1. Aguas Negras (Parte 2)

354 17 6
                                    

—Gracias al cielo, pronto vas a regresar a la escuela. Un poco de normalidad. Bueno, si algo puede volver a ser normal —añadió Juliet con genuina tristeza—. Cuando vivas con nosotros, se acabó eso de salir  sin decirme exactamente a dónde vas y a qué hora regresas.

Lauren aventó el trapo al otro lado de la cocina con un arranque de ira.

—¡No me voy a ir a vivir con ustedes! ¡Me voy a quedar aquí! ¡Ésta es mi casa!

Juliet la miró con ternura, pero Lauren lo malinterpretó. Le pareció que era lástima, y Lauren no podía soportar que le tuvieran lástima.

 —Ya sé, mi amor, ya sé…—Juliet se acercó para tocarle el hombro, ella se alejó.

—Lamento que esto tuviera que pasarte, Ojalá pudieras quedarte en tu propia casa, en serio. Pero tus papás decidieron que no podías vivir sola hasta que cumplieras dieciocho y la verdad es que estoy de acuerdo con ellos. Nosotros te vamos a cuidar. No tenemos otra opción. No puedes oponerte a los deseos de tus padres; perderías esta casa, perderías todo. Y de todos modos, no puedes ignorar sus últimos deseos…

Lauren sintió que los ojos se le llenaban de lágrimas. Pensó en su casa, su maravilloso chalet de arenisca gris. Pensó en su cuarto, pintado de un gris plata ligero que brillaba con la luz del sol y la luna…. En las largas cortinas de gasa que flotaban con la brisa cada vez que abría la ventana… En la vista desde su cuarto, el inmenso jardín y, más allá, las llanuras y las colinas, púrpuras por el brezo salvaje expuesto al viento. Pensó en el cuarto de sus padres, su estudio caótico con ropa y libros por todo el piso… Qué desesperación sentía cada vez que entraba y veía todo tan… fuera de control. Pensó en el tocador de su mamá, donde Clara se peinaba el cabello largo y negro —el hermoso cabello que Lauren había heredado—. Lauren se había sentado muchas veces en el tocador para jugar con el maquillaje y los perfumes de su mamá.

Más que nada, Lauren pensó en el sótano, ahora cerrado con llave. El cuarto secreto donde Mike y Clara guardaban sus armas, sus mapas y los libros que nadie debía ver. Donde su mamá guardaba las hierbas, las piedras y las velas y todos los misteriosos objetos que usaba para sus hechizos y amuletos, como el que ahora llevaba alrededor del cuello, escondido de la vista de los demás: una bolsita de terciopelo  rojo lleno de hojas de pino, un pequeño diente de ajo y un cuarzo rosa. Un amuleto de protección.

<<Ningún amuleto les sirvió a ellos>>, pensó Lauren con amargura.

¿Cómo diablos podría explicar el porqué de esas cosas si alguien las encontraba, si ella no estaba ahí para protegerlas? ¿Cómo diablos se desharía de ellas? ¿Enterrándolas en el jardín o quemándolas en una gran hoguera? Las vidas de sus padres se convertirían en cenizas, en nada. Lauren no podía permitir que eso pasara.

Tenía que encontrar la manera de quedarse en casa.

—Por cierto, tu prima te llamó hoy —la voz de Juliet interrumpió sus pensamientos.

—¿Mi prima?

—Karla.  Llamó desde Londres. No la conozco. Mira que perderse el funeral de su propio tío.

—Tenía años que no se hablaban —contestó Lauren en voz baja- Su papá y su tío Stewart se habían peleado muchos años antes; nunca le habían dicho a Lauren por qué. Pocos años después de la pelea entre hermanos, habían tenido noticias de que tanto Stewart como su esposa habían muerto y de que Karla había quedado a cargo de unos parientes lejanos de Nueva Zelanda. Tenía quince años. Clara y Mike recibían una postal de vez en cuando, pero ninguna de las partes se había esforzado mucho en mantener contacto. Lauren sospechaba que la pelea había sido lo bastante amarga como para crear tal distancia entre los hermanos Jauregui.

Sueños Secretos || Camren Adaptación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora