[ Capítulo Cuarenta ]

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[ Memories ]

Asano Gakushuu salía del salón del consejo estudiantil, cargando una enorme pila de documentos importantes que debían ser entregados.

El tercer grado iba de maravilla, pero si era honesto, era un poco aburrido. Desde la suspensión de Akabane y su expulsión a la clase E, todo había resultado extrañamente fácil; si bien el pelirrojo había conseguido el segundo lugar durante los parciales, Asano encontraba realmente difícil que pudiera superarlo.

Pero debía admitirlo: había algo extraño en la clase E, y lo descubriría tarde que temprano.

Avanzó por los pasillos del lugar, con una postura erguida y una sonrisa carismática. Había quedado con Ren y Layla para pasar la tarde juntos; debía apresurarse si quería ser tan puntual como siempre.

Cuando llegó al despacho del señor director, tocó con suavidad la puerta, esperando la confirmación de su padre para poder entrar.

—Adelante.

Entró silenciosamente y dejó el bulto de papeleo en el escritorio del mayor, quien le dedicó una sonrisa fría y mirada fija.

—Aquí está el papeleo de esta semana. —habló, con un tono distante. ¿Cuándo había sido la última vez que se habían hablado como padre e hijo? —Está todo en orden, no necesitas corroborarlo.

El presidente estudiantil miró a través del gran ventanal de la habitación. El sol comenzaba a ponerse; pronto, las actividades extracurriculares terminarían.

—Sabes hacer bien tu trabajo, Asano-kun, estoy seguro de ello. —El hombre se recostó en su silla, separándose del mueble y volteando a ver la gran ventana, dándole la espalda a su primogénito. —Tengo entendido que llegarás tarde el día de hoy, enviaré a un chofer para recoger a tus compañeros y a ti.

—Muchas gracias, señor director.

—Puedes retirarte.

Dicho y hecho, salió de la habitación y emprendió camino rumbo a la salida del instituto. El par de castaños deberían estar esperando en la entrada; de esa manera, partirían juntos.

Bajó un grupo de escalones y atravesó largos pasillos una vez más. Cuando por fin llegó a las taquillas de la entrada, cambió sus zapatos escolares por los del diario y se apresuró a atarse los cordones.

Fue entonces, que escuchó algo extraño. Parecía haber sido un golpe, similar al sonido de un objeto cayéndose.

Frunció el ceño. ¿Había sucedido algo malo? Si era así, era su deber como líder solucionar el problema.

Regresó al edificio principal y atravesó otro pasillo, utilizando su oído para identificar de dónde venía el escándalo.

Se detuvo antes de girar, por que escuchó un conocido timbre.

—Deténganse, por favor.

¿Layla? ¿Qué estaba haciendo ella ahí?

—De ninguna manera, Kira-chan. —escuchó una voz desagradable y rasposa, pero aún no hizo nada. —No te dejaré ir de aquí hasta que me des una respuesta, ¿o no, chicos?

—Así es, Tsukasa-san.

— ¡Cómo digas, jefe!

Echó una mirada sin dejarse ver completamente. De pie, rodeando algo, se encontraban tres chicos; recordaba sus rostros, eran de su misma clase. ¿Pero que estaban haciendo?

Bajó la mirada, y lo que vio, le hirvió completamente la sangre.

En el suelo, recargándose en la pared y con una expresión aterrada, Layla trataba de quitarse a uno de los chicos de encima. Ella parecía realmente desesperada, haciendo todo lo que podía para empujar al joven.

¡¿Asano en la clase E?!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora