Capítulo 2

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A la mañana siguiente, desperté en el sofá con un terrible dolor de cuello, y de nuevo, la cabeza de Nico reposando sobre mi hombro.

Si que eres insistente

Lo aparté ligeramente para poder incorporarme. Sorprendentemente, sus heridas casi habían desaparecido, y lo miré con curiosidad. Apoyado ahora en un cojín del sofá murmuraba algo, entre sueños, aunque no parecía ser agradable. Me coloqué frente a él para intentar despertarlo.

- Nico, despierta, ¿Estás bien? - Le susurré, agitando su brazo con suavidad.

- No... No, otra vez no... - Dijo, aún entre sueños.

- Nico

- ¡Emma! - Exclamó, levantándose de golpe

Al estar tan cerca el uno del otro, su cabeza chocó de golpe con la mía, haciendo que ambos soltáramos un grito de dolor. La rabia acumulada de los últimos días me sobrepasó y casi sin darme cuenta, la tomé con él.

- ¡Ah perfecto! ¿Yo te intento despertar amablemente y tu me pagas con un cabezazo? ¿Y me puedes explicar quién es Emma? ¿O mejor por qué no me explicas qué narices hago yo aquí? ¿Qué está pasando, quién eres tú? - Exploté.

Él se llevó una mano a la cabeza, extendiendo la otra hacia mí, pidiendo silencio con su gesto, y yo esperé, notando como mi cara aún ardía por la rabia y el golpe.

- ¿D-dónde estamos?

Me limité a mirarlo, enarcando una ceja, aún furiosa. Él me observó en silencio, hasta que su cara se iluminó ligeramente.

- Oh, ¿Te llamabas Nia verdad? - Preguntó, con una sonrisa indecisa, que solo aumentó aún más mi ira.

- Si, soy la chica a la que desde que apareciste en su vida, han atacado, acusado de asesinato, y que ha tenido que escapar hasta la casa de dos completos desconocidos. ¿Me puedes explicar qué demonios está pasando? - Exclamé.

- ¿Demonios? Qué expresión más acertada... - Murmuró él, aún con aquella sonrisa boba en su rostro.

Sin poder contenerme por más tiempo, lo golpeé con el cojín más cercano, esperando que así espabilase al fin. Él dejó escapar un pequeño grito de sorpresa y me miró, empezando también a enfadarse.

- ¿Te salvo la vida y tu me atacas con un cojín? ¡Que mal genio tienes!

- ¿Salvarme la vida? ¡Ayer casi me matas!

- ¡Eh, que todo estaba perfectamente controlado! - Respondió con la misma furia, incorporándose.

- ¡Si, ya lo vi!

Para cuando Agathe llegó, con aspecto dormido, a ver que estaba pasando, nos pilló en mitad de una pelea de cojines, habiéndonos convertido en un revoltijo de plumas, gritos y golpes. Agathe intentó detenernos, pero ni siquiera nos percatamos de su presencia.

Cogí una de las plumas blancas y sonreí con picardía.

- ¡Ni se te ocurra hacer la bromita! - Exclamó Nico, apuntándome con un dedo.

- ¿Es que no te recuerda a las de alguien? - Pregunté con un fingido tono inocente, observando la pluma con atención.

- ¡Te voy a...! - Comenzó a rugir él, furioso, cuando de pronto, se detuvo a mitad del ataque, por un fuerte grito.

Jace nos miraba desde la puerta, furioso, con sus alas extendidas tras él, en toda su magnitud.

- ¡Mira el desastre que has montado en casa de Agathe! - Exclamó en dirección a Nico.

29 de febreroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora