𝐼𝑉. 𝐷𝑜𝑙𝑜𝑟.

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Cuando Kirito se fue ella se quedó pasmada por tal reacción, anhelaba estar soñado y poder despertar pronto para que nada de eso hubiera ocurrido jamás.

Un dolor en el vientre la hizo reaccionar y ver la realidad; estaba rodeada de algunos miembros de ataúd risueño y uno le había asestado un golpe. Por el impactó fue impulsada hacia atrás cayendo cerca de la cama, pero inmediatamente se alzó y volvió a empuñar su espada. Les echó una mirada rápida pero no pudo reconocer a nadie, todos estaban cubiertos de pies a cabeza.

Nuevamente uno se dispuso a golpearla pero ella lo esquivó y con la espada entre las manos que le temblaban le dió una estocada justo en el pecho que lo hizo morir instantáneamente, los cristales se alzaron ante ella antes de desaparecer. Sabía que no era momento para lamentarse sobre aquel acto impulsivo, pues los demás se mostraron más enojados e intentaron tomarla de los brazos, afortunadamente le dieron tiempo para pensar su siguiente movimiento y les hirió las piernas dejándolos tirados por un instante.

—Maténla, de nada nos sirve que siga con vida —expresó furioso uno de los hombres.

Los demás obedecieron y volvieron a abalanzarse sobre ella. Todo fue horrible; la chica tuvo que armarse de valor y preparase para lo que estaba a punto de hacer. Si bien, además de ser conocida por ser la subcomandante de uno de los gremios más fuertes también lo era por su agilidad y fortaleza. Los miembros de ataúd risueño juntos igualaban la fuerza de uno de los boss con los que había peleado, sin embargo no era lo mismo, estos eran personas. Además el recuerdo de Yui no la dejaba en paz, las últimas palabras de la niña se le habían clavado con fuerza en el alma.

Esté mundo es cruel, debes entenderlo. Le había espetado Kirito hace unos minutos atrás.

Y tenía razón, pero ¿Por qué seguía pensando en él en momentos como ese? ¿Por qué mientras les clavaba su espada y asesinaba a personas? Asuna se había lanzado ya dispuesta a terminar con los hombres, uno tras otro, hasta dejar vivos a los únicos tres que no habían movido ni un dedo y solo se dedicaban a mirarla desde un rincón de la habitación.

—Sujétenla.

La voz que habló la dejó pasmada, tanto que volvió a quedarse inmóvil con el cuerpo temblando. Se miró las manos y a pesar de que estaban completamente limpias casi pudo sentir el espesor de la sangre. Dos de los sujetos la derribaron y ante ella se alzó el tercero, una figura alta y robusta, la que tantas veces había visto cuando entraba a la sede de su gremio, la figura que tantas veces le había dado órdenes.

—Muy bien hecho subcomandante —el hombre se quitó la capa que le cubría el rostro. Heathcliff esbozó un gesto de satisfacción—. Te haz convertido en toda una asesina, serías un gran miembro de Ataúd risueño —dijo él y los ojos de la chica se posaron en la marca del gremio que yacía en su brazo derecho—. Es una lástima que tengas que morir ahora.

En seguida les hizo una seña a sus hombres con los ojos y ellos golpearon fuertemente a Asuna en la cabeza reduciendo aún más su barra de HP dejándola a punto de desmayarse de nuevo. Lo último que vislumbró con detalle fue que Heathcliff alzó su espada dispuesto a acabar con su vida, lo demás se tornó borroso, estaba esperando el golpe que acabaría con su vida pero este no llegó, en su lugar una ráfaga envolvió a su oponente que salió desprendido hacia atrás. Después los dos hombres cayeron inconscientes.

Su cabeza le dolía y su vista no respondía bien, lo único que veía eran tres siluetas tiradas y una en pie.

—¿Kirito..? —su voz tembló al recitar este nombre.

Escuchó que la otra figura le respondió pero era una voz que para ella se encontraba muy lejos, no distinguía de quién era. Entonces esa persona fue a su encuentro y la levantó, mas Asuna se dió cuenta de quién se trataba hasta que la luz de luna se reflejó contra ella.

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⏰ Última actualización: Jan 31, 2021 ⏰

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