20. LAS HIENAS

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LAS HIENAS

Claudio vivía con sus dos hijos, Mateo y Clarissa. El padre y sus pequeños eran muy felices, a pesar de extrañar a Gabriela, la esposa de Claudio la cual había fallecido 3 años atrás.

Claudio anhelaba darles la oportunidad de que crecieran en una familia completa. Él estaba seguro de que Gabriela habría querido que le dieran la oportunidad a alguna mujer a ser parte de la familia.

Hacía poco más de un año que estaba saliendo con Elena, una encantadora mujer que se desvivía por él y los niños. Ella era la mujer ideal, por lo que decidió pedirle matrimonio.

Llegada la noche, sonó el timbre, cuando abrió la puerta una hermosa mujer lo saludó:

-Buenas noches, señor Martínez. Soy la niñera.

-Buenas noches, señorita. La estaba esperando.-Dijo entusiasmado.

-Me alegra estar aquí, ¿Y los pequeños?

-Están en la habitación, ya los busco.

-Tranquilo, ya tendremos tiempo de conocernos. -Dijo sonriendo.

-Muy bien, entonces muchas gracias por cuidarlos.

Horas después, llegó Claudio. La niñera estaba tranquila, leyendo en el sofá.

-Buenas noches, señorita. Saludó Claudio.

-Buenas noches, señor. Veo que la pasó muy bien.

-¡De maravilla!- sonrió-, y ¿Cómo se portaron los niños? Me imagino que ya están dormidos.

-Los niños estuvieron estupendos y ciertamente están descansando en paz. Por cierto, noté que tiene un par de perros. Me tomé el atrevimiento de prepararles un poco de carne.

-¡Oh, gracias! No se hubiese molestado en comprar.

-Tranquilo, no fue necesario.

-Pero no había. -Dijo confundido.

-A los perros les encantó el delicioso platillo de carne que hice con sus pequeños- dijo, mientras se reía de forma perversa.

Claudio no podía creer lo que escuchaba ¿qué clase de mujer era aquella? En ese instante entró Elena.

–Maravilloso trabajo, hermanita- dijo Elena, mientras se regocijaba con su hermana

-Pero ¿Qué significa esto?- Preguntó Claudio confundido.

Elena y su hermana lo miraron con malicia.

-Querido, siento mucho no ser lo que esperabas, pero ¿qué pretendías? ¿Qué yo cuidara a tus mocosos? Estabas muy equivocado- Dijo Elena, mientras reía-. Yo los odiaba y te odio a ti, porque nunca me diste un lugar en tu vida y por eso tenías que pagar.

-Elena estás loca ¡yo te amaba!

-¡Mentira! Lo único que amabas era la idea de darle una madre a tus mocosos. Pero, pronto le darás la familia que siempre quisiste - dijo mientras lo envestía con un cuchillo.



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