El hombre equivocado

379 45 8
                                    


Llevaban más de dos meses en la ciudad, habían comenzado a hacer trabajos con Pablito, su hermano y Trujillo, trabajos de principiantes, vender un poco de maria o coca por la costa, tenían pensado comenzar con trabajos de mayor magnitud, pero por el momento esa opción solo seguía siendo un plan a futuro.

Muchas cosas habían cambiado en el transcurso de esos meses, habían logrado alquilar una casa pequeña, donde podían vivir los dos cómodamente y habían comenzado a trabajar de buzos, ganando de esta manera, un ingreso mayor al que ganaban anteriormente como basureros, aun así, sentían que aquel trabajo era demasiado agotador y desgastante, a diario volvían completamente derrotados, necesitaban juntar un monto de dinero para invertir en producto para traficar y de esta manera conseguir un mayor monto de dinero.

A Gustabo le parecía extraño el comportamiento de su hermano últimamente, se metía en más problemas de los que debería, y con gente que no debería, generalmente él era el problemático de ambos, pero al parecer los roles se habían invertido.

Sabía que en algún punto había comenzado aquel comportamiento, pero no encontraba el momento, llevaba un tiempo observándolo, no quería preguntarle aún, ya que no tenía una sospecha concreta, era demasiado extraño, hasta para él.

De un momento a otro lo pillaban vendiendo maria sólo en la playa, haciendo trampa en el casino, intentando robar alcohol del badulaque o golpeando a algún idiota aleatorio, terminando siempre en el calabozo. Gustabo sabía que su hermano no era tonto, pero hasta su actuar comenzaba a parecerle estúpido.

Se acomodó en el sofá analizando al de la cresta, se había parado al borde de la encimera con una taza de leche caliente en las manos hace unos dos minutos, pero el hombre no se había movido, miraba un punto fijo y sonreía tal como si estuviese viendo a un cachorro.

La situación no le daba buena espina, no podía encontrar una relación entre ambas situaciones, pareciese que se hacía arrestar a propósito, pero no sabía si le pasaba por distraído o por idiota, porque cada una de las situaciones en las que había sido atrapado eran completamente evitables y remediables, pero de una u otra manera terminaba tras los barrotes.

Algo hizo click dentro de él, y si lo hacía a propósito, ¿por qué lo hacía?, conociendo a Horacio, la única manera de hacerlo actuar de ese modo, era si él se lo pedía, si tenía que pagar alguna apuesta o si... si estaba enamorado, ¿pero de quién?, en ese momento el rubio no pudo evitar poner cara de espanto.

-¿Horacio?

Preguntó de una vez, necesitaba saber la verdad, descartar aquella opción y resolver las dudas que se había plantado.

-¿mmh?- responde el muchacho despertando un poco de su ensoñación y bebiendo un poco de leche como acto reflejo

-¿Estás enamorado de Conway?

En ese momento Horacio se atragantó con el líquido que estaba bebiendo, atorándose y comenzando a toser como un maníaco, Gustabo asustado se levantó a ayudar a su hermano quitándole la taza de las manos, dejándola sobre la encimera y sobando su espalda.

-ostia, Horacio!- exclamó preocupado al ver como el hombre se reponía, pero aún con el rostro completamente rojo- ¿estás mejor?

- sí- asintió el hombre mientras aclaraba su garganta

- No quería tomarte por sorpresa, perdón, pero debía confirmarlo- habló Gustabo aún con cara de espanto

- No... Gustabo..- el otro lo interrumpió

- No te estoy juzgando!, solo quería saberlo es todo- se excusó rápido

- No, Gustabo, escucha- intentó explicarse el de la cresta, pero un fuerte grito los interrumpió

Catch Me (Volkacio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora