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El andar de León era lento, aunque firme. Evitó cualquier intercambio de palabras durante un largo trecho. Finalmente, Lluvia de Canela observó con mayor atención su entorno. Estaban en el camino hacia las Rocas Altas. ¿León al fin habría aceptado al Clan Estelar y planeaba recibir sus nueve vidas?

―¿Me dirás a dónde vamos? ―preguntó la gata, dudando.

―El campamento no es seguro, Lluvia de Canela, ―musitó sin mirarla, serio.

―¿A qué te refieres?

León detuvo su camino y tomó aire. Lluvia de Canela ya no sabía con exactitud cuáles eran sus intenciones.

―Hace muchas lunas, mucho antes de conocer a Azabache y formar juntos el Clan de la Flama, fui un solitario del poblado Dos Patas... ―se sentó, con sus ojos ámbar perdidos en el horizonte―. Antes de conocer a quien fue mi mentor en aquel lugar, tuve que luchar por sobrevivir solo; nunca conocí a mi padre, me alejaron de mi madre y la asesinaron; mi único hermano desapareció sin dejar rastro... ―forzó una leve sonrisa, aunque la borró en breve―. Y me sentía agobiado. Sentía que no valía la pena vivir... Entonces conocí a Rompehuesos, y él me enseñó que había mucho más por lo que vivir. Me enseñó a enfrentar mis problemas y no rendirme jamás. Su compañía me mantenía bien mentalmente. Cuando lo asesinaron fue la primera vez que me sentí inestable, sentí que le había fallado... pero me dio la fuerza para vengar su muerte lunas después, en la batalla contra los proscritos de Colmillo Quebrado... Conocer a Azabache me devolvió a esa estabilidad que necesitaba, pero perderla... me hizo pensar que le fallé así como a Rompehuesos.

―Pero vengaste su muerte...

―No fue suficiente. Muchas noches revivo el momento en que lo asesinaron frente a mí. E igual pasa con Azabache. Por más que lo intento, no puedo volver a esa estabilidad. Azabache confiaba en mí para dirigir al clan si algo llegaba a pasarle, por eso me nombró su lugarteniente... y siento que la estoy defraudando. Ella ya habría asesinado al responsable, habría dirigido una guerra mucho más rápido y mejor preparada... Incluso ella sabía que debía confiar en el Clan Estelar para triunfar. Era impulsiva a veces, pero sabía lo que hacía. Aunque nadie lo entienda así...

Sus ojos se le humedecieron, pero contuvo el llanto. Lluvia de Canela se sentía confundida, aunque comprendía su dolor. Le era claro que no quería mostrarse débil frente al clan, pero esa charla la podrían haber tenido en su guarida.

―No te sientas así, ―le dijo ella, dándole un suave empujón con la nariz―. Lo estás haciendo bien... al menos lo intentas. Pero eso no quiere decir que no puedas seguir adelante, mejorando. Te prometí que yo estaría acompañándote en cada momento, y es lo que seguiré haciendo mientras esté con vida.

―Yo no permitiría que nada malo te pasara... ―murmuró, mirándola con gratitud.

―Lo sé, ―esbozó una pequeña sonrisa, que León correspondió.

Ambos se quedaron ahí sentados un momento, cabeza con cabeza, sin decir nada. Mas fueron abruptamente interrumpidos por un fiero gruñido que provenía de los matorrales detrás de ambos.

―Siempre juré que eras una asquerosa manipuladora, pero no creí que llegarías a algo así...

La esbelta figura tricolor de Polilla avanzó hacia ellos, con el pelo del lomo erizado. Aparentemente, desde algún punto del camino, los había estado siguiendo a escondidas.

―¿De qué estás hablando? ―maulló Lluvia de Canela poniéndose de pie y enfrentándola.

―Debí suponer todo contigo, ―bufó y dijo a León―: ¿cómo puedes confiar en ella? Es una mentirosa, una traidora. Merece que la exilies...

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⏰ Última actualización: Jul 24, 2020 ⏰

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Rage between clans: Blood destinyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora