𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐈𝐈: 𝐋𝐨𝐬 𝐜𝐞𝐥𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐄𝐝𝐝𝐢𝐞.

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Stanley Uris se había quedado sentado en una de las bancas que se encontraban fuera del Arcade, había salido del lugar luego de unos instantes de aburrimiento gracias a que Bill había comenzado a ver la partida de Street Fighter que mantenían Ambe...

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Stanley Uris se había quedado sentado en una de las bancas que se encontraban fuera del Arcade, había salido del lugar luego de unos instantes de aburrimiento gracias a que Bill había comenzado a ver la partida de Street Fighter que mantenían Amber y Richie. Eddie se encontraba junto a Stanley, apoyando su espalda contra el respaldo y cruzado de brazos. Su mirada se encontraba perdida, como si estuviera concentrado en algún pensamiento.

—Amber y Richie se llevan demasiado bien, ¿no crees?—.

Mencionó Edward Kaspbrak sin más, manteniendo sus labios en línea a la hora de hablar y mostrando cierto disgusto respecto al tema. Stanley desvío la mirada de su libro favorito sobre las diferentes especies de aves inofensivas y la dirigió hacia el castaño que estaba a su lado.

—Sí, ¿Eso tiene algo de malo?—.

—¿No es extraño? ¡¿Desde cuándo Richie está tan cerca de una chica?!—.

—¿Me estás diciendo que crees que es su novia?—.

Contestó el rizado, de forma desinteresada. Que fueran novios poco le importaba. Eddie lo miró desconcentrado, como si Stan no hubiera captado una clara indirecta.

—¡Claro que sí! ¡Pero él no puede estar con ella! Él debe estar conm...—.

Tapó su boquita con ambas manos antes de poder pronunciar aquella última palabra con la que sería descubrirían de inmediato. Eddie estaba muy preocupado al respecto, ¿por qué? Estaba enamorado de Richie hace ya un par de años, pero el de cabellos color azabache no parecía poder notar el claro interés de Eddie hacia él, y el pequeño estaba pensando que con la repentina llegada de Amber a su vida, su destino con Richie estaba completamente muerto.

—¿Contigo? Ouh...—.

El rizado pudo terminar la palabra pronunciada por el pequeño. La reacción de Stanley no fue nada alentadora, por lo que Eddie comenzó a preocuparse. ¿Y si Stanley era homofóbico y comenzaba a insultarlo? Sin duda el pequeño no estaba listo para esa situación, aunque no fuera la primera vez que alguien lo trataba de esa manera al enterarse de su orientación sexual. Usó su inhalador en lo que observaba como el rizado entreabría sus rosados labios para volver a hablar, temiendo de lo que diría.

—No creo que se gusten, Ed's. Solo son amigos, y debes entender eso. Y si se gustan, está más que claro que no es para tí y mereces algo mucho mejor—.

Eddie curvó una sonrisita ladeada sobre sus labios, ya más tranquilo que instantes atrás, luego asintió brevemente con la cabeza.

—Gracias, Stan... Dios, creí que reaccionarías mal—.

Comenzó a reír al finalizar de hablar. Stan lo acompañó en ésta mientras cerraba su libro, no sin antes doblar la esquina superior de la hoja para así la próxima vez leer desde ese punto en adelante. Luego guardo éste en su mochila, para así levantarse de su lugar y extenderle la mano a Eddie.

—¿Entramos?—.

Eddie no estaba para nada convencido, gracias a que ver como Richie "coqueteaba" con Amber no estaba en sus planes, sin embargo asintió con la cabeza y, después de haber tomado la mano del rizado, se levantó. Ambos caminaron hacia la entrada del gran Arcade y, al adentrarse a él, buscaron las cabelleras de sus amigos entre todas las personas.

—Allí están—.

Musitó el de pequeña estatura en lo que señalaba hacia la derecha con su dedo índice. Stanley no pudo divisarlos hasta que estuvieron a unos pocos metros de él, ya que se había agobiado con los incontables niños y adolescentes que lo rodeaban y corrían por el repleto sitio. Y allí estaban; Bill animando a Richie, este último y Amber jugando a un videojuego el cuál desconocía el nombre gracias a su poca experiencia con ellos. Por primera vez en el día, Stan le prestó atención a la única chica entre el grupo de los perdedores, debía de admitir que era bonita. Demasiado, para ser sincero. Sintió sus mejillas enrojecerse en cuánto ella giró su cabeza para verlo, había notado su persistente mirada sobre su figura. No dijo nada, tan solo sonrió, y Stanley sintió como si se estuviera derritiendo, tal y como lo hace un helado frente al radiante sol.

"𝑪𝒓𝒖𝒔𝒉" || 𝑺𝒕𝒂𝒏𝒍𝒆𝒚 𝑼𝒓𝒊𝒔.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora