ENTRENAMIENTO

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A la mañana siguiente, el bibliotecario saca un libro pequeño de su maleta, por suerte lo metieron allí con todo lo que llevaba puesto.

Se puso a leer el libro mientras trata de recordar que libros saco la heroína de la magia.

-Serian magia de hielo y magia de fuego, necesito ver que libros faltan, además que hoy llega el libro de mi señora.

-Prisionero,- llama un guardia.- alístese que lo van a sacar y luego diríjase ante la reina que lo encontrará en la biblioteca.

El bibliotecario, recoge sus ropas y sale de la celda, corriendo va a hacia la biblioteca, cogiendo un balde de agua se lava lo mejor posible y se viste con nuevas ropas, cuando estaba por ordenar los libros tirados, ayer por los héroes, entra la reina.

Rápidamente, el bibliotecario deja los libros a mano sobre el escritorio y hace una reverencia.

-Bienvenida mi señora, discúlpeme...- la reina pone su mano sobre el hombro del bibliotecario.

-Déjenos solos.- ordena la reina a los soldados.

Una vez solos, la reina lo abraza.

-¿No te hicieron daño?

-Solo unos moretones, mi señora.

-Traeré a la sacerdotisa para que te cure.

-Mi señora, eso sería exagerar por un simple plebeyo y esta muestra de afecto, aunque la aprecio, se podría al interpretar.- la reina suelta el abrazo.

-No eres un simple plebeyo, eres mi amigo.

-Me honra con sus palabras.

La reina se dirige a un sillón con vista a la ventana que daba al pueblo y un poco más, a los campos, verdes por ahora, pero en unos meses más, serian dorados.

-¿Recuerdas cuando llegue a este castillo?

-Lo recuerdo bien, mi señora, había llegado como una princesa del reino del norte y yo solo era un simple jardinero.

-Recuerdo que nos conocimos en el jardín, yo paseaba observando las bellas flores cuando usted me detuvo.

-Perdone mi rudeza en ese tiempo, siempre estaré apenado.

-Te acercaste y me dijiste que me detuviera, que dejara las flores azules o moriría.

-Me siento muy apenado.

-Me salvaste, había flores venenosas en ese jardín, el anterior rey le gustaba drogarse con esa flor, yo creo que eso fue lo que provoco su pronta muerte.

-Mi señor fue un buen rey, me perdono la ofensa de hablarle de esa manera a mi señora y agradezco a mi antiguo señor por perdonarme la vida.

-Luego te busqué y no te encontré hasta mi compromiso donde te vi en esa florería.

-Si hubiera sabido que mi señora me buscaba, me habría presentado.

-Lo sé.

-Recuerdo cuando mi señora compro un ramo de hermosas flores.

-Mande una sirvienta.- corrigió la reina.

-Por supuesto, mi memoria falla, además sería ilógico que mi señora se disfrace de sirvienta para visitar el pueblo.

-Exacto, allí supe que eras alguien letrado.

-Mi señora, me alaga, solo leí los libros de la biblioteca del pueblo.

-Pero sabias todo sobre esos libros, hasta el que me salvo la vida.

-Y por esa buena obra estoy ahora sirviendo a usted, en esta hermosa biblioteca.

El BibliotecarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora