Prólogo

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Fue un día espinoso, como de costumbre soportar la repelente secundaria, y al llegar a casa, ver a mamá peleando con mi padrastro, para luego terminar encerrada en mi habitación con temor e incomodidad.

Desde aquella noche atroz, comprendí que estar en el otro mundo es lo mejor que me pudo pasar. Dejar de respirar y de sentir dolor resultó algo placentero, y más aún haciendo lo que mas te hacía sentir viva y pura en un mundo donde escapar de la realidad es aveces una de las mejores soluciones que existen para intentar sobrevivir.

Deambulo por los lugares que más me apetezcan, pero siempre a las 12:00 aparezco en el mismo sitio donde fui ahorcada, y degollada. Si esta es mi condena, pues es la mejor que pueda existir. Tocar y tocar hasta la eternidad.

...

Mientras tocaba una de las sinfonías de Beethoven, mis lágrimas no dejaban de derramarse, necesitaba liberar mi alma aquella madrugada. Estaba en el más hermoso de los cielos, la paz absoluta se apoderó de todo mi ser, cada vez que tecleo cada nota algo mágico y poderoso se va creando dentro de mí.

En vida, nunca tuve la dicha de conocer el verdadero amor, ni el de una madre, o quizás el de una mascota. Todo era vacío en todo mi entorno, durante 18 años.

Unos pasos sigilosos se comenzaron a escuchar en el primer piso, y seguidamente, alguien bajaba las escaleras de mi único escondite. Deje de teclear las tristes notas del piano, y me paralize en seco cuando sentí su incomoda presencia. Golpeó mi cabeza sobre las teclas de mi piano, y desde allí comenzó mi pesadilla . El dolor que acuchillaba todo mi inocente cuerpo era netamente insoportable, a menos de una hora, ya estaba en el camino eterno.

Pasados los años, unos nuevos inquilinos se han mudado a esta casa, pero nadie bajaba a visitarme. Aveces caminaba por el puente, o me acercaba a la costa para deleitarme con el choque de las olas, ya estaba muy aburrida. Pero nunca olvidaré aquella madrugada, donde lo vi por primera vez, y desde aquella noche, me sentí viva, a pesar de estar muerta...

Aveces me acerco a la iglesia del pueblo, para implorar a Dios que me de otra oportunidad de vivir, o que simplemente me lleve de una vez por todas al paraíso. Después de la muerte querer estar viva para estar con alguien, resulta al final, un tormento.

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