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01

Los golpes, gruñidos y gemidos invadían la habitación, los casilleros sosteniendo el peso de ambos. Los lascivos choques de pieles resonando en sus oídos como un zumbido que repercutía sus acciones.

La mano dura del castaño rodeó el miembro erecto y chorreante del contrario, comenzando un bucle lento y tortuoso para el ruso quien inclinó su cabeza a un lado exponiendo su delicado cuello blanco, tan suave como parecía a la vista siendo a la par acariciado por los labios del hombre que lo sostenía contra los fríos casilleros azules de los vestidores de comisaría.

— Detente.

Rodríguez detuvo su accionar y se apartó de aquello que tanto cuidaba su contrario, enfocándose en embestir a Viktor quien se aferraba a los hombros del otro comisario respirando erráticamente, el de barba lo sostuvo de los muslos presionando más contra él arrancandole un suspiro de placer al de hebras platinadas, quien se removió en los brazos del alfa que lo sostenía mordiendo sus labios con fuerza para no soltar aquellos indecentes sonidos en plena comisaría.

La mano de Greco aumentando la velocidad junto a los choques de piel caliente cada vez más profundos, haciéndolos delirar de placer carnal. El aroma a whisky y menta inundando las fosas nasales del comisario de tez pálida. De repente, él jadeo con fuerza hundiendo dolorosamente sus cortas uñas en los hombros del castaño quien a su vez sonrió ladinamente al observar con satisfacción al ruso blanquear brevemente los ojos y arquearse contra el frío metal en el que reposaba su espalda, unos besos fueron repartidos en el blanquecino cuello antes de volver a atacar aquel punto en su interior que lo hacía delirar de placer ante los toques del comisario que lo atendía gustosamente.

La fuerza acrecentado en los empujes, el 'delta' se removió frenéticamente contra él de cierta forma colaborando con el placer de ambos cerrando los ojos fuertemente. A ambos cubriendoles una fina capa de sudor y sintiendo la bruma de placer envolverlos, el ambiente caliente y lleno del olor de su encuentro sexual. Leves olores a chocolate amargo y el predominio del whisky en la habitación cerrada con llave en la que ambos amantes gruñian placenteramente ante la complacencia del otro.

Un fogoso beso se dio entre los dos comisarios de la ciudad, sintiendo la furia por una parte y por otra el arrepentimiento de una acción pasada, separándose cuando el delta sollozo en el hombro del alfa gimiendo al sentir la caliente semilla llenarlo de golpe.

Ambos se mantuvieron en silencio, sus agitadas respiraciones eran sus compañeras y Rodríguez alcanzó su pantalón tirado en el suelo para sacar un pañuelo, comenzando a limpiar el semen en el abdomen del ruso quien aún se mantenía en sus brazos recostado de espaldas y con las piernas envueltas en su cadera, sus labios viéndose tentadores para el contrario quien no dudó en darle un breve beso.

— Ya acabamos, comisario Rodríguez. — aclaró con su -últimamente- habitual tono frío, bajando del agarre del castaño quien lo vió con tristeza.

Viktor empezó a recoger su ropa tirada en las baldosas del suelo, con la mirada azul celeste fría. Sintiéndose mucho mejor y listo para continuar con su vida.

— Claro, solo sabes utilizarme. — mencionó el contrario acabando de abrochar su pantalón.

Él mencionado se volvió al de barba quien lo miraba con tristeza, sintió un leve arrepentimiento pero no podía dar marcha atrás. Greco había puesto a un criminal por encima de él, había invalidado sus órdenes delante de muchos y sobretodo, había logrado que Volkov desconfiara de él. Y para el ruso, la confianza era algo que no se podía volver a romper, pues no se le volvía a conceder.

— Tú también me utilizas, no te obligo a follar conmigo — dijo mientras abrochaba su último botón, colocándose la pistolera — de hecho, viniste tú y me besaste de la nada.

𝐁𝐈𝐓𝐄 ミ volkway Donde viven las historias. Descúbrelo ahora