Capitulo 1

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La noche de Ana

Era una noche fría en la ciudad de Madrid, estaba sentada en la terraza hablando con mi madre. Ella me contaba sobre las historias de sus abuelos, como se enamoraron y acabaron viviendo una vida del sueño. Si, mis bisabuelos tuvieron lo que se suele llamar "Aurea". Es la marca que le sale a todos los jóvenes al estar cerca de su compañero de vida, algunas personas han contado su historia y la verdad es que son increíbles.

—Entonces Mario corrió y corrió hasta alcanzar a María y le prometió estar siempre con ella. — comentaba mi madre sobre la historia. A mi madre le salió la marca en el cuello justo en el momento en el que conoció a mi padre, fue algo extraño ya que a ella le salió cuando tan solo tenía catorce años. Una edad temprana, más de lo normal. A raíz de esa marca comenzaron a emprender su viaje y de ese viaje aparecimos mi hermana Carlota, mi hermano Juan y yo. Somos una familia de cinco, pero mi padre falleció al poco tiempo de yo nacer. Padecía de cáncer y cuando se dieron cuenta que padecía la enfermedad ya era demasiado tarde, no le quedaba mucho tiempo.

Juan me explicó una vez que mi padre le contó que si tenían otra hija la llamarían Ana, como su madre y así fue. Cuando se enteraron de la triste noticia de mi padre, mi madre quedó embarazada de mí. Nací un lunes 11 de marzo en mi querida Madrid, donde me nací y crecí. Nunca he sido especial en nada, bueno. A lo mejor en escribir, me paso horas y horas encerrada escribiendo novelas sobre el amor verdadero y las tristezas de la vida. Lo sé suena muy cliché, pero así soy, estamos esperando a que sean las doce de la noche.

A mi madre por alguna extraña razón le gusta estar despiertos y viendo a las estrellas la noche del comienzo que mi cumpleaños. —Mamá de verdad este año no importa si no celebramos nada, estoy cansada y quiero irme a dormir. —le contesté a mi madre suplicándole que me dejara ir a mi habitación. Cada año era lo mismo, mirar al cielo y felicitarme. Hablar sobre las historias y aventuras que vivió mi padre y lo feliz que es mi madre al poder estar un año más junto a nosotros.

Esa noche estábamos solas, la primera vez que en la noche del inicio mi cumpleaños no estuvieran mis hermanos. Les entiendo, querían hacer sus vidas. Mi hermano Juan tiene ya veinte años y vive con su pareja en Murcia y mi hermana vive con unas amigas suyas en Barcelona. Tienen sus vidas y algunas veces no se acuerdan de que tienen una hermana pequeña que les echa de menos, pero les entiendo.

—Vamos Ana, sopla las velas cariño y desea con fuerza. — Después de desear con fuerza un pequeño deseo que tenía guardado dentro de mí hacía ya, tiempo un ardor en el cuello empezó apoderarse de mí. —¡Ana hija! —chillaba mi madre desesperada al ver que me tiraba al suelo chillando y retorciéndome de dolor. Poco a poco fue cesando y pude volver a sentarme, mi madre me trajo un poco de hielo y me lo coloqué en la zona del cuello. —¡Ahhhh, mamá esto duele muchísimo! — el color comenzó a subir y el ambiente daba vueltas. ¿Qué coño me estaba pasando?

—Ana, ya tienes tu marca. — en el momento en el que mi madre me dijo eso lo noté, el escozor y el tacto de la marca. —¡Mamá por fin! — me dolía muchísimo, pero saber que por fin me había salido la dichosa marca me hacía feliz. —Por fin estás unida alguien, estoy muy orgullosa de ti cariño. — me abrazó y me ayudó a llegar a mi habitación. Jamás pensé que en mi cumpleaños aparecería, joder. Pasé toda la noche dándole vueltas a lo mismo, quién sería él. Por lo general tu alma gemela es alguien similar a ti, la verdad nunca me había parado a pensar como me gustan a mí las personas.

Nunca me había enamorado así que no sabía que era esa sensación, saber que algún día llegaría a estar con esa persona me ponía nerviosa. Amaneció y yo seguía despierta, me levanté y decidí llamar a Laura. Era mi mejor amiga y tenía que contarle todo lo que había pasado, al contárselo ni ella misma se lo podía creer. Es cierto que a partir de ahora mi vida iba a cambiar, en unos días me mudaría a Barcelona para estudiar Fotografía y joder si estaba nerviosa.

—Vamos Ana no me jodas, lo tenemos todo preparado no te vayas a echar atrás ahora. — se notaba que Laura estaba muy cabreada. —¿Laura y si él está aquí en Madrid y me está buscando? No puedo irme y dejarlo aquí, jamás. — Parecía una puta quinceañera enamorada, joder. —Ana llevamos más de ocho meses preparándolo todo, incluso el piso ya está pagado. — estaba indecisa. ¿Qué coño iba hacer? —Que le den a la marca y que le den a él. Tienes que vivir Laura, ahora comienza nuestro momento. El que tanto habíamos soñado. — Laura intentaba hacerme entrar en razón, en aquel momento ni yo misma sabía lo que quería.

—Está bien. Estamos predestinados a estar juntos, no importará si es ahora o en unos años. — Y con esas palabras decidí zanjar el tema y emprender mi día con más motivación que nunca, puse mi música y comencé a cocinar el desayuno. Mi madre trabajaba así que estaba sola todas las mañanas, yo tendría que ir a clases, pero no me encontraba muy bien así que decidí quedarme en casa. Tampoco había mucho que hacer, era la semana de orientación. Es la semana en donde piensas que quieres hacer, en que te vas a dedicar, donde vas a estudiar. Yo ya lo tenía claro, iba a ir a Barcelona con Laura a estudiar fotografía. Era mi sueño, si es cierto que me encanta escribir, pero la fotografía era mi pasión.

Los días pasaron bastante rápido y llegó el día de las despedidas, mamá como siempre lloraba como una magdalena cada vez que uno de sus hijos se iba a otra parte del país. —Oh vamos mamá vendré en Navidad y me tendrás aquí de nuevo mucho tiempo, te lo prometo. — le abracé tan fuerte. Como si fuera la última vez que lo fuera hacer. —Lo sé Ana cariño, pero no le niegues un beso a tu madre anda. — Entonces le volví a dar otro abrazo aún más fuerte que el anterior, le iba a echar muchísimo de menos.

Llegó el momento en el que tocaba coger el Ave dirección Barcelona, nueva ciudad y nuevas aventuras. Pisé el vagón, busqué mi asiento y me senté junto con Laura. Estuvimos todo el trayecto durmiendo o viendo películas, la verdad es que se me hicieron cortas las horas. Llegamos y tocó bajar del Ave, joder que miedo me estaba entrando en aquel momento. Mirando las indicaciones que nos había dado nuestra casera llegamos a nuestro precioso piso, era normal pero perfecto para nosotras.

—Bueno Ana por fin lo hemos conseguido, ya estamos aquí. — me decía mi amiga con efusividad. Le miré y le regalé una amplia sonrisa, estábamos felices por estar aquí. Empezaríamos las clases en dos semanas y la verdad ya estábamos deseando que empezaran ya, todo esto era un nuevo mundo para mí. Estando en mi cuarto rodeada de cajas de la mudanza me acosté en mi cama y me quedé dormida al instante, la verdad estaba muy cansada.

Empecé a soñar algo que jamás había soñado, parecía una película en mi cabeza. Parecía como si una voz me contara una historia, podía ver a alguien con claridad. Había un chico, parecía ser de mi edad. Estaba triste y desamparado al lado de una cornisa de un edificio. Por alguna extraña razón me impulsé y corrí hasta a él, iba a saltar desde esa cornisa, pero le detuve. Cuando los dos caímos y estábamos a punto de vernos me desperté. ¿Quién sería aquel chico y porqué quería saltar?

Todo daba vueltas, me levanté y salí al balcón de mi habitación. El viento era frío como en Madrid, miré hacía arriba y pude ver en el cielo como nacían dos estrellas. Las dos se unían poco a poco, me quedé viendo al cielo hasta que me dormí en la silla que tenía ahí.

Tienes 365 días para enamorarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora