𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐕: 𝐏𝐫𝐢𝐦𝐞𝐫𝐚 𝐜𝐚𝐫𝐭𝐚.

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Era miércoles, Stanley se había decidido -después de una semana acobardándose- en entregarle la carta a la chica de cabellera castaña

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Era miércoles, Stanley se había decidido -después de una semana acobardándose- en entregarle la carta a la chica de cabellera castaña. Estaba nervioso, por el como reaccionaría Amber y por el hecho de que nadie debía verlo en cuanto dejara el sobre.

—¿Hoy me van a acompañar al arcade?—.

Habló el de gafas en lo que caminaban por los largos y anchos pasillos en dirección al casillero del rizado, habían pasado por los casilleros de los demás para que guardaran sus cosas en lo que hablaban de bobadas a las que Stanley hacia oídos sordos a la gran mayoría.

—Por supuesto—.

Comentó el de rizos dorados mientras formaba una sonrisita sobre sus rosados y finos labios, sus amigos lo miraron de inmediato y uno de ellos, Eddie, abrió su pequeña boquita un poco, como siempre, exagerando su reacción.

—¿Q~Qué? ¿Tienes ga~ganas de acompañarnos, por pri~primera vez?—.

Preguntó con tono confundido el de ojos verdosos, sonriendo levemente en el acto. Stanley nunca era de estar dispuesto a acompañar a sus compañeros, eran contadas las veces que aceptaba por motus propia, sin que le tuvieran que insistir ni una sola vez. Y esta era una de ellas.

—Por supuesto, ¿Qué tiene? ¿Acaso tiene algo de malo querer pasar tiempo con ustedes?—.

Stanley sonrió, y por más que a simple vista pareciera que sus amigos se habían creído su media-mentira, eso no era cierto. Los tres se habían quedado confundidos por su comportamiento, pero se habían limitado a asentir con la cabeza y continuar hablando de alguna tontería, y en caso de Richie, bromear sobre la madre de Eddie. Cabe aclarar que Stanley si quería pasar tiempo con ellos, pero estaba priorizando otra cosa que no les diría a sus compañeros, o no en un futuro cercano.

En cuánto llegaron al arcade, Stanley adelantó a los demás sigilosamente y fue a paso rápido al videojuego que Richie había mencionado que iban a jugar aquel día con la castaña. Dejó el sobre -que tenía escrito el nombre de su enamorada con una linda caligrafía- apoyado sobre el tablero de coloridos botones, no sin antes mirar a sus lados para asegurarse que ninguno de sus amigos lo hubiera notado. Amber no tardó en cruzar la puerta y acercarse a Richie, quien la había esperado al contrario de los demás. El nerviosismo de Stanley aumentó. Se alejó de inmediato del videojuego, y comenzó a silbar una melodía que había oído en la inglesia en la que trabajaba su padre días atrás pero a la que no había prestado demasiada atención, por lo que improvisada en algunas partes. El rizado no era experto en simular, y menos ante la figura de Amber cerca suyo.

—¿Ganarme en Street Fighter? Imposible—.

Comentaba el de lentes de gran aumento mientras caminaba, a su lado estaba la de cabellos castaños, quién reía y asentía con la cabeza, como si estuviera segura de lo que acababa de decirle a su amigo. Probablemente eso era cierto, Amber había estado practicando en dicho videojuego para terminar su racha de jugadas perdidas contra Richard Tozier.

—Estoy segura de que esta partida te la gano. ¿Apostamos un helado al ganador?—.

Se acercaron al videojuego, Richie asintió con la cabeza ante su propuesta, con una traviesa sonrisa. Amber sacó del bolsillo trasero de sus shorts de jeans la moneda que seguidamente iba a introducir, pero antes de hacerlo su mirada se posó en el sobre que yacía descansando en el tablón de botones. Le extendió la moneda a Richie, y en cuánto la tomó, agarró el sobre entre sus delgados y pálidos dedos.

—Un admirador secreto, ¿eh?—.

Fue el infaltable comentario que realizó Richie, la chica le dió un pequeño empujoncito para así alejarse un poco de dónde se encontraba y abrir el sobre, para así deslizar hacia arriba la carta.

"𝑪𝒓𝒖𝒔𝒉" || 𝑺𝒕𝒂𝒏𝒍𝒆𝒚 𝑼𝒓𝒊𝒔.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora