1#: Bienvenidos al grupo.

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Iba a llegar tarde al grupo. No estaba muy interesado en ello, por lo que no hizo esfuerzo alguno en levantarse de la cama temprano. Si iba a empezar con aquel, era por obligación de su abuela. Como no tenía amigos y cada noche volvía ebrio, ella comenzó una crisis de palabrerías. No quería preocuparla, por lo que accedió a ir a un grupo de ayuda social. De todas maneras, si no accedía, iban a arrastrarlo hasta uno de alcohólicos anónimos. ¿Cuál de ellos podría ser peor?

Salió del ascensor y caminó hacia una de las puertas viejas del edificio. Tenía en mente entrar, hablar un poco y luego marcharse; decirle a su abuela que no le gustó y seguir en su aburrida rutina de tomar alcohol, dormir dos horas y ver películas. 

Tomó el pomo del picaporte, y suspiró, un poco cansado.

—¡Cuidado! —Escuchó un grito y se dio la vuelta. Una mueca apareció en sus labios al ver que alguien corría a su dirección. ¿Existían ese tipo de personas en el edificio?

Trató de apartarse a un lado para dejarlo pasar, pero sin querer tropezó y terminó chocándose. Largó un quejido al sentir una mano enterrarse sin querer en sus costillas. Miró hacia el frente y notó que el causante del golpe había sido un chico albino. Llevaba la típica ropa de moda actual  y lentes oscuros con un marco grueso.

—Oh, ¿vienes a este grupo también? —le preguntó el chico a él, sin despegarse.

—Si —respondió, cortante. Lo tomó de los hombros y le dio un pequeño empujón para que se alejara. No estaba de humor para tener a alguien encima. 

—Me llamo Neige —dijo el albino luego de extender su mano—. Vendré a este grupo también. ¿Cómo te llamas?

—Sidney —se presentó, aún cortante y molesto. Si debía hacer esas cosas en el grupo, no iba a mentirle a su abuela respecto a que no le había gustado.

El tal Neige le dedicó una sonrisa amable. Aquella le parecía tan sincera que le dio miedo. ¿No le dolía cuando sonreía? Las personas no pueden tener siempre razones para sonreír. ¿Por qué lo hacía ahora?

—¿Por qué sonríes?

Sidney pudo notar que aquella pregunta había incomodado al albino. No comprendía el porqué podía incomodarle; era una pregunta sencilla, y solo la había hecho por curiosidad.

—Porque estoy feliz... —le respondió él con los ojos muy abiertos, luego de un momento. Aún tenía sus labios curvados, sonriendo.

Sid seguía sin comprenderlo, pero no iba a insistir. Siguió mirándolo un rato, hasta que recordó la molesta reunión y observó la puerta. Tomó el pomo del picaporte, y abrió la puerta de la sala sin interés. Allí dentro parecía una especie de loquero. Las ventanas estaban cerradas, las paredes demasiado blancas y el aire infestado de productos aromáticos. En el centro había una especie de círculo, hecho por sillas de color verde oscuro. Y en cuanto las personas que había, eran bastantes. No podían contarse con los dedos de ambas manos.

Caminó hacia una de las sillas vacías y se sentó lejos de donde estaban las personas. No necesitaba socializar ni hablar con nadie, por lo que se mantuvo distanciado.

—Bien, ¿estamos todos? —Un chico que le duplicaba la edad, se puso de pie y observó a todos los presentes.

La mayoría respondió al unísono. Los restantes no se molestaron en abrir la boca. Era como una típica discusión sobre equipos de fútbol o cosas parecidas. Cosas totalmente aburridas.

—Entonces, ¿qué tal si nos presentamos? —preguntó el chico—. Yo seré su coordinador. Si tienen alguna pregunta, no duden en preguntarme.

Sidney suspiró y se cruzó de brazos. Se acomodó mejor en la silla y, para no dormirse del aburrimiento, inspeccionó a las personas del semicirculo. Había chicas y chicos de todas edades. Mayormente eran jóvenes de su edad, pero la gente mayor no se quedaba atrás.

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⏰ Última actualización: Feb 05, 2015 ⏰

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Desiguales (Yaoi-Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora