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Flashback: Situado la última vez que Auron entró en Karmaland.


Estoy tratando de ser honesto con mi felicidad

no sé por qué soy malo en esto

y no quiero sentarme con toda mi tristeza.

Sé que es un hábito mío.


Era muy fácil: regresaría, iría a su casa, buscaría lo necesario y saldría del pueblo más rápido posible. Si no sonaba tan complicado en su cabeza, no lo era en la vida real ¿verdad? Quería creer eso. Volver a Karmaland siempre era un toma y explota antes de huir. Era ser herido de alguna manera para después alejarse lo más que podía de ese lugar.

Cuando Deqiuv me envió el pasaporte a Los Santos no dudé en marcharme, quería salir a conocer a otros lugares y eso hice. Sin embargo, desde el inicio supe que en algún momento debía regresar a Karmaland por unas cuantas cosas y, principalmente, por mi pequeña familia que formé. Tenía claro que ellos podían vivir sin mi presencia, Mónica era una líder digna. Fue cuando estuve en casa que noté la ausencia de ellos, hallando una nota anunciando que se mudaron a otro sitio y dejaron la ubicación.

Tomé sólo lo que necesitaba, guardé todo en el interior de una mochila naranja y apagué las luces del sitio. Quería salir corriendo, pero debía ser paciente. Caminé por un tiempo hasta llegar a la calle que conectaba a la carretera principal para salir del pueblo, respiré con una gran cantidad de alivio y calma.

—¿Auroncito?

La voz de Luzu rompió toda esa relajación que obtuve en poco tiempo, me giré para verlo con su sudadera oscura y su cabello alborotado debido al viento de la noche. Una sonrisa adornaba su rostro acompañado de una notoria felicidad —¿Luzu?

—Volv...— Pero él lo notó. La sonrisa se borró de su rostro de forma instantánea, Luzu sabía que había malinterpretado su nueva y, posiblemente, última aparición dentro del pueblo pues el tamaño de la maleta delataba eso sin querer —¿Te vas, de nuevo?


Empiezo lo que no sé cómo terminar

no vuelvas a recordarme

lo arruiné antes de que comenzara.


—Yo...

No sabía lo que debía responder, no deseaba ilusionarlo o dejarle alguna palabra de falsa esperanza, pero parecía que no me estaba dejando otra opción. Si es que eso lo calmaba, lo haría. Yo podía ser complaciente con las demás personas, podía usar mis palabras para liberarme de alguna situación... sin embargo, eso significaba seguir escribiendo una historia que para él jamás comenzó.

—¿Por qué?

—Luzu...

Nuevamente no me dejó de hablar, su insistencia en querer hablar del tema era más importante ¿alguna vez él se preguntó lo que yo quería? No lo tenía en claro, había días que sí y otros que no —Por lo menos, ¿volverás?

Debía tomar un poco de valor, empujar a Luzu hacia la verdad y ya dependía de él si la veía o no —Lo siento, de verdad lo siento.

—¿Qué te hicimos para que nos dejes?

𝐞𝐧𝐭𝐫𝐞 𝐦𝐮𝐧𝐝𝐨𝐬 ; 𝐫𝐞𝐛𝐨𝐫𝐧𝐩𝐥𝐚𝐲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora