El Regalo.

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-Marco, cielo, ¿te va a apetecer pasar la Navidad con nosotros?

Obviamente yo sabía la respuesta, puesto que Marco ya me lo había comentado. Claro, que no debía parecer que hablábamos. Ni que nos llevabamos bien. Habíamos decidido llevar lo que fuera lo nuestro en secreto. No se si mi familia me diría algo malo, pero sería fácil iniciar un rumor y toda la ciudad lo sabría en muy poco tiempo. Eso, definitivamente, no nos conviene.

-Si, señora, me quedaré aquí a pasar las navidades. De todas formas no tengo noticias de mi madre.

-Está bien. Pero no hace falta que ayudes con los preparativos. Puedes ir a tu cuarto a descansar.

En cuanto hubo pronunciado estas palabras, Marco respondió con una leve inclinación de cabeza y se fue a su cuarto. Para no levantar sospechas, esperé pacientemente a terminar de desayunar antes de seguirlo. Aunque estaba siendo todo demasiado fácil. Me imaginaba que mi madre no me dejaría marchar tan fácilmente.

-Álex, hijo, tienes que comprarle un regalo a Marco.

Venga ya. ¿Por quién me toma? Es mi novio. Bueno, no sé si es mi novio, pero al menos es la persona con la que más intimo ahora mismo. A si que sí, por supuesto que sé que tengo que comprarle un regalo. De hecho, tengo el regalo encargado desde hace semanas.

-Ya lo se, mam...

-Se que no te gusta la idea, hijo, pero es casi un miembro de la familia. Me parece justo que le compremos regalos, como si fuera uno más.

-Lo se, yo no he dicho nad...

-¿Sabes? Ese es un aspecto que no me gusta nada de ti, Alex. No eres muy considerado. Entiendo que no te caiga bien, pero...

- Mamá, tengo cosas que hacer. ¿Puedo irme?

-Si, claro que puedes irte. Acuérdate del regalo.

Salgo corriendo antes de que pueda decir una palabra más. Es increíble, ni siquiera he tenido que hablar y ella ya intuía mis respuestas. Aunque yo no fuera a replicar siquiera. ¿Tan predecible cree que soy? Se llevaría una sorpresa si supiera la realidad.

Abro la puerta de la habitación de Marco. No está dentro, a si que decido esperarle aquí, sentado en su silla. Si esta ocupado haciendo algo, no tardará en volver.

Vuelve al cabo de unos minutos, con el pelo mojado y la cintura envuelta en una toalla. Reprimo el impulso de mirar lo que hay dentro de la toalla. De todas formas, lo de ir despacio ha sido decisión mía.

-Hola, Alex. ¿Qué te trae por aquí?

A pesar de su tono cordial, sé que está de broma. Sin quitarse la toalla de la cintura, se sienta en mi regazo. Debería, pero no voy a protestar. Estoy demasiado cómodo como para decirle que se quite de encima.

-Hola, Marco. Quería verte a ti.

-¿Y para que querías verme a mi? ¿A caso te gusto?

Veo que sonríe cuando empiezo a reírme. Era este el efecto que él quería conseguir. Normalmente no le concedería el honor de hacerme reír tan fácilmente, pero ahora me da igual. Estoy feliz, y además, se acerca la Navidad, ¿no?

Reconozco Que Esta Es Mi Historia. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora