Rutina familiar

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Desde hace tiempo, Pacífica consideraba si realmente estaba segura en esa cabaña de bajo presupuesto y de extraños olores. Pero ajeno del riesgo que representaba convivir con la familia Pines, también fue una experiencia bastante agradable.

Desde el día que apareció el hermano gemelo de Stan, trató de incorporarse más dentro del círculo de lo misterioso que giraba en torno a ellos. El subidón de adrenalina que a veces probaba comenzó a sentirse un poco adictivo. Si bien al principio sintió muchísimo miedo en su primera noche de tipo paranormal, en otras ocasiones comenzó a sentirse más viva que nunca. Empezó a brotar cierto gusto frente al peligro y lo extraño.

Su acercamiento a los gemelos misterio la llevó a otras aventuras, aunque no las esperadas. En principio iba a acompañar a Mabel y a sus amigas, pero terminó envuelta en un juego de mesa de Dipper que cobró vida. También trató de evitar que Stan ganara las elecciones, a pesar de los esfuerzos de Dipper y Mabel de lograr lo contrario.

Cada día entendía que era difícil llevarse bien con Mabel. No la odiaba, pero no lograba encajar con sus actividades comunes con las de ella. En minigolf o temas de aspecto decorativo se comprendían entre sí por suerte, en ese último aspecto tenían mucho por el cual trabajar.

Por otra parte, trataba de pasar más tiempo con Dipper. Era agradable hablar con él y al parecer era quien se metía en más de estas locas aventuras, aunque hoy no era el mejor día para convivir con él.

Tal parece que al tío Stan se le ocurrió la idea de salir de paseo a otras trampas de turístas. Pero, como se puede esperar de él, su objetivo real era boicotear aquellos lugares trazados en su mapa. Si bien esta idea no le agradaba a Pacífica, tampoco le importó lo suficiente como para tratar de detenerlo. No obstante, tal vez hubiera sido mejor ir sin las amigas de Mabel, no porque las deteste, sino que no había demasiados asientos dentro del vehículo.

Alejado de lo que la familia Pines y la joven Noroeste vivían en su viaje por la carretera, ahora era necesario explorar la vida habitual de otro joven que habitaba en el pueblo de Gravity Falls.

En un pequeño espacio del supermercado, se encontraba un atlético chico de cabello castaño trabajando en Paraíso Hamburguesa, donde opera en la preparación de alimentos para su posterior consumo.

A pesar de llevar un polo negro a talla en la parte superior de su cuerpo, se podía notar a la distancia el sudor que se acumulaba en él. Pero fuera de ser una vista repulsiva para los consumidores, la verdad es que su tonificado cuerpo, combinado con el olor potente de las hamburguesas friéndose, ayudaba a llamar la atención de sus clientes que solo estaban ahí para mirarlo laborar.

Le hubiera gustado estar en otro trabajo con una paga salarial mayor, sin embargo, tampoco le disgustaba tanto como para renunciar. Después de todo, le daban comida gratis al final del turno matutino, por lo que se mantenía feliz.

Se podría considerar como alguien recién llegado al pueblo, ya que desde hace unos pocos días que lleva viviendo por aquí. El lugar tampoco se mostraba tan diferente de donde él venía, tenía sus cosas que le confundían bastante, pero el resto parece ser similar a lo que recuerda.

Luego de terminar su turno y merendar su comida alta en calorías, procedió a ir a un espacio en el bosque que frecuentaba. La razón de ir a aquel lugar era simple, ejercitarse. No solo era correr por los desnivelados campos verdes, también usaba las ramas gruesas de loa árboles para estimular sus brazos. Algunas rocas tiradas en el suelo servían como un reemplazo de pesas, y además que no podía costearse un gimnasio, aunque realmente deseaba hacerlo.

Para su propia conveniencia, el lago cercano le servía como una fuente para poder refrescarse. Tampoco era tan ignorante como para usar jabón o champú y contaminar las aguas, para eso iba a una ducha alquilada después. Pero siempre era agradable sentir el agua fría en la cabeza en el aire libre.

Gravity Falls - Atraco a la realidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora