Las dos estrellas se unen
Habían pasado ya varios días desde que Ana llegó Barcelona, visitó todos los rincones de esa hermosa ciudad. Pero algo en ella había cambiado, no parecía la misma. Estaba triste todo el tiempo sentía que algo le hacía daño, pero no entendía el que. No habló de esto con nadie, lo pasaba mal en silencio. Ana era una persona reservada y no le gustaba hablar de sus problemas con los demás, prefería plasmarlos en sus libros o en sus fotos. Tanto era el dolor que sentía desde aquella noche donde tuvo ese sueño que no tenía ganas de vivir, Laura notó el cambio de comportamiento de Ana. Intentó hablar con ella en más de una ocasión, pero fue inútil, Ana seguía callada.
Ninguna de las dos sabía lo que estaba pasando, faltaban ya muy pocos días para empezar las clases, pero con cada día que pasaba Ana se iba destruyendo poco a poco. Una mañana en la que estaba ella sola en su piso comenzó a sentir un brutal ardor en las muñecas, sentía como si alguien le cortara la piel poco a poco. Ana chillaba y se retorcía del dolor, en ese momento llegó Laura y se encontró a Ana chillando en la cocina. —¿Ana? —decía Laura con miedo desde la entrada del piso. Se adentró lentamente hasta llegar a la cocina y ver a Ana en tal estado le alertó, corrió hacía ella y se tiró a cogerla del suelo.
—¡¿Qué tienes Ana?! ¡¿qué te pasa?! — Ana no podía contestar, tal era el daño que tenía que se desmayó a los pocos segundos. Laura con miedo y sin saber que hacer llamó a la madre de Ana después de llevar a su amiga al sofá, ella le contaba a su madre desesperadamente como se había encontrado a Ana y que no sabía qué hacer. —Laura cálmate, ese dolor es producido por la marca. — le decía la madre de Ana. La madre de Ana pasó por algo parecido cuándo le salió la marca junto al padre de Ana, se decía que el sentir el dolor del otro era hasta cierto punto, pero en esa familia no era así.
Ana lentamente abrió los ojos y pudo ver a Laura hablando por teléfono, estaba desesperada y la pobre estaba pálida. —Laura, estoy bien tranquila. — Ana estaba bien, como si nada le hubiese pasado. —¡Ana por el amor de Dios! — se agachó y le abrazó con fuerza. Las dos se sentaron juntas en el sofá del comedor, Ana sabía y entendía lo que acababa de pasar. Algo le acababa de pasar a él, se preocupó. Laura intentó calmarla, pero el miedo de Ana de perder a alma gemela antes de que lo hubiera conocido le aterraba, tenía miedo de perder a la única persona que deseaba conocer con todo su ser.
—Laura algún modo tiene que, a ver para poder encontrarlo deseo verlo. —Expresaba Ana con lágrimas y una desesperación que jamás había tenido. —Investigaremos, lo prometo, pero primero llama a tu madre. Ana llamó a su madre y empezaron hablar sobre el dolor en las muñecas, la sensación de perderle y la angustia por la que estaba pasando. María intentaba tranquilizar a su hija por teléfono y entonces decidió contarle la manera de poder conectar con tu persona.
—¿Cómo? — Ana no entendía lo que su madre intentaba explicarle. —Últimamente has tenido unos sueños en los que sentías que él estaba allí o tenías la necesidad de verle. Bien, esa es vuestra conexión. Ana, tienes que aprender a comunicarte con él a través de tus sueños. No dejes que el miedo te gane, lucha y conseguirás las respuestas que tanto buscas. — Y seguidamente su madre colgó. Todo le daba vueltas, estaba indecisa. Desde que le salió la marca había padecido más que en toda su vida. Tenía miedo de que a esa persona con la que estaba conectada le hubiera pasado algo. Pero a la vez tenía miedo de quién podía ser y que podía hacer, después de aquel momento tan angustioso Ana investigó sobre la marca, la relación entre ella y su persona.
Pero no encontró mucha respuesta, pasaron los días y las clases empezaron. Laura acompañaba a su amiga hasta su clase, desde aquel día no quería dejarla sola. Se despidieron y Ana entró a su clase, dónde había mucha gente que le miraba o eso sentía ella. Se sentó al final del aula, no quería ser muy vista. Ella quería hacer las clases discretamente, no quería meterse en líos ni conocer a mucha gente. —Bienvenidos chicos al aula de iluminación y escenografía. El profesor acababa de entrar en el aula, comenzó a desarrollar un discurso explicando las salidas que tenía la fotografía en la vida y la importancia que tenía el desarrollar y el grabar un buen momento.
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Tienes 365 días para enamorarme
RomansaEllos dos estaban destinados desde un primer momento, el problema era que no sabían uno del otro. Ana tiene dieciocho años y es de España, una dulce chica que decide cambiarse de ciudad y comenzar a vivir sola. En su nueva ciudad conocerá a mucha ge...