Capítulo dos

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Avanzando despacio y con la espalda apegada a la fría y lisa roca caminó por la muy larga entrada de la cueva, era una cueva demasiado grande, él llevaba mucho tiempo caminando y aún no encontraba a quien quiera que habitase el lugar

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Avanzando despacio y con la espalda apegada a la fría y lisa roca caminó por la muy larga entrada de la cueva, era una cueva demasiado grande, él llevaba mucho tiempo caminando y aún no encontraba a quien quiera que habitase el lugar. Tampoco había encontrado a la mujer que necesitaba ayuda.

Bien, él no había encontrado absolutamente nada. Todo lo que podía ver era oscuridad en la profundidad de la cueva, las antorchas, demasiado extrañas, que colgaban en la parte del techo iluminaban una extensa sección pero se perdían profundamente hasta donde su visión alcanzaba.

¿Qué podría haber allá? No importaba demasiado. Solamente necesitaba encontrar a la mujer y buscar una salida para los dos. Porque estaba casi totalmente seguro de que la cueva no volvería a abrirse para que él saliera. Demonios, él incluso tendría que luchar contra quien tuviese retenida a la mujer. Por esa misma razón no había gritado para conseguir ubicarla, aunque probablemente los dueños de la guarida ya supieran perfectamente que él estaba en el lugar, él no quería llamar la atención. No mucho más.

Y no pudiendo ver nada más que el camino profundizarse no podía hacer gran cosa más que avanzar. Seguir caminando de manera cuidadosa y sigilosa.

Siempre alerta.

Caminó por mucho tiempo, quizá medio camino del sol.

Maldita sea.

Su presa.

La carne se iba a dañar si es que ya no la había perdido por algún animal.

¿Y encontraría a esa mujer en algún momento?

—izdrāzt —, gruñó bajamente, sus cejas apretándose casi juntas y sus ojos tenazmente entrecerrados en busca de enfocar cuál sería su punto de partida. Porque había llegado a un punto donde la guarida se dividía en tres caminos, hacia cada lado de sus brazos y hacia el frente. ¿Por cuál camino debería seguir? Cerrando los ojos trató de ubicarse en el lugar en el que estaba. El sol había estado alto en el cielo cuando estaba cazando al animal. Pero, maldita sea. No conseguía ubicarse correctamente porque lo había perseguido arriba por la montaña y corrido alrededor durante un largo rato. Así que tuvo que abrir nuevamente los ojos, un resoplido le removió los labios y movió los dedos hacia los lados. ¿Aquí, allí o allá? Juntando nuevamente los párpados trató de escuchar cualquier ruido, lo que fuera, pero no había absolutamente nada. Así que actuando como un niño comenzó a dar vueltas con su mano estirada, cuando sintió que estaba mareándose detuvo las vueltas y abrió lentamente los ojos, su cabeza sacudiéndose un poco en malestar. Comenzó a caminar por donde su mano había quedado señalando. Por donde salía el sol, precisamente. Bueno. Donde usualmente salía, ahora mismo su sentido de dirección no estaba funcionando lo suficientemente bien. Luego de un rato de estar caminando su boca se abrió cuando se dio cuenta que una antorcha se encendía sin que nadie pusiese fuego en ella justo cuando él avanzaba, giró el rostro alrededor y se apegó mejor a la pared, tratando de mirar en todas direcciones por si alguna persona aparecía. Estuvo agazapado contra la pared durante un momento pero nadie apareció. Subiendo la mirada observó las antorchas y dio un salto cuando comenzaron a apagarse, pero, inmediatamente estaban encendidas de nuevo. Tuvo que parpadear varias veces, totalmente confundido. ¿El fuego no se había apagado? Bah, no importaba. Continuó caminando por un extenso rato hasta que la iluminación se hizo mayor, bien. Una salida. Sin embargo al mirar el lugar, definitivamente no parecía una salida... era... habían plantas, frutos que él no pudo reconocer estaban en el suelo alrededor de las plantas. Habían hojas en el piso pero no había desorden. Y cuando quiso estirar una mano para tocar las plantas no pudo hacer más que sentir cómo sus dedos chocaban contra una pared. Una pared... que él no podía ver. Presionó la mano y sintió aún más fría la pared. Se alejó al instante. Sacudiendo la cabeza trató de concentrarse. Quizá habían puesto alguna planta a quemarse que lo había drogado, él estaba imaginando cosas. Así que comenzó a trotar, un poco desesperado ahora, alguien estaba jugando con su mente y él no podía permitirlo. Entonces estaba pasando por una puerta, deteniéndose un poco agitado miró la cosa oscura, una puerta demasiado extraña, parecía hecha de piedra. La empujó con una mano. Con las dos. Presionando su cuerpo fuertemente contra el material frío. No podía abrirla. Era puerta pero parecía una pared. ¿La habrían tallado solamente? Soltó una baja maldición y se refregó el rostro fuertemente. —Laipni lūdzam Harrgyrand.La voz de la mujer le hizo mirar la puerta rápidamente, ¡ella estaba ahí dentro! Levantó las manos y trató de darle golpes a la puerta. No alcanzó a hacer nada.

The Zone (ls)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora