La Pelea.

38 3 0
                                    

Después de colgar la llamada con Lydia, me quedé dormido. Me despertaron unos golpes en la puerta 10 minutos antes de que tuviera que mi despertador sonara. No entiendo la necesidad de hacer eso.

- Alex, señor, despierte, va a llegar tarde a clase.

Me levanto con gran dificultad y abro la puerta. Lo que no me esperaba es encontrarme una nariz a pocos centímetros de la mía. Estaba escuchando tras la puerta, para ver si me despertaba. A veces creo que es un verdadero psicópata.

- ¿¡QUE SE SUPONE QUE ESTÁS HACIENDO?!

-Despertarle, Alex, señor.

En su mirada se nota una ira contenida. No creo que se atreva a rozarme un centímetro, nunca lo ha hecho. Sin embargo, esa mirada de rabia me asusta.

-¿Cuanto tiempo queda para irnos?

-Media hora, señor.

Corro a mi habitación y vuelvo a cerrar con pestillo. Estoy harto de que esa... persona irrumpa en mi habitación sin mi permiso.

Me doy una ducha rápida, salgo, me visto y preparo los apuntes. No me molesto en coger libros. Cuando termino, me quedan 5 minutos para desayunar, y el panorama que me encuentro en la cocina no es lo que me hubiera gustado ver. Mi madre, apoyada en la encimera con un café en la mano, me mira con asco.

- Buenos días, Alex. Un pajarito me ha contado que ayer no le enseñaste la mansión a Marco.

-Buenos días, mamá. No sabía que ahora Marco, además de criado, fuera un pájaro. Es una buena información por si alguien me pregunta si tengo mascotas.

-No estoy de broma, Alex. ¿Qué te cuesta enseñarle la casa?

- En ese caso, ¿qué te cuesta enseñársela tú? Parece que estás empeñada en que se sienta cómodo aquí.

- ¡Porque tiene que sentirse cómodo aquí, Alex! Deberías ponerte en su lugar, esta siendo muy duro para él verse trabajando en una casa como un empleado, ¡tiene que sentirse querido!

-Muy bien, entonces tú puedes quererlo todo lo que necesite. A mi se me acabó el amor hace años.

Un leve carraspeo nos indica a mi madre y a mi que hay alguien en el umbral del arco que separa la cocina del ala este, donde viven los empleados. La puerta se abre dejando paso a un Marco aún más agresivo que antes.

-¿Nos vamos, Alex?

-Si, claro, vámonos...

Al salir de la mansión, Marco deja su mochila en el suelo y se dirige hacia mi. Aún intentándolo, ya es demasiado tarde. No logro esquivar su ataque. Aunque el puñetazo que espero no llega. Solamente me agarra por las solapas de la chaqueta y me empuja contra la pared de la casa de al lado.

-Mira, Alex. Para mí tampoco es que esto sea una fantasía. Como comprenderás, odio servirte a ti en particular. Pero no puedo hacer nada, y te suplico que no nos lo pongas más difícil a ninguno de los dos.

¡Ja! Como si fuera tan fácil. Me está pidiendo que deje de demostrar que no quiero que esté aquí. Pero decido no responder, mientras ideo un plan. Será más fuerte que yo, pero no más rápido. Eso nunca.

-Como-te-atreves... ¡Cabrón!

Mientras esta distraído aguardando una respuesta mía, le doy una patada en la entrepierna, y aprovecho para correr mientras Marco se retuerce de dolor en el suelo. Alcanzo uno de los coches con chófer, y le digo que acelere hacia el instituto sin esperar a Marco, que sigue en el suelo maldiciendo. El coche acelera, y en unos pocos segundos se dejan de oír sus jadeos.

Reconozco Que Esta Es Mi Historia. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora