El día que cumplí los diecisiete, mi abuela falleció. Cuando el único familiar que nos quedaba, mi tío Connor, se enteró de lo sucedido, no dudó en ser nuestro tutor legal. Aunque yo no lo quería.
-Te he dicho mil veces que no hace falta que hagas esto por nosotros.-dije apoyada en la mesa.
-Elena, aunque tengas diecisiete años aún te queda un año en el instituto, y tu hermano tiene seis años, ¿en serio crees que podrás llevarlo todo?- me preguntó mirándome a los ojos.
Lo miré seria. En realidad sabía que él tenía razón, pero aún así no lo veía justo.
-Sabes que llevo razón- me dijo con una sonrisa de orgullo.
-¡Sí, vale, tienes razón! Aunque te aviso que no es tan fácil cuidarnos como lo parece, Luca es un desastre.- mentí, con intenciones de que se arrepintiera.
-¿Sólo Luca?- me dijo riendo.
Lo miré con una sonrisa burlona. Él era así de bromista. Tenía unos 30 años, soltero, aunque no lograba entender por qué ya que era realmente guapo. Su pelo era casi rubio y sus ojos cafés, como los de mi madre. Era alto y su cuerpo estaba bastante bien.
-Venga, sube arriba y recoge tus cosas, tenemos que dejar esta casa ya, os tiene que traer malos recuerdos.-me dijo apagando la televisión.
-Demasiados...-dije girándome.
Subí las escaleras corriendo y entré en mi habitación. Cogí mi portátil y puse música aleatoriamente, sonó Yesterday de The Beatles. Abrí la maleta y el armario y empecé a meter toda la ropa que tenía en la maleta lo más doblada que pude. Mientras, pensaba en mis últimos años. Hacía dos años que mis padres fallecieron y aún los echaba de menos, tanto como el primer día. Mi abuela murió hace una semana, ella había sido estos dos años como mi madre, y ya no estaba. Y bueno, ahora me iba a ir a una ciudad que no conocía con mi tío y mi hermano. Iba a empezar de nuevo en un instituto donde no conocía a nadie, aunque en el que estaba no hablaba con nadie e irme a otro no me importaba. Realmente mi vida daba pena. La música de fondo no ayudo a reprimir mis lágrimas. Me acosté en la cama mirando al techo mientras las lágrimas corrían por mi cara. Me preguntaba cómo después de todo lo que había llorado estos dos años aún me quedaban lágrimas. De repente oí un ruido en la puerta.
-Mami, ¿estás bien?- me dijo mi hermano desde la puerta con voz tímida.
Él decía que yo era su mami porque era la que siempre había estado ahí. Y la verdad es que yo lo quería como un hijo, hermano, padre... simplemente más que a mi vida.
-Hey pequeño, claro que estoy bien. ¿Has recogido tus cosas o quieres que te ayude?- le dije levantándome y secándome con disimulo las lágrimas.
Él vino hacia mi y me abrazó.
-Ya lo he recogido todo, ahora si que vamos a estar bien.- me dijo al oído.
-Eso ya lo sé, pequeño. Venga vamos, ¡nos espera un largo viaje!- dije poniéndome en pie.
Cogí las maletas y miré por última vez mi habitación. Sólo quedaban mi cama, mi armario y mi escritorio.
-¿Todo eso se queda aquí?- me dijo mi hermano con voz inocente y riendo.
Sonreí.
-No, cariño. Esta tarde vendrán los de la mudanza y se llevarán todo lo que queda a la nueva casa.-dije bajando las escaleras con él y las maletas.
-¡¿ESTÁIS PREPARADOS CHICOS?!- gritó mi tío eufórico.
Estaba en la puerta mirándonos mientras bajábamos las escaleras. Estaba feliz y se podía ver la ilusión en sus ojos.
-¡SÍ!- le respondió mi hermano más eufórico si se podía.
-Ven aquí campeón- le dijo cogiéndolo en brazos.
Abrió la puerta y fuimos al coche, dejamos las maletas en el maletero y nos subimos a nuestros asientos decididos a vivir la vida como nos lo merecíamos de una vez por todas.
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My only reason {Luke Hemmings} ||PAUSADA||
FanfictionMis padres murieron en un accidente de coche. Cuando volvían de una cena de trabajo, un coche se les cruzó y murieron en el acto. Mi hermano ni si quiera entendía que había pasado ya que tenía 4 años. Mi abuela y yo le dijimos que estaban en un luga...