<𝓓𝓸𝓼>

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—¿Te encuentras bien, lata de cerveza?

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—¿Te encuentras bien, lata de cerveza?

El más alto miró al contrario y pudo notar un sentimiento de alivio en su rostro.

—Sí, sólo... —Su mirada cambió, lucía nervioso, lo más seguro es que haya notado el olor a alcohol que emanaba de... Bueno, todo su cuerpo —. Me tengo que ir. —Pronto, se giró y comenzó a caminar.

—Hey, espera. —Dijo y observó cómo el contrario se detenía y miraba sus zapatos como si fueran la cosa más fascinante.

El castaño se acercó hasta quedar cerca de un metro de distancia, logró notar sus ojos hinchados.

—Entonces no estaba enloqueciendo. Realmente había escuchado a alguien llorar en cuanto llegué, es una lástima que hayas sido tú. ¿Cuál es tu nombre?

El más bajo comenzó morderse el labio inferior con nerviosismo. A todas las personas seguro les habían enseñado que no debía hablar con desconocidos que estaban recargados en árboles enfrente de casas abandonadas fumando algo que probablemente no eran cigarrillos comunes.

—Bien, lo haré primero. Soy MinHo, Lee MinHo. —Se acercó un poco más y estiró la mano derecha en forma de saludo, que fue tomada con un poco de desconfianza.

—Han JiSung.

—Lindo nombre. —Respondió intentando calmarlo, pero en su lugar, pareció incomodarlo. Decidió soltarlo y alejarse un poco.

—Bien, ¿Que hacías allá adentro, lata de cerveza? —Preguntó con curiosidad, se tensó un poco al ver en ceño fruncido en el rostro ajeno.

—Debo irme.

—Hey, ¿No puedes quedarte más tiempo?

—No, lo siento. Tengo que irme.

—¿Qué es lo peor que podría pasar si te quedas?

—No es que me pase nada, sólo... Tengo responsabilidades en la iglesia y sólo Dios sabe qué cosas me pueda encontrar en el camino a estas horas. —Miró al contrario con los ojos cansados, porque, realmente lo estaban. Estaban cansados de toda esta mierda de vida que le había tocado, además, estaban hinchados de tanto llorar. Se prometió no romperse y eso estaba haciendo ahora.

MinHo entendió todo cuando escuchó las palabras “Iglesia” y “Dios”

—Ya veo. —Negó con la cabeza mientras sacaba un paquete de cigarros y puso uno entre sus labios. Comenzaba a sentirse aún más frustrado de lo que ya estaba a cuando llegó y desconocía la razón.

Quizás era porque estaba frente a un lindo chico que era religioso y lo más probable es que de una mente cerrada también. No tenía nada en contra de ellos pero... Bien, ¿A quién engañaba? Lo único que le había dejado la religión y sus seguidores era pura basura. Le habían mostrado un mundo que en su momento creyó que era amor y felicidad pero, cuando trató de ser él mismo, descubrió que todo era una cruel y jodida mentira. Ese precioso mundo, se convirtió en un infierno lleno de prejuicios, odio y dolor. Todas esas personas en las que una vez confío se pusieron en su contra y lo alejaron, algunos fingieron no conocerlo y otros sólo hacían de su vida un infierno. ¿Todo por qué? Porque un hombre que seguro padecía de esquizofrenia, decidió escribir un libro de fantasía e hizo creer al mundo que un tal Dios creó todo y a todos, incluso impuso normas ridículas. Pero lo que no saben, es que todos están equivocados, dicen que ese Dios transmite amor pero no es así, ese “amor” es sólo una máscara que disfraza el miedo que la gente oculta en su interior, piensan que serán castigados después de la muerte y por temor fingen amarlo. MinHo jamás había visto a personas tan hipócritas en su no tan larga vida.

𝚃𝚎 𝚒𝚗𝚟𝚒𝚝𝚘 𝚊 𝚙𝚎𝚌𝚊𝚛   Donde viven las historias. Descúbrelo ahora