2.Consultorio

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Despierto un poco confundido con los recuerdos de la madrugada.  debe ser seguramente por mi estado de ebriedad que mi mente me traiciono. Con un fuerte dolor de cabeza incontrolable me levanto de la cama, coloco las manos en mi cabeza para intentar aliviar el dolor.

Como pude olvidar que hoy comenzaba mi primer dia de trabajo. Fui a ducharme con agua sumamente fría. Me coloque un traje perfectamente de mi talla, con los largos perfectos y sin brillos, de un color gris marengo acompañado de  una camisa blanca impoluta con puño doble y una corbata discreta. Me veo en el enorme espejo de cuerpo completo de mi habitación, cojo un peine y lo paso sensualmente por mi abundante y rubio cabello.

Me dirijo a la cocina, y tomo unos cuantos sorbos de yogurt procesado de vainilla que estaba en la nevera. Lo dejo en la encimera y salgo hacia mi auto.

Una manaña soleada y con buenas vibras me recibe el dia de hoy, bajo la ventana con el botón de la puerta, y respiro el dulce aroma de borkum. A pesar de la resaca, y el malestar, creo que sera un dia increible en el consultorio del hospital.

Mi turno sera de medio tiempo, se dice que el hospital principal se han presentado casos incómodos y catastróficos referente a la salud mental de los pacientes con trastornos y traumas. Por un buen tiempo me tocara en el hospital, pero luego tendre mi consultorio privado.

He conducido a una velocidad considerable como para llegar rápido a mi primer dia. Me bajo del auto y me encamino hacia las puertas del congestionado hospital. Voy con pasos seguros por los pasillos, me freno en la recepción para colocar mi asistencia.

—Muy buenos dias señorita, confirmada mi asistencia del dia hoy—coloco mi nombre rapidamente en la lista con una sonrisa amplia en mi rostro.

—Buenos días joven Penz, muy temprano para ser un lunes ¿no?—bromea y rie la señora de ojos cafes claro y cabello castaño corto.

—La puntualidad es algo que me define—comento, le entrego la lista y me despido con la mano.

Sigo mi camino hasta llegar a la sencilla puerta con un pequeño pero significante cartel que dice "psicología" entro y encuentro todo impecable. Estuve realizando pasantías en esta misma oficinina cuando estaba en la universidad.

El mismo cattus artificial encima del escritorio, la lampara blanca con su escaza iluminación, la tipica silla negra y severamente desgastada con ruedas y espalda baja y las típicas paredes blancas que trasmiten paz y serenidad a los espacios.

Me siento a revisar unos papeles mientras espero con ansias mi primer paciente.

Tocan tres veces la puerta con suavidad.

—Adelante—digo.

Aparece una tierna adolescente con facciones y rasgos perfectos en su rostro, ojos azules, pero tan azules que parecen irreales. El pelo largo, y rubio oro. Lleva puesto un antiguo vestido blanco hasta la rodilla un poco desgastado.

—Buenos dias, ¿en que la puedo ayudar jovencita?.—pregunto amablemente buscando mi bolígrafo.

Ella aun no responde nada, y se sienta de una forma peculiar en la silla al frente de mi, sin parar de mirarme. Me entro un poco la incomodidad, y de repente mis manos comienzan a sudar.

—Mi padrastro me ha violado en el sótano de mi casa—expresa con la mirada perdida, su voz hizo un raro eco en el consultorio.

—Agradezco que seas tan directa, es un poco conmovedor lo que me estas contando, reitero, agradezco  tu sinceridad, a muchos pacientes les cuesta admitir o soltar este tipo de experiencias complicadas—explico—Ahora, te molestaría si te preguntará, ¿que hiciste despues de la violacion?

—Morir—confiesa mirandome fijamente a los ojos.

Yo arrugo mis cejas, parpadeo un monton de veces para intentar descifrar lo que ella acaba de decir. Busco mi formato y bajo la mirada hacia la gabeta del escritorio para comenzar a llenar los datos de la paciente.

Subo la mirada y ella ya no esta.

Miro a todos lados, esto parece una broma.

¿A donde se ha ido?.

Quedo totalmente desconcertado y sin palabras.

Vuelven a tocar la puerta, pero esta vez, no se que decir.

—Sr Herman Penz, ¿se encuentra disponible?—me habla mi compañera de trabajo de psiquiatría desde afuera.

—Si, adelante.—confirmo.

—Perdona, pense que estabas con una paciente—dice un poco avergonzada entrando a mi consultorio con una taza blanca.

Ella es heidi, nos hicimos muy buenos amigos cuando yo estaba realizando mis últimas pasantias, en todos mis turnos pasaba a estas mismas horas a traerme una taza de cafe muy caliente.

—Te vez pálido, y descolorido Herman.—comenta exagerando—Que te ha pasado, pareciera que vistes un fantasma, debes tomar mas vitaminas

De hecho.

No tuve una buena noche—declaro mientras tomo un poco de cafe.

Fue un dia bastante corto y preciso en mi dia laboral, luego de que converse con Heidi, llego un adolescente de diecisiete años con depresión debido a su primera ruptura amorosa, luego de allí se me acabo mi hora.

Me encuentro en casa comiendo solitariamente un spaghetti a la boloñesa mientras veo los aburridos canales de la tele.

Luego de almorzar, me fui hacia la parte mas recondita de la casa, y me fije en algo distintivo que nunca habia visto, o quizas si, solo que nunca le di importancia. La pequeña puerta en el suelo, perteneciente a un profundo sótano.

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⏰ Última actualización: Jan 28, 2021 ⏰

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