Como Pétalos De Rosa

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Estaba en una universidad que se encontraba en una colina en medio del campo, en el mismo lugar habían cuartos designados sólo para los profesores (Donde podían vivir, y alojarse el tiempo que quisieran).

En esta misma universidad tenía una amiga llamada Arlen, hacíamos todas las cosas juntas pero de un momento a otro se había enamorado de mi novio Daniel, nuestra amistad se había vuelto tóxica, estaba llena de celos y envidia.

Un día se fue corriendo colina abajo, sonriendo morbosamente como si fuera a hacer algo malo... Fui tras ella dejando mis pertenencias en la sala de clases, corrí, grite su nombre, y nada, ella no se detuvo, no me quiso mirar, no me quiso escuchar, ella se fue bastante lejos...

Cuando tome consciencia volví a la colina, entré a la sala de clases y tomé mis pertenencias pero al mirar por la ventanilla se encontraba lloviznando.

Salí fuera, por un rato observe las gotas que caían, y cuando me di cuenta estaba sentada en un balcón en medio de la nada. La llovizna cada vez que acariciaba la piel de mi rostro se convertían en lágrimas que brotaban desde lo más profundo de mi corazón.

No se por que lloraba, ¿traición, desdicha, descontento, frustración? No lo sé, solo deseaba estar sola, sentir el peso de las gotas en mi rostro, que se hacían cada vez más densas.

Sospechaba que mi novio Daniel me engañaba, quizás él y ella... Es mejor no pensar en eso.

Los profesores ya habían vuelto a sus cuartos y yo me encontraba frustrada, ahogandome en mi propio mar de amargura y decepciones en un simple balcón.

Mi corazón se encontraba a punto de explotar y de la nada me comencé a sentir insegura, claro no me había dado cuenta que ya anocheciendo, el miedo se había apoderado de mi. No sabía dónde ir, tampoco como volver, como si no tuviese hogar.

En medio de mi angustiante lloriqueo me sentí observada, como si alguien me tuviera lástima. Sentí unos pasos, el sujeto venía acercándose.

Cerré los ojos mientras atesoraba los pasos gentiles que venían hacia mí apreciando cada paso como si fueran gotas de lluvia, como si estuvieran a punto de desatarse una tormenta al momento de nuestro encuentro.

Abrí mis ojos y me volteé ahí estaba él, el rayo de sol en medio de mi tormenta, aún que no pude divisar quien era.

-¿Y usted es?... -- dije empuñando mis manos--.

-Soy el Profesor Andrés, es bastante extraño que no me recuerdes, tenemos bastante clases juntos.

-Lo siento profesor. No he prestado bastante atención, de hecho no puedo mirar bien...--Me seco los ojos--.

-¿Que haces aquí en medio de la lluvia?, ya oscureció, ¿Por qué no has vuelto?. --Preguntó desconcertado--.

-han sucedido algunas cosas, ahora me da miedo volver... Preferiría quedarme en medio de la lluvia, atesorando cada gota que cae del cielo...

--indeciso le pregunta-- ¿Te parece quedarte en mi cuarto esta noche?, cuento con dos camas.

No sabía que estaba haciendo, pero creo que era lo mejor.

Sin dudarlo, fui con él, me adentre a su cuarto, era pequeño pero también espacioso, simplemente tenía de todo.

-¿Que haces ahí? Ve a darte una ducha y te pones esto.--Le entrega un cambio de ropa--.

-Esta bien, gracias.

La lluvia fría que había penetrado mi cuerpo ya se estaba desvaneciendo, se estaba volviendo cálido, una calidez envolvente que nunca podré olvidar, el día que me tendieron una mano, cuando antes yo era la que la tendía...

Reescribiendo en tu corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora