Zuko a su fiel amigo.

De esa manera, el avatar se despidió y se marchó.

–Z-Zuko estoy bien–seguía insistiendo la terca maestra agua.

–Si, se nota bastante–dijo Zuko con un tono sarcástico y le dio un dulce beso en la frente, haciendo que un pequeño sonrojo apareciera en las mejillas de ella.

Él la había extrañado tanto durante esa semana, y aunque entendía que ella, al igual que él, tenía ciertos deberes y se había comprometido en ayudar a Aang y a Toph con cortas misiones, no podía negar que le costaba separarse de ella aunque sea poco tiempo.

Al llegar a la habitación Real, Zuko la acuesta en la cama y se dirige al baño para llenar la tina. Quería darse una ducha, pero también sabía que Katara necesitaría una para refrescarse y relajarse luego de tener una semana difícil. Al salir, se sienta a su lado, y poco a poco va quitando sus prendas, para así verificar los moretones e ir desinfectándolos. Se sorprendió al notar la horrible herida en la pierna, Katara se sentía algo débil y por eso no pudo usar su poder curativo en ella. Aún no la vendó porque primero iban a bañarse.

–¿Cómo terminaste así?–le dijo con un tono de preocupación.

–Me atacó uno de los hombres que íbamos a capturar. Tenía una daga, al zafarme de su agarre, él trató de detenerme pero tan solo dió en mi pierna y se resbaló, cayendo así en un hueco profundo y oscuro. Pero me siento bien, he tenido peores. Soy fuerte.

–Sé que lo eres, pero me preocupa que te ocurra algo en esas misiones. A veces me cuestiono si hice bien en dejarte ir, no negaré que me da temor, no sabría cómo reaccionar si algo te llegase a suceder, Katara.

–No me sucederá nada ¿De acuerdo?–pasó suavemente su mano por la mejilla de su esposo.

–Está bien–suspiró algo resignado.

Sabía que Katara era demasiado terca y prohibirle no es algo que él haría, le gustaba esa manera tan ruda en que ella era. No era una mujer pasiva o a quién podrías tener bajo tu poder. Tampoco necesitaba de él para defenderse, ella era bastante fuerte. Eso lo sabía perfectamente, pero no podía evitar preocuparse, la amaba demasiado, lo era todo para él.

Sin más preámbulos, la llevó a la tina, y con una esponja iba frotando, suavemente, la espalda, los muslos, los brazos y entre otras zonas del cuerpo de Katara. Por Agni, que afortunada por tenerlo a él como su esposo.

–Lo siento–dijo sin más.

–¿Por qué?–respondió curioso.

–Debes estar muy cansado y con ganas de una ducha relajante y en lugar de eso, estás aquí, bañándome a mí porque estoy dé-débil.–admitió al fin, bajando un poco la mirada.

–Cuando se trata de ti no me siento cansado nunca–la miró con devota sorpresa y ternura.–además, no podría irme a dormir sabiendo que mi esposa está así.

–Te amo.–le dice viéndolo con los ojos llorosos.

Sin dejarle pronunciar lo siguiente, lo besó. Un beso apasionado pero dulce. Extrañó sentir sus suaves labios. Este correspondió, estaba feliz, él también extrañaba sus besos arrebatadores.

–Te amo mucho más.–al fin lo dijo, luego de separarse. Con un gesto agradable, revolvió el cabello de Katara cual niña pequeña.

–Entra conmigo, báñate conmigo.–le pidió algo exigente.

–¿Estás segura? temo lasti–fue interrumpido.

–Dije que entres. Yo estoy bien, de verdad.

Mientras se desvestía, Katara se lo quedaba viendo anonadada por el esbelto físico de su esposo, pero claro ¿Cómo no se quedaría así al ver tal espectáculo? Observaba con total dedicación cada parte del cuerpo de Zuko.

–¿Qué sucede?–volteó y se encontró con esos zafiros que le llevaban viendo hace unos minutos.

–Solo me cuestionaba si de casualidad no me habría casado yo con un dios.

–¿Por qué?–se echó a reír ante el elogio de su esposa.

–Porque eres tan perfecto.

Tal respuesta hizo que un sonrojo violento apareciese en el rostro de Zuko. Su esposa a veces era algo directa, y eso lo agarraba desprevenido. No es que él fuese tímido, pero a veces ella lograba sacar ese lado de él que nadie más veía.

Sin más, entró a la tina con ella.

–Tú lo eres–le devolvió el halago–todo en ti lo es.

Y así duraron un buen rato. Serenos y complaciéndose del otro. Platicaron de todo un poco, de qué hicieron en toda la semana, y entre muchas otras cosas algo triviales. Eran momentos que los dos gozaban. Para Zuko la mejor parte del día era cuando al fin podía estar con Katara, la única persona que podía dispersarlo de todo lo malo.

Fin.

♡ One-shot Zutara ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora