Nueva York

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—Aun no entiendo por qué tenemos que hacer esto —Kim Jungeun caminaba las calles de Nueva York cruzada de brazos y con una postura que decía a gritos: "AL PRIMERO QUE SE CRUCE EN MÍ CAMINO LE TOCAN TODOS LOS NÚMEROS PARA LA LOTERÍA A LA MEJOR PATADA EN EL TRASERO DEL UNIVERSO."

—Ya te lo he explicado millones de veces, Lippie. Mi padre cree que es mejor mantener el perfil bajo por unos meses y tiene razón —le explicaba pacientemente su mejor amiga. Al contrario de Jungeun, Jeon Heejin caminaba por las calles de Nueva York sin necesidad de atropellar a nadie.

Heejin sabía que tenía a esa ciudad en la palma de su mano y que no hacía falta ningún esfuerzo para mantenerlo así. Tan solo con la más insignificante de sus miradas, podía hacer que el señor que vende perros calientes en esa esquina perdiera su empleo. O que la mujer que ahora limpiaba los vidrios de su pequeña tienda de ponqués; tarareando una insulsa canción de Taylor... ¿Cómo era el apellido de esa cantante? ¿El mismo que compartía con la marca de Hamburguesas? En fin, con un solo llamado, Jeon Heejin podía hacer que antes de que esa mujer terminara de tararear esa canción, su negoció pasara a otro dueño sin darle oportunidad alguna. Heejin no podía evitarlo, tenía un don para los negocios y lo sabía.

—Pues para tu padre es fácil decirlo porque él vive en una mansión de Los Ángeles llena de gente para servirlo, con una piscina en su enorme jardín y lleno de comodidades para relajar su viejo trasero mientras tu madre se hace su quinto masaje del día con esos estúpidos hombres musculosos porque le gusta que la manoseen —siguió quejándose la surcoreana—. En cambio nosotras llevamos toda la mañana perdida tratando de buscar un insulso departamento para vivir —agregó.

—Lippie... —Heejin iba a intentar calmarla de nuevo.

—Nada de Lippie —la interrumpió la surcoreana frenándose en la calle para enfrentar a su amiga—. Somos millonarias, Heejin —dijo con furia—. Que digo millonarias, somos multimillonarias —lo dijo con más furia aún—. Si quisiéramos podríamos comprarnos un edificio para cada una en la más lujosa de las calles de Nueva York —revoleaba los brazos señalando cualquier cosa con tal de que le sirviera para apoyar su punto.

—Si hiciéramos eso tendríamos a la prensa en nuestros talones antes de que alcances a tener sexo con Jinsoul en cada rincón de ese edificio, Jungeun. Alertaríamos a la competencia y todos nuestros negocios se irían a la mierda. A la Mierda. Todo el esfuerzo, toda la investigación que hicimos y todo lo invertido hasta el momento se echaría a perder también —respondió Heejin sin perder la calma—. Además... —siguió antes de que su amiga la interrumpiera—. Si no me equivoco fue idea tuya que nos mudáramos a esta ciudad para ganar nuevos mercados y si eso es lo que quieres, es mejor hacerle caso a papá y buscar un departamento en el cual pareciera que no viven las dos dueñas multimillonarias de KimJeon—KJ Investments —le dijo nombrando a su compañía para luego continuar su caminata, dando por finalizada esa conversación.

Jungeun se quedó pensando con el ceño fruncido y en cuanto se dio cuenta de que Heejin había avanzado demasiado, apresuró el paso para seguirla.

— ¿Al menos podemos tener un jacuzzi? —preguntó habiendo recapacitado.

—Una vez que consigamos el departamento puedes hacer lo que se te plazca —dijo la empresaria—. Pero recuerda que es una situación de pocos meses —puntualizó—. Una vez que sepan que estamos ganando terreno en esta ciudad, adiós pobreza —dijo—. Tú te puedes ir a vivir con Jinsoul o con quién quieras y yo con Hansol —definió.

—Claro, si es que tu novio se decide venir a vivir contigo —retruco la surcoreana riendo maliciosamente—. Tú sabes cuánto le cuesta a Hansol dejar a las prostitutas de Los Ángeles —agregó, esperando despertar la ira de Jeon Heejin; después de todo, alguien tenía que pagar por lo que ella estaba viviendo.

No soy para ti (GIP) 2JinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora