El herrero cerrando su tienda y dando una nota para su nieto se va junto a Gretell y el bibliotecario al puerto.
En el camino, ellos reviven viejas historias.
-¿Recuerdas la vez que nos escapamos del entrenamiento?
-Sí, fuimos al pueblo para divertirnos con los niños del parque que habías encontrado esos días.
-Sí, ¿Qué es de ese parque?
-Es un orfanato ahora, los niños aun juegan con esos juegos que hicimos.
-Mi mejor obra de herrería.
-Viejo, - interrumpe Gretell. - ¿de dónde lo conoces?
-Ya te dije, es un viejo compañero de armas.
-Pero de cual.
-De las primeras.
Dice mientras saca su pipa.
-¿Volviste a fumar? - reclama el bibliotecario.
-Tú también fumabas.
-Pero no es igual aquí.
-Prueba.
El herrero le pasa la pipa de madera con adornos de metal y hiervas secas a un lado, el bibliotecario le da una aspirada, la sorpresa lo invade.
-¿Cómo lo hiciste?
-Prueba y error amigo, prueba y error.
-Dime que tienes más.
-Gretell, pásale la caja.
Gretell saca una pequeña caja donde estaban esas hierbas secas.
-Viejo, eres lo mejor.
Y así pasaron, fumando todo el camino hacia el puerto, donde estaba el rey mismo con su armada y el nieto del herrero.
El rey inclinándose le pide que no abandone su reino, pero ya el nieto le vuelve a explicar y con una promesa de volver los dejan embarcar junto a los ingredientes para la cura.
Ni bien llegaron, le informaron de las noticias mientras estaban ausentes.
La princesa había empeorado, el mago había vuelto con los huevos, pero había perdido a la mitad de los soldados, Los Negros estaban ya volviendo y ninguna noticia de los héroes.
Rápidamente fueron al castillo, a la sala del trono donde un indiferente rey y una preocupada reina esperaban.
-Mi rey, mi señora, les presento a Robert LeGrand, es el hijo del fallecido escritor. - anuncia el bibliotecario.
-Reyes del reino Durr, mi nombre es Robert LeGrand y ella es mi pariente Gretell LeGrand, lamento que nuestra visita sea en desafortunado momento, pero haremos lo posible por la princesa.
-Señor LeGrand, le saludo y por favor, - inclina la cabeza. - salve a mi hija.
-Mi señora, no debe inclinar su cabeza. - dice el bibliotecario.
-Es cierto, una reina no debe inclinarse ante plebeyos. - dice el rey enfadado.
-Guardias, - llama la reina. - acompañen al señor LeGrand y a la señorita a sus dormitorios y ubíquenlos para la preparación de la cura.
La reina sale junto a todos dejando al rey en el trono jugando con su barba hasta que una mucama se acerca y se retira con ella.
-Señor LeGrand, lamento decirle que no tenemos todos los ingredientes que están escritos en el libro de su padre.
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El Bibliotecario
FantasíaEn un mundo donde la magia y las habilidades dominan, solo un supremo ser está por encima de todos, con una capacidad ilimitada de mana y la habilidad de robar habilidades, el rey demonio esta reinando e invadiendo los demás reinos. La invocación de...