—¡Esto es inconcebible! —espeta Sung Yeol cuando entra en sus aposentos.
Azota la puerta tras él porque está furioso y demasiado frustrado ante la inminente decisión que ha tomado su padre.
—¡Después de todo cuánto he hecho para ganarme esto, se atreve a hacerme a un lado como si no significara nada! —se reclama a sí mismo mientras toma el florero que descansa sobre la única mesita en la habitación, para lanzarlo con demasiada fuerza contra una de las paredes.
El objeto se estrella, haciéndose pedazos, y éstos caen junto a las coloridas flores que han sido cortadas recién en la mañana. Los restos del líquido transparente escurren por la pared hasta quedar atrapados bajo el montón de trozos de barro y pétalos deshojados. Sung Yeol aprieta las manos en puños y su mandíbula se tensa segundos antes de que la puerta se abra otra vez con la llegada de su madre.
Mi Joo lo mira de pie, al centro de la enorme habitación, y aunque su hijo está enardecido de ira (tal como se encuentra ella misma), no duda en acercársele para intentar mitigar su creciente desengaño, poniendo su delicada mano en uno de sus hombros. El joven alfa suspira y ella lo siente temblar de impotencia.
—Sung Yeol, no debes entregarte a la desesperación y al fracaso —susurra, para que nadie más en el vasto castillo tenga la oportunidad de escuchar la conversación.
Hay lacayos muy fieles al rey y, aún después de tantos años, sabe que algunos no están contentos con que Hee Chul la haya desposado como la nueva reina.
—Mientras Sung Kyu no sea coronado, aún tienes oportunidad de hacer que tu padre cambie de opinión.
—¡Él no cambiará de opinión! —espeta el joven alfa al volver el rostro hacia su madre—. Lo conoces lo suficiente como para saber que esto no es algo de lo que se arrepentirá. Para él, el único hijo que realmente importa, es Sung Kyu. Siempre ha sido así; desde que tengo uso de razón. ¡Lo dejó muy claro cuando nunca quiso reconocernos como sus legítimos hijos dándonos su apellido! ¡Incluso Sung Jong, siendo su segundo favorito, ha quedado relegado a la sombra de nuestro hermano mayor! —vocifera con saña, reiterándole a su madre el gran rencor que siente por Sung Kyu.
La reina lo mira a los ojos y sabe que, ese dolor latente que hay en el pecho de su hijo, le lastima de la misma manera.
—Un día te dije que serías rey, ¿ya lo olvidaste? —pregunta la hermosa mujer, deslizando sus finos dedos por la mejilla izquierda del joven alfa—. Me prometí a mí misma que no iba a descansar hasta ver la corona en tu poder.
El ceño de Sung Yeol se frunce entonces, pues aquello es una tarea imposible. Las decisiones del rey deben acatarse al pie de la letra. Se considera una traición cualquier acto que vaya en contra de sus deseos y, a pesar de que Hee Chul no es un soberano despiadado —como para atreverse a condenar a muerte a los prisioneros—, sabe que ni la reina, ni los hijos de ella, se salvarán de pudrirse en los calabozos por el resto de sus vidas si se atreviesen a desobedecerlo.
—No hay nada que puedas hacer, madre —sostiene el joven príncipe, casi aceptando que nunca podrá ser el próximo rey—, porque, la única manera en la que yo podría quedarme con la corona, es si Sung Kyu no está —menciona, resignado, y creyendo que de nada sirve continuar lamentándose, así como que son una gran pérdida de tiempo los duros entrenamientos, pues, ahora que se ha decidido su destino, ya todo resulta inútil.
—Precisamente, cariño —le susurra en el oído, imprimiendo la duda y el desconcierto en la mente de su hijo.
La reina camina hacia la cama y se sienta en ella, acomodándose el largo y pomposo vestido azul cielo de seda que le han confeccionado algunas mujeres del pueblo, hace no más de dos semanas. Sung Yeol la observa con expectación y separa los labios, pero ni una sola palabra sale de ellos, pues no está seguro de comprender del todo las extrañas palabras de Mi Joo.
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Back | WooGyu
FanfictionCon su salud deteriorándose cada vez más, Hee Chul se ve obligado a nombrar a Sung Kyu, su primogénito, como el próximo rey. Sin embargo, la reina no está de acuerdo con su decisión y trama un desastroso suceso para arrebatarle la corona y dársela a...