𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐈𝐕: 𝐋𝐚 𝐚𝐲𝐮𝐝𝐚 𝐝𝐞 𝐁𝐞𝐧.

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Stanley contactó a Ben al día siguiente, y afortunadamente, el de cabellera rubia asintió al encuentro sin ningún problema

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Stanley contactó a Ben al día siguiente, y afortunadamente, el de cabellera rubia asintió al encuentro sin ningún problema. Habían arreglado reunirse en la biblioteca a las tres de la tarde, y para aquello faltaban unos quince minutos. El de religión judía estaba llegando a dicho lugar, apurado gracias a que había salido tarde de su casa por haberse quedado leyendo y no observar la hora en su reloj de mano.

En cuánto el de rizos dorados se adentró a la amplia biblioteca, recorrió con la mirada el sitio, en busca de su compañero. Lo localizó en cuánto él elevó su mano y la agitó, manteniendo silencio porque sino la bibliotecaria le llamaría la atención.

—Hey, Ben... ¿Qué tal?—.

Preguntó Stanley en lo que se sentaba al lado de su amigo, colocando su libreta, unas lapiceras de colores y un sobre blanco en la mesa.

—Todo va bien. ¿Listo para atraer a la chica que me hablaste por teléfono?—.

Ben empezó a reír, y Stan se le hizo imposible no acompañarlo. Asintió brevemente con la cabeza.

—¿Tu crees que le gustará? No sé lo que le gusta a las chicas, Ben—.

Stanley era inexperto en todo lo relacionado a las chicas y a las relaciones, gracias a que nunca había sentido atracción por ninguna de sus compañeras.

—Estoy seguro que si, a Bevvie le agradaron. ¡Por cierto! Le comenté sobre el tema y me dijo que ella podría intentar preguntarle sobre la carta cuando se la entregues, así podemos saber si le gusta o no—.

Ben parecía tener todo planeado, incluso mejor que Stanley, a quién nunca se le había ocurrido pensar en aquello. Curvó sus rosados y finos labios en una pequeñita sonrisa.

—Que buena idea. ¿Empezamos? ¿Qué podríamos ponerle en la carta?—.

—Te sugiero que primero escribas todo en una hoja borrador, para la que le entregues esté prolija y bonita. Podríamos escribir respecto a... Sus ojos, o algo en lo que te hayas fijado cuando la viste, gracias a que no hablaste con ella como para escribir sobre su personalidad—.

Stanley supo admitir que Ben era experto en este tipo de situaciones, en las que se requería ser romántico.

—Sobre sus ojos estaría perfecto, tienen un color avellana precioso que si los miras, aunque sea por un instante... Dios, quedas completamente hipnotizado, como si estuvieras en otra dimensión. Por un momento sentí como si solo estuviéramos nosotros dos—.

Ben prestó atención a sus palabras, sosteniendo un lápiz con su mano derecha y manteniendo su punta cerca de la blanquecina hoja dispuesto a escribir algo en cuánto su imaginación llegara. Instantes después se centró en una frase que acababa de ocurrirle.

"Cada vez que me miras, en un instante todo se me olvida. Me sentí hipnotizado ante tus ojos color avellana, hacen que me sonroje y me olvidé de todo lo que me rodea."

—¿Qué te parece esto?—.

Ben le inclinó la hoja al rizado, y este la tomó entre sus manos para así leer atentamente lo que había escrito segundos atrás.

—¡Está perfecto, Ben! ¡Gracias!—.

Stanley se levantó de inmediato, para así tomar la hoja y guardarla con sumo cuidado en su bolsillo.

—¡Debo irme! ¡Tengo que dormirme temprano esta noche para mañana estar temprano en el Arcade!—.

Exclamó y antes de que el rubio pudiera responderse o siquiera despedirse, desapareció de su vista. Stanley estaba emocionado al respecto.

"𝑪𝒓𝒖𝒔𝒉" || 𝑺𝒕𝒂𝒏𝒍𝒆𝒚 𝑼𝒓𝒊𝒔.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora